Red abierta
ARMANDO MARTÍNEZ OROZCO
Ha vuelto la calma
Viernes 06 de Julio de 2018 7:58 am
DESPUÉS de este ajetreadísimo proceso
electoral, con un priismo devastado por Andrés Manuel López Obrador y todo el
equipo de Morena, sólo una cosa es segura con la victoria de Movimiento
Regeneración Nacional: al fin, el pueblo mexicano escogió abrumadoramente a
quién quería que le gobernara. O esto es el principio del totalitarismo de
izquierdas o apenas el comienzo de una real democracia. Ciertamente, este no es el final ni
del PRI y tampoco de Acción Nacional, pero sí debieran tomar en cuenta los
simpatizantes del tricolor y del PAN que el hecho de que Morena esté a punto de
hacerse del poder en casi todo México, es un llamado urgente a la reinvención
de formas novedosas y eficientes de hacer política en nuestro país. Quizá, con su derrota, la más fuerte
apuesta del PRI deberá ser la paciencia. Más de un opositor a Obrador y sus
huestes esperará con calma el desprestigio o la futura y eventual ilegitimidad
gubernamental de Morena por el desgaste político que supondrían; su posible
disfuncionalidad, para después ellos hacerse de nuevo del autoritarismo, en
detrimento de la voz popular. Las izquierdas mexicanas deberán
pensar desde ahora en presentes alternativas políticas, más allá de Obrador y
Morena; la recuperación del sindicalismo sin corrupción, la creación de
partidos obreros, más medios de información independientes en todo el país, una
ciudadanía política y vigilante del desempeño de las instituciones y sus
representantes, y no sólo la vulgar indignación con los partidos en el poder. Sin embargo, México está tranquilo, y
esto deberá reconocerse: el priismo, con su alma tendida hacia la luz
dictatorial, ha respetado el voto mayoritario, sin fraudes y sin berrinches.
Madurez impresionante. Ahora, a Morena le corresponde la
demostración de que, como bien dicen los zapatistas, el poder es para servir y
no para servirse, que quienes lo ejercerán, trabajarán con el presupuesto
público (nuestros impuestos), y que cualquier desempeño gubernamental debe
pensarse allende los papeleos y la horrible obediencia a un solo mando. ¿Son estos nuevos tiempos? Yo no
estaría tan seguro. El proyecto de Obrador viene buscándose desde la fundación
del PRD en 1989 con Cuahutémoc Cárdenas Solórzano y logrado en el PRI en la
primera mitad del Siglo XX, con la Presidencia de Lázaro Cárdenas del Río.
Recordemos que la incorporación de una revolución institucional a la sociedad
mexicana surge después del bellísimo legado (desastres incluidos) de la
Revolución Mexicana, y tras el asesinato de la dignidad indígena, en la figura
de Emiliano Zapata y el braverío norteño de Pancho Villa.
En esta ocasión, y como sucedió en el
periodo posrevolucionario mexicano, el priismo ha permitido la incorporación de
la revolución a las instituciones. A Obrador y a los suyos les toca demostrar
que no van a repetirse en la historia fallida del tricolor.