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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Sperare-anza


Domingo 08 de Julio de 2018 8:29 am


ESPERANZA, palabra cuya raíz nos llega de sperare, que significa espera, y anza, que se refiere al acto de extender o alargar. Siendo así, se puede decir que es la espera extendida, la esperanza; si creemos que algo ocurrirá, esperamos a que suceda, pero si a base de esperas que no llegan dejamos de creer que ocurrirá, con o sin pesar del alma, sé que nos iremos a otro lugar, o a llorar lo no alcanzado, o a instaurar esperanzas nuevas. Pero eso sí, lo que no hemos de perder nunca, es esto de tener una cuan de esperanzas interna y siempre llena.

Imagina que estás esperando en un café, que tú sí llegaste en punto; te has detenido en la puerta, lo buscas y nada, sucede que él no está por ahí sentado, esperando ésta, tu entrada triunfal, ésa por la que te peinaste, maquillaste y perfumaste; tomas una bocanada de aire discreta, con una sonrisa posterior a la decepción; le pides al mesero una mesa, y te las ingenias para, discretamente, quedar en una mesa con vista a la entrada; tienes la esperanza de que llegue y te vea pronto ahí, tú sentada y esperándolo, un poco como reclamo, otro poco como carta de amor callado, y así pasan los tic y tac, y nada; de su sonrisa, de su llegada, no se sabe nada. Por fin cedes a la ansiedad y le marcas, temerosa de que algo malo pasó, de que te olvide, de que algo sea más importante que tú…

Así es como, a veces, la espera se torna en angustia, y deja de ser una esperanza, y sin embargo, cada que suenan que se abre la puerta del café, volteas; a pesar de tus pensamientos circulares y catastróficos, hay algo en ti que quiere extender en la espera. ¿Y si no es que me olvidó y sólo ocurre que se retrasó porque pasó al cajero?, ¿y si se perdió? O tal vez pasó a lavar el carro o se paró a comprarme rosas… Aquí, lo transcendental es darnos cuenta de cuan importante es lograr mantener viva una esperanza. Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra, sobreviviente del Holocausto y fundador de la disciplina que conocemos hoy como Logoterapia, sostiene que lo que en medio de la peor adversidad le salvó la vida fue la esperanza; la esperanza de que todo eso pasaría, él confió que todo mal pasa. Hemos de buscar de manera objetiva el tener esperanza y no caer en falsas expectativas; la línea entre la esperanza y el autoengaño es en demasía fina; para ser sanos emocionalmente, debemos confiar en lo que no se ve, manteniendo la esperanza de que del caos llega el bien mayor; mantener el caos con tal de no perder, nos saca de la jugada; si algo no sucede, y ya dimos todo en cordura para que ocurra, y no se da, sin reclamos, sólo cambia de rumbo, que por algo no sucedió como tú crees que debió ser. ¿Sabes algo?, la vida sabe más.

Ahora bien, dime, por favor, ¿qué pasa cuando insistimos en que alguien nos ame, y ese alguien no quiere estar?; ¿vale la pena perseguirle hasta el hartazgo?, ¿se vale hacerle la guerra y destruirlo por la ofensa de no estar conmigo?, ¿acaso no es mejor, aceptar el rechazo, seguir la vida y dejar que las cosas se acomoden? Cuando ya no nos quieren, se nota; cuando nos buscan por comodidad o interés también se ve; sólo tú decides cómo y con quién sostienes tu esperanza.

Entre la esperanza y la necedad sólo hay un punto de diferencia, la aceptación, sí, así como suena, aceptemos que toda relación termina; en algún momento deja de ser, ya sea por distancia emocional, por lejanía, por enojos u ofensas, por incompatibilidad de objetivos, por cansancio o por muerte, pero toda relación termina, ¡toda!

Aprender a soltar es imperioso y, por favor, innovemos algo ¡ya!, encontremos la fórmula para dejar ir sin pesar ni sufrir; si alguien ya no tiene salud, aceptemos su trascendencia, démosle la bendición y alas para volar a otro puerto, pero, sobre todo, mantengamos la esperanza en el día que vendrá, sabiendo que lo hará con una nueva y mejorada oportunidad.

 

*Terapeuta

innovemosalgoya@gmail.com