Tras la puerta
SABINA DE LA LUZ URZÚA
El camino de la paz
Miércoles 11 de Julio de 2018 8:13 am
ANTE tanta
violencia en la República, en muchas ciudades, en nuestra sociedad colimense,
al interior de algunos hogares, es necesario que hablemos hoy sobre la Paz. Sí,
esa paz que se escribe con mayúscula inicial. Un estado no sólo emocional o
mental, sino un conjunto de condiciones externas e internas que permiten que
haya congruencia y coherencia en lo que decimos, lo que pretendemos ser y
estar. Mas el concepto de paz se desvanece o difumina ante nuestras
subjetividades. Esto es que nuestras percepciones, argumentos y lenguaje los
basamos en el punto de vista de nosotros o de una persona que nos influye;
además, nuestra perspectiva de la realidad está guiada por los intereses y
deseos particulares de nosotros. Cuando emitimos
juicios subjetivos, dejamos de pensar que las cosas se pueden apreciar desde
diferentes tipos de vista, y en muchos casos nos volvemos intolerantes. De la
intolerancia surge lo contrario a la paz, que es, ante todo, respeto por él o
la otra, sea quien sea –así se trate de quienes consideramos nuestros
contrarios, tendríamos que respetarlos para alcanzar la paz–. Quienes son
misóginos (personas que odian y desprecian a las mujeres), homofóbicos o
racistas, están lejos de la paz. Buscamos la paz como solución para nuestros
conflictos internos, familiares y los que surgen de las relaciones con otras
personas. También buscamos la paz en nuestra comunidad y en nuestra Nación. Mas, ¿qué es la
paz?, ¿te has puesto a dialogar con tu pareja, hijos o allegados sobre lo que
es la paz?, ¿es un producto social?, ¿o se construye como un camino a través de
continuos y permanentes intentos de hablar con la verdad cada uno de nosotros?,
¿cómo lograr vivir en paz, cuando destruimos, lastimamos a los “otros” a través
de la guerra, del uso de la violencia callejera, hogareña o nacional?, ¿es
posible encontrarla gozando de un status económico holgado?, ¿una familia puede
estar y ser pacífica si alguno de sus miembros es alcohólico o adicto a los
enervantes?, ¿un adicto o alcohólico vive pacíficamente al autodestruirse? Las soluciones
las buscamos, las exigimos a la autoridad, y muchos buscamos este estado
interior en la práctica compulsiva de ritos religiosos que no son la puerta
para ella, sino una especie de sopor o evasión para no enfrentarnos a nuestros
miedos. ¿Una persona que obliga a otros a someterse a sus criterios o
interpretaciones de lo que es la vida y a cómo “deben ser o comportarse” tiene
paz? ¡Claro que no! Ni social o
individualmente estamos en condiciones de ser y estar en paz si somos sometidos
a la fuerza o control de otra persona que nos obligue directa o indirectamente
a través de chantaje, manipulación, amenazas, hambre, componendas, uso y hasta
abuso de “favores” que acepta el más débil por necesidad y que lo somete a los
caprichos del abusador o controlador, al pedir o aceptar el favor, que se
otorga en forma arbitraria y no por méritos propios o por el esfuerzo
realizado. Ejemplos de ello
hay muchos en la política, son aquellos corruptos que conceden prebendas a sus
amigos y que a través de ellas los mueven como títeres en un escenario. Estas
circunstancias alejan aún más a la persona de la paz interior y exterior,
porque lo convierten en “cosa”, no en un ser digno, como lo es toda persona
humana. Me pregunto si la paz podemos construirla en nuestro interior, en los
hogares, en los barrios, en nuestra Nación. Cada uno de nosotros tiene la
respuesta, como lo dice Bob Dylan en la canción Blowin in the wind: “La
respuesta está en viento”. Y hablando de
viento, ahora que sopla aparentemente a favor de los más pobres, ¿los
ciudadanos conscientes permitiremos que la paz inicie su construcción o
seguiremos permaneciendo silenciosos ante las injusticias e ilegalidades? Es
inmenso el daño al tejido social que trae a la fecha la violencia que es
muerte, exterminio, sacrificio, egoísmo destructivo, mentiras tras mentiras
públicas, privadas, escritas, orales, legales e ilegales.
Enfrentamos todos
un océano enorme de mentiras y traiciones, de robo, producto de la corrupción e
impunidad, del nepotismo a ultranza que impregna todas las instituciones y el
quid es crearemos cada uno condiciones para la paz. Habrá que detenerse,
enfocarnos a la reflexión y análisis de estos pensamientos de Mahatma Gandhi:
“El camino de la paz es el camino de la verdad. La mentira es, sin duda, la
madre de la violencia. Un hombre veraz no podrá ser violento durante mucho
tiempo, percibirá en el curso de su búsqueda que no necesita ser violento, y
luego descubrirá que mientras haya la menor traza de violencia en él, no será
capaz de hallar la verdad que busca”. El sacerdote franciscano de la orden
capuchina, Ignacio Larrañaga, nos describe claramente lo que es la paz. Este es
el link: https://www.youtube.com/watch?v=Alva48OPppQ. Como siempre, hasta
siempre. “La respuesta, mi amigo, está en el viento”, