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GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

¡Que cumpla!


Viernes 06 de Julio de 2018 8:03 am


“AMOR con amor se paga”, sentenció infinidad de veces Andrés Manuel López Obrador a sus seguidores en los mítines de campaña que realizó como parte de la contienda presidencial concluida el domingo reciente. Y en las urnas, donde él lo esperaba y también lo deseaba, esa parte del pueblo que estuvo con él en los dos intentos anteriores y el que se sumó en esta tercera ocasión, le cumplió de forma más que contundente, apabullante.

Como ningún otro aspirante a ocupar la silla presidencial y tal vez como ninguno que ha estado sentado en ella, Andrés Manuel conoce los distintos rostros que tiene el país. El territorio nacional lo ha recorrido a pie, una y otra vez, desde hace 14 años, por lo que, de primera mano, tiene el registro preciso de la radiografía de México. Y muy importante, propició y mantuvo el contacto con la gente.

A partir de 2012, luego de perder la contienda presidencial por segunda vez, el tabasqueño se dedicó a crear una estructura social que le sirviera como base para, por tercera ocasión consecutiva, presentarse ante el electorado en busca de la Presidencia de la República, aspiración legítima y por demás riesgosa, por el antecedente de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien luego de tres intentos (el 88 no se olvida), no llegó a ocupar la silla presidencial.

López Obrador acertó al advertir que en el PRD, en el que militaba, no tenía futuro, dado los graves conflictos que en su interior prevalecían entre los diferentes grupos, los mismos que demostraron su falta de integridad y compromiso con la ideología de izquierda cuando se aliaron desde el principio con el gobierno neoliberal de Enrique Peña Nieto, firmando el Pacto por México; y en esta contienda, coaligándose ni más ni menos que con la derecha representada por el PAN.

El Movimiento Regeneración Nacional sentó sus bases en mucha de la gente que participó en la primera y segunda campaña presidencial de Andrés Manuel, ya fuera en la promoción del voto o en el cuidado de las casillas; provenían de todos los estratos sociales y de variada formación académica; algunos con experiencia en la política y la mayoría sin ella. De ahí surgieron los primeros liderazgos estatales de Morena, una vez que en 2014 se constituyó en partido político.

Tan sólo 4 años después, Morena se convirtió en la primera fuerza política del país. Ganó la Presidencia de la República, la mayoría del Poder Legislativo federal y de los Congresos estatales donde hubo elecciones en ese nivel, alcaldías y cuatro (si en Puebla no hay sorpresas) de nueve gubernaturas que el pasado domingo estuvieron en disputa.

Mucho del triunfo de Morena se debe a la tenacidad y perseverancia de su líder político, que no se arrinconó después de la primera ni de la segunda derrota, que se anticipó a visualizar que el sistema político mexicano estaba dando sus últimos suspiros porque, para mala fortuna del pueblo, el retorno del PRI a Los Pinos no cumplió con las expectativas de cambio que un amplio sector de la población esperaba. Por el contrario, el gobierno de Enrique Peña Nieto empezó a hundirse muy temprano en el fango de la corrupción y de la ineficacia, sin dar visos de oportuno arrepentimiento para retomar el rumbo. 

Ganó Andrés Manuel porque incluso esta vez, como si nunca lo hubiera andado, fue el candidato presidencial que más lugares visitó. Incansable, estuvo en ciudades y en pueblos. En todos esos foros, a la gente le habló de frente, y le habló de las cosas que a la gente le duelen: desigualdad social, corrupción, impunidad, inseguridad, violencia. Una y otra vez, repetitivo por demás, compartió con sus distintos auditorios la necesidad de cambiar el estado de cosas desde el ámbito público y de su interés por ser la persona que en esa tarea los representara.

La del candidato ganador de la contienda presidencial fue una campaña ejemplar, sin descanso, abierta, intensa y, al final de cuentas, demoledora para sus adversarios, que no se atrevieron a andar a ras de tierra, propiciando el acercamiento personal que Andrés Manuel sí tuvo con la gente. 

El casi absoluto respaldo electoral que el pueblo le ha dado en la jornada electoral del 1 de julio, no es fortuito, pero tampoco gratuito. La gente tiene esperanza de que esta vez sí le cumplan. Si Andrés Manuel prometió tanto, tiene que empezar a dar buenos resultados desde los primeros días de su próximo gobierno, para que el tiempo le alcance y para que, como lo él lo prometió, se convierta en un buen Presidente de México. De lo contrario, como también él mismo lo ha dicho, la historia lo juzgará, y el pueblo, tarde o temprano, habrá de recriminárselo.