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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

López Obrador, primero la clase media


Miércoles 11 de Julio de 2018 8:20 am


CUANDO se habla de la creciente moderación de Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en temas económicos, se debe echar algo más que una mirada a un capítulo fundamental: con quiénes ganó la elección. Su lema, siempre, ha sido primero los pobres, pero resulta que los pobres no han sido quienes con sus votos lo llevarán el 1 de diciembre al poder (que ya, aunque sea en parte, parece detentar desde ahora, pero ese es otro tema). Los pobres votaron por Morena, pero los que ganaron la elección para López Obrador han sido los hombres jóvenes menores de 36 años, con mayores ingresos y mayor grado de instrucción. Los que no habían votado por él en 2006 ni en 2012.

Según ha mostrado Paco Abundis, de Parametría, resulta que López Obrador es un Presidente que representa a los hombres jóvenes, sobre todo de 25 a 36 años, con la mayor escolaridad y los mayores ingresos. Las cifras no mienten. López Obrador tuvo más electores hombres que mujeres: 65 por ciento de sus electores fueron hombres, y de esos, el 63 por ciento tienen entre 26 y 35 años. En contrapartida, cuanto mayor es la edad, más votos tuvo Meade, lo mismo sucede en términos de escolaridad: el 65 por ciento de los que tienen universidad o niveles superiores de educación votaron por López Obrador, también el 59 por ciento de los que han estudiado preparatoria. Meade tuvo el 31 por ciento de los que no cursaron estudios y 26 por ciento de los que estudiaron sólo primaria. Cuando se habla de ingresos, resulta que el 54 por ciento de quienes tienen mayores ingresos votaron por López Obrador. Cuanto menor es el ingreso, más votos tuvo Meade. Exactamente en las antípodas.

Primero los pobres, dice Andrés Manuel, y es imposible no compartirlo, pero el gran triunfo de López Obrador se lo debe a la clase media, a la más educada y paradójicamente con mayores ingresos. Eso explica, entre muchas otras cosas, el arrollador triunfo del candidato de Morena en todo el norte del país, en estados que habían sido refractarios a su mensaje en 2006 y 2012. El López Obrador que ganó en 2018 es otro, es diferente al que participó en los dos comicios anteriores, porque sus electores lo son. Es un dato notable que debe prevalecer a la hora de ejercer el poder.

La Presidencia de Peña Nieto no se cayó por la “Casa Blanca” o Ayotzinapa, aunque sí fueron eventos que, sin duda, influyeron de forma notable en el desplome de la popularidad presidencial, por el pésimo manejo que tuvieron. La caída comenzó con la reforma fiscal y se terminó de firmar con el aumento de las gasolinas; las dos medidas que más afectaron a las clases medias que tenían depositadas altas expectativas en el Presidente priista.

La reforma fiscal se ensañó con las clases medias. Es verdad que también, en términos recaudatorios, afectó a las grandes empresas, pero a las clases medias les aumentó desproporcionadamente los impuestos, sobre todo el ISR, le quitó posibilidades de deducir gastos que tienen un peso notable en la economía familiar, como las colegiaturas y los seguros de gastos médicos.

La reforma fiscal aumentó la recaudación varios puntos del PIB, pero perdió a la clase media para el gobierno de Peña Nieto. Peor aún, identificó la reforma fiscal (sumada a los aumentos posteriores a la gasolina) con las reformas estructurales, con la diferencia de que la mayoría de que éstas (la educativa o la energética) tendrían efectos en un futuro relativamente lejano, mientras que los costos de la reforma fiscal se pagaron de inmediato.

Súmele usted a eso la divulgación de casos de corrupción, y tendrá los ingredientes ideales para el enojo social de una clase media que decidió castigar al actual gobierno, poniendo sus esperanzas y expectativas en el hombre que hasta hace unos años era identificado como el mayor peligro para su futuro.

Cuando López Obrador decide ahora revisar muchas de sus promesas de campaña, no es sólo porque se esté topando con la realidad, lo que no es precisamente un dato menor, sino también porque él y su equipo tienen que estar comprendiendo que el futuro de su gobierno, e incluso de sus ambiciosos programas sociales para los más pobres, dependen de que la clase media que esta vez le dio su apoyo electoral, lo mantenga cuando sea gobierno. No puede aumentar impuestos, porque tendría un castigo inmediato; no puede abandonar la disciplina fiscal y económica, porque repercutiría en la inflación y el consumo; tampoco puede abandonar el TLC, no puede tener gasolinazos (pese a que aceptó que el precio se tendrá que deslizar); tendrá que revisar temas como el del nuevo aeropuerto o las vialidades, porque son una fuente enorme de recursos y empleos para el sector privado y sus trabajadores y empleados.

López Obrador quiere que primero estén los pobres; hace muy bien en proclamarlo y tratar de ejercerlo. Pero llegó al poder de la mano de la clase media, y su futuro depende de que siga junto con ella.

 

MOCTEZUMA

 

Esteban Moctezuma deja Fundación Azteca, regresa al sector público, encargado de la SEP en la próxima administración de López Obrador. Como lo reconoció Ricardo Salinas, el suyo fue un trabajo notable al frente de la Fundación, su capacidad, esfuerzo y dedicación es una garantía de éxito en sus responsabilidades futuras.