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El Río Grande y los manantiales de Coquimatlán



Carlos Alberto PÉREZ AGUILAR

Domingo 02 de Julio de 2017 10:39 am

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El agua, para los coquimatlenses ha sido su bendición. Su origen indígena se relaciona directamente con las actividades agrícolas, señaló el cronista municipal, Roberto George Gallardo.


MUNICIPIO pequeño en cuanto a población, con apenas 19 mil habitantes, Coquimatlán es, en realidad, la cuarta demarcación más grande en extensión de nuestro estado, sólo después de Manzanillo, Colima y Tecomán, en ese orden, al contar con 9.4 por ciento del territorio colimense.
Tiene, además, gran riqueza de recursos naturales, principalmente por su cercanía con el río Armería –conocido entre los coquimatlenses como Río Grande–, varios manantiales y arroyos que han sido fundamentales para el desarrollo de sus comunidades a lo largo de su historia.
La vida de Coquimatlán no podría contarse sin los ríos que atraviesan su extensión. Su cercanía hace posible que 70 por ciento de las tierras cuenten con posibilidades de riego permanente, mientras que la superficie restante son áreas cerriles. En Coquimatlán existen dos ciclos agrícolas, por esta razón.
El agua, para los coquimatlenses ha sido su bendición. Su origen indígena se relaciona directamente con las actividades agrícolas, señaló el cronista municipal, Roberto George Gallardo.
“Coquimatlán tiene hasta la fecha un gran sistema de riego. El contar con el Río Grande dentro de su territorio nos permitió, en el año 1962, beneficiarnos con las construcción de la presa Las Piedras, en San Juan de Amula, Jalisco. Esta derivó en la construcción del Módulo Peñitas, que trajo consigo muchos sistemas de riego que hicieron posible acrecentar la actividad productiva desde entonces”, explicó.
Pero esta vinculación va más allá. La población de Coquimatlán ha migrado en diferentes etapas de su historia, principalmente por estar cercana al recurso hidrológico, del cual dependían el sustento de la agricultura y la pesca.

HISTORIA DEL RÍO

“Coquimatlán fue una congregación de estirpe teca y formó parte del señorío de Collimán; comenzó su vida independiente en el Siglo XV y fue un pueblo indio establecido entre las márgenes del arroyo de Comala y el río Armería”, citó el cronista municipal.
George Gallardo expuso que, de acuerdo con fuentes históricas, el nombre original era Coximatlán, pero con la llegada de los conquistadores cambió a San Pedro Coquimatlán, el cual, al ser arrasado el 19 de octubre de 1836 por una creciente del arroyo de Comala, tuvo que ser trasladado al lugar que hoy ocupa, siendo después de su refundación cuando se le empezó a conocer con el nombre actual.
Esta relación hace que no sea eventual que sus principales comunidades, como La Esperanza, Pueblo Juárez y El Chical, limiten con las cuencas de arroyos y el Río Armería, precisamente por su importancia.
“Tenemos la fortuna de contar con muchos nacimientos de agua y una tierra muy fértil, que ha dado paso a que muchas generaciones de coquimatlenses se dediquen a estas actividades”, comentó.
En la referencia histórica, Coquimatlán se distinguió por ser un gran productor de maíz, arroz, frijol y ajonjolí, aunado a que los forrajes le permitieron, durante varias décadas, ser el principal productor ganadero de la entidad.
“Era tan importante la producción pecuaria en Coquimatlán que, por muchos años, dos ganaderos de Coquima-tlán tenían la mayor cantidad de ganado de todo el estado. Juntos llegaron a tener 12 mil cabezas de ganado”, refirió el cronista.
En la actualidad, la producción agrícola se ha diversificado, abriendo diversas posibilidades de desarrollo con el cultivo de chiles, legumbres y hortalizas, pero conservando producciones tradicionales, como arroz y maíz, además de frutas, como el limón, tamarindo y mango.

