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Contextos



RAÚL JUÁREZ ALBARRÁN

Líder


Sábado 07 de Julio de 2018 9:36 am


NO es de asombrarnos, ni mucho menos lamentarnos por lo que nos ocurrió en la pasada contienda electoral a los militantes del partido hegemónico en México por más de 7 décadas, me refiero al PRI. Era de esperarse, todo parecía indicar que el pueblo no iba a permitir que en el gobierno se mantuvieran los políticos que viven de la política (M. Weber). No más de lo mismo, ni el PRI con sus coaliciones, y mucho menos el PAN con las suyas convencieron el electorado que se volcó en una participación histórica en las urnas el pasado 1 de julio (63 por ciento del padrón).

El triunfo de López Obrador, quien participaba por tercera ocasión para obtener la silla del águila, fue inobjetable. Las instituciones electorales se vistieron de gloria. No hubo reclamos. Quedamos bien ante el mundo, que siguió el proceso al pie de la letra. El presidente del Consejo Electoral del INE salió a tiempo y en forma a dar a conocer los resultados preliminares del PREP. Igual, segundos después, el Presidente de la República felicita a quien en porcentaje llevaba la delantera, estadísticamente imposible de revertir.

¿Qué fue lo que le pasó al PRI? Me quedo con lo que expresado el jueves pasado por el líder del Senado, Emilio Gamboa: “Nos dimos un tiro en el pie al escoger a un candidato no priista”. ¿Por qué no lo dijo antes? Igual, como él, lo pensamos miles de militantes. Lo que pasa es que “la mafia del poder”, los que viven de la política, como la nomenclatura, aceptaron a pie juntillas las indicaciones del responsable de la debacle, el presidente Peña Nieto.

Ahora bien, López Obrador no es ningún improvisado, toda su vida ha perseguido lo mismo: el poder, para beneficio de los pobres. Las circunstancias no podían haber sido más propicias para lograr el triunfo esperado. La percepción de la ciudadanía de un gobierno es la más baja que haya tenido un Presidente hasta la fecha (20 por ciento). Agregado a ello, la inseguridad rampante y violencia sin precedentes a lo largo y ancho del país.

Aparte de lo anterior, el pueblo, en su gran mayoría, votó por Obrador, principalmente jóvenes entre 18 y 30 años que buscaban a un líder que pusiera fin a la desvergüenza de la clase política, sobre todo a la impunidad que acendró la corrupción en nuestro país. Obrador culminó la primera etapa –el triunfo– para “pasar a la historia como el mejor Presidente de México”.

Un líder que con audacia, astucia, carisma e inteligencia supo aglomerar el descontento y la inconformidad de millones de mexicanos –53– en un proyecto de Nación, en el que la discusión de los asuntos públicos pasará por el tamiz de la participación ciudadana. Con mayoría en el Congreso de la Unión y en la mayoría de los Congresos estatales, podrá hacer las reformas necesarias para ir cambiando el modelo económico imperante hasta el día de hoy. El político empieza el 1 de diciembre de este año.

¿Qué pasó en la tierra de los cocos y las palmeras? Nada que no se hubiera previsto con una mayor participación y compromiso de quien, se supone, tendría que entregar buenas cuentas al CEN del PRI y a Peña Nieto. De ahí que en el cónclave para restañar heridas se le viera al Gobernador con un gesto adusto, con todo el peso encima de la derrota. Los números hablan: Colima, para Presidente, y las dos diputaciones federales: 62 mil para el primer cargo, y la mitad de ellos, en cada distrito, 34 y 29, más o menos; uno y dos, respectivamente (es poco el activo del partido para revertir tendencias en el corto plazo).

Lo que llama la atención fue lo que ocurrió en cada uno de los dos distritos electorales en los cuales Morena se levantó con las dos curules. En el Distrito I, Claudia Yáñez; y en el II, Indira Vizcaíno. Virgilio y Martha se quedaron en la lona. El primero era la carta fuerte del Gobernador para el 18. Sin ella, tendrá que ir preparando las maletas para entregar la gubernatura a dos futuros partidos contendientes: Morena, por un lado, y Movimiento Ciudadano, por otro. O adoptar, pero de a de veras, el liderazgo del partido. Veremos de cuál cuero salen más correas. Como lo dijo el Señor: “Por sus obras os conoceréis”.