Adiós, PRI cruel
RAÚL PÉREZ OSORIO
Martes 10 de Julio de 2018 8:50 am
No hay cimiento ni en el alma ni en el viento. Antonio Machado HACER leña del
árbol caído no es ningún mérito ni aporte positivo, pero el caso que nos ocupa
obliga a reflexionar para tener conciencia clara de todos los agravios que
consentimos y sufrió el país, bajo la férrea corrupción que fue implantada
cuando el PRI ejerció el poder. Y el PAN no se quedó atrás. Un pueblo que se
dejó mancillar y manipular a través de distintos medios y necesidades creadas,
muchas generaciones aceptaron conductas indignas y dogmas ultrajantes, tales
como que el PRI daba trabajo, de comer, y prácticamente la existencia de los
mexicanos dependía del partido en el poder; un partido que le ponía precio a la
voluntad ciudadana, pagando el voto a los electores, acto envilecido que atentó
contra los Derechos Humanos. Este delito
practicado y consentido por una inmensa población en lo relacionado al 1 de
julio, significó más o menos una especie de amnistía, ¿por qué? Las personas,
por ignorancia y necesidad, aceptaban corromperse, poniendo precio a su
voluntad –la vendían barata–; hoy, despreciaron su indigno trabajo y se
liberaron de esa ignominia, pero quienes la aplicaban y salían beneficiados por
los privilegios que obtenían de esta esclavitud, que la ciudadanía les
otorgaba, están desconcertados. Dignísima acción
del pueblo mexicano, y también hay que reconocer el esfuerzo y sacrificio de
quienes en las cúpulas gubernamentales y empresariales lucharon contra sí
mismos, para no cometer un fraude de consecuencias impredecibles. Alegría e
incredulidad recorrían el alma y la sangre de todos los mexicanos, y continúan
las emociones, se siente en la comunicación simple y sencilla. El pueblo se
movió en el sentido correcto, no aceptó la condena de seguir soportando los
atroces crímenes de los mismos criminales, nada más que con fecha distinta. Por
eso, sin regateo alguno: ¡Viva México! La patria de
nuestros ancestros, abuelos, padres, hijos, hijas, tíos, hermanos y seres que
amamos está de pie. En otros tiempos, ya se habían librado actos históricos
memorables, pero el que hoy vivimos, es parte de la historia de nuestro país y
con repercusiones mundiales. El fanatismo y la
ignorancia de los ricos por sus intereses, y de los pobres, por su necesidad,
de manera inconsciente reducen la inteligencia, tan es así que los
privilegiados en estos momentos sienten que les devora el tigre del clasismo y
del racismo, les carcome las entrañas, esto no es otra cosa que la expresión de
una falsa conciencia, de sentirse superiores a los demás. Quizá este sencillo
ejemplo dé luz al respecto. En este Mundial
de Futbol, México le ganó a Alemania. Unos mexicanos vieron el partido en un
bar o restaurante de aquel país, mismo en el que había muchos alemanes. Al
término del partido, los alemanes se levantaron y felicitaron a los mexicanos,
por la victoria obtenida. Por cierto, sucedió algo envidiable, les pagaron las
cuentas de todo el consumo que habían hecho los mexicanos. Pero en nuestro país
sucedió algo que nos debe hacer reflexionar: entre el odio y la euforia,
quemaban banderas alemanas y realizaban otro tipo de actos repudiables. Desde mi punto de
vista, por lo que recientemente manifestó Andrés Manuel López Obrador, ganador
de la contienda presidencial, si esto lo lleva a cabo en la práctica, puede ser
el personaje de este siglo, porque lo mencionado tiene aristas de un estadista,
cosa que veremos en el ejercicio del poder: “No voy a hacer ni formal ni
informalmente, ni de hecho ni de derecho, jefe de partido. Voy a hacer jefe de
Estado, y quiero ser incluso jefe de la Nación. De cuidar a Morena se
encargarán los militantes, que se mantengan como partido honesto, que no se
eche a perder ni que se caiga en los errores que llevaron al fracaso a otros
partidos”.
Quien esto no
comprenda, tendrá la desgracia de repetir la historia, de sumisión indigna que
solamente la acepta una sociedad con el estigma de la debilidad democrática y
la aceptación de hordas de vividores, que en estos casos se multiplican como
bacterias.