MANANTIALES, RIQUEZA Y TURISMO

Por mucho tiempo, los coquimatlenses fueron celosos de sus ríos, pero más de sus manantiales que, en su mayoría, se conservan como lugares vírgenes, aislados de las zonas poblacionales, pero donde se guarda una gran oportunidad para el aprovechamiento a través del turismo sustentable.
Manantiales como Los Amiales, Peñitas, Las Huertas, Piedra Cueteada y Piedra Acampanada, son toda una fuente de riqueza hidrológica que se mantiene durante todo el año; sus comunidades no descartan la posibilidad de convertir, en un futuro, estos espacios en atractivo que logren consolidarse en la región.
“Estamos incentivando, inyectando las ideas. Hemos hablado con los habitantes de comunidades de Pueblo Juárez y Jala, de las bondades de estos lugares, que pueden ser una oportunidad en materia turística y ecológica, consolidándolas como áreas protegidas”, expresó el director de Turismo del Ayuntamiento de Coquimatlán, Armando Polanco.
“Son recursos que nosotros, los coquimatlenses, vemos a diario y no le encontramos el valor que tiene para personas de otros lugares que admiran la disponibilidad de agua en nuestro municipio, porque en sus ciudades no la tienen”, comentó.
Como parte de este objetivo es que en la temporada vacacional de Semana Santa y Pascua se realizó, por primera ocasión, el evento Coquimatlán Extreme, mismo que contempló una ruta por los diferentes destinos ecoturísticos con los que cuenta el municipio. 
“Se tenía la mala costumbre de que solamente se tomaba en cuenta a Los Amiales en los periodos vacacionales. Este año nos acercamos como los ejidatarios y fue posible crear esta ruta, que tuvo gran éxito y motivó a muchos a iniciar con la idea de proyección de estos espacios para recreación. Existe el interés, pero aún queda en muchos la duda de generar proyectos, por la incertidumbre de que se puedan materializar”, añadió el funcionario.
El destino que ha podido materializar esta alternativa son Los Amiales, no sin haber sorteado adversidades. Actualmente recibe un promedio de 3 mil visitantes, por semana.  

CHIGÜILINES Y CHACALES

A los coquimatlenses se les conoce también como chigüilineros, sobrenombre que deriva de la gran producción de esta especie de pez de río, diminuto y sin escamas, que es popular entre los habitantes de este municipio que degustan cada temporada de lluvias, cuando el río crece, de esta especie capturada por los pescadores de río.
El cronista municipal, Roberto George Gallardo, señala que esta especie, hasta el momento, se considera única en la región y que se ha convertido en un orgullo del municipio, aunque cada vez escasea su captura. 
“Dentro de esta diversidad, se disfruta mucho de los chacales y los chigüilines que forman parte de la gastronomía de nuestro municipio. Estos, se tiene referencias, sólo se dan en el Río Armería y por ello que exista tal apego y tal relación”, comentó.
De igual manera, la cercanía con el río ha hecho que varias generaciones conserven la pesca como actividad, misma que preserva sus orígenes autóctonos, al realizar la captura con los tradicionales achacales –arte de pesca creada con otates–, que permiten la captura de langostinos, conocidos en la región como chacales, que se disfrutan en caldillo, al mojo de ajo, a la diabla y otras presentaciones, mientras que los chigüilines son preferidos fritos, como botana.

LEYENDA Y RELIGIÓN

Aunque los recursos hidrológicos en Coquimatlán son de gran beneficio para los habitantes, también existen obstáculos que se deben sortear cuando se presentan las crecientes de los ríos, en especial del Río Grande o de Armería, que limita la accesibilidad a poblaciones como El Chical y Pueblo Juárez.
Sin embargo, también estas complejidades han derivado en una gran devoción de fe, tanto al Señor de la Expiración, como a otras expresiones religiosas, que desde el pasado prevalecen en el presente.
Uno de los testimonios de religiosidad que se conservan con gran arraigo hasta nuestros días, es el del padre José Mateo Macías Mancilla, quien se encuentra en proceso de beatificación, luego que existen testimonios de milagros concedidos.
“Hay anécdotas del sacerdote José Mateo Macías Mancilla que le relacionan con el Río Grande. Se le han atribuido varios milagros, como el hecho de caminar sobre el río en plena creciente para atender a un paciente en Pueblo Juárez; existen testimonios que muchas veces lo hizo a caballo, en una panga, para atender a personas que sanaron por su intervención”, refirió Roberto George.
Derivado de ello y otras acciones más que le hacen un personaje querido y recordado en el municipio, es que sus restos se conservan en el templo de Coquimatlán. 
“Es reconocido ya como canónigo y está en proceso de beatificación. Es una muestra de fe importante que ha formado parte de los coquimatlenses desde hace ya varias décadas”, concluyó.

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Carlos Alberto PÉREZ AGUILAR



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