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Diálogos psicológicos



CLAUDIA LETICIA YÁÑEZ VELASCO

¿Dónde quedó la luna de miel?


Domingo 08 de Julio de 2018 8:31 am


MIRANDO una foto del pasado, dejé de preguntarme, ¿por qué dejó de quererme? Y me pregunté, ¿por qué dejé yo de quererme? De una paciente escuche decir: “En la medida en que yo me dejé de querer… él me dejó de querer”. Entre el matrimonio y el divorcio hay un evento o etapa muy particular que se llama “luna de miel”. Usted se ha preguntado dónde quedó la suya, acabó, se convirtió en peleas, divorcio o férrea tolerancia. En dónde quedaron las ilusiones y creencias. Todo ese mundo que puedo crearme y creerme hasta lo más profundo de mis células.

Escuché a Deepak Chopra decir: “Los restos del ayer que quedan en mí, son hoy mi tortura”. Las ilusiones y creencias provienen de lo que se ha vivido. Lo que ha conformado el ayer. Hogares con bajos recursos económicos, interacción mínima, falta de cariño, amor y respeto, sentimientos de tristeza, soledad, miedo y rabia no expresados. Actitudes de conformismo, rigidez e inconsciencia del escenario creado. Una negación que impide romper con el pasado para vivir desde el amor y en una eterna luna de miel, ¡¿por qué no?!

Si tal como lo demuestra el biólogo Bruce H. Lipton, nuestras creencias determinan la información genética que se activa o no en nosotros y pueden llevarnos al desequilibrio o la enfermedad, la clave está en elegir qué creer o no creer y no estar a merced de ellas. ¿Estaremos dispuestos a vivir el amor y el vivieron felices por siempre? A vivir bajo el efecto de la luna de miel. En un estado de bendición, pasión, energía y salud que resulta de un gran amor.

Nuestras células no están controladas por nuestros genes y tampoco nosotros lo estamos. Tampoco estamos destinados a repetir historias de los ancestros. Ni hay nada de malo en desear ser felices, somos capaces de ser mucho más felices de lo que se cree. Podemos vivir desde el amor, el placer y la alegría… más aún compartir con quien tenga una conexión emocional para crecer y amarnos mutuamente.

Elegimos creer que somos un cuerpo y una mente, que no podemos ejercer ninguna autoridad, que somos víctimas de las situaciones, que nuestra felicidad depende de otro/otra. La ciencia ya tiene claro el efecto curativo de la mente, se llama efecto placebo, pero recordemos que también existe el efecto nacebo, que son pensamientos y creencias negativas que nos provocan enfermedad.

Somos más que un cuerpo y podemos transformar nuestra vida, disponemos de la capacidad de elección entre ser soberano o permanecer dependiente de viejas creencias y herencias. Dependemos de cómo leemos el ambiente, de cómo nuestra mente percibe. A veces limitados. Aquí aplican las famosas frases de Henry Ford: “Tanto si crees que puedes como si no, tienes razón”, y de Stone: “Todo aquello que la mente humana pueda imaginar y concebir, puede ser logrado”.

Mireia Darder, en su libro Nacidas para el placer, señala: “Romper creencias nunca es fácil, abrir la mente a aquello que nos es ajeno y nos saca de nuestra zona de comodidad cuesta. Un alto nivel de exigencia nos hace incapaces de renunciar a un ideal de pareja que nos impide abrazar a la persona real. Le tememos al amor. Pesan los años de historia patriarcal”.

¿Qué necesitamos entonces para vivir en un estado de bendición, pasión, energía y salud que resulta de un gran amor… para mantener la luna de miel? Algunos puede que no lo sepan, lo que me preocupa es no planteárnoslo. Le invito a desmantelar las no verdades, las creencias e ilusiones para liberarnos, soltar el apego a la infelicidad. Si sabemos lo que queremos, tomemos la oportunidad de ejercer nuestra voluntad por encima de todo.

Son las creencias e ilusiones, las mentiras a las que me aferro y sostengo para no vivir amando… por eso dejo de quererme. Hasta que me recomponga, sabré instintivamente cuándo tienen que morir las cosas y cuándo vivir… cómo alejarme y cómo quedarme. Sabré que algún día habrá un resquicio, una ocasión y la tomaré.

Sigamos el viejo consejo que nos dejó Rumi en el Siglo XVIII: “Toda una vida sin amor no cuenta, el amor es el agua de la vida. ¡Bébela con el corazón y el alma!”.

 

*Presidenta del Colegio Colimense de Psicólogos A. C.

 

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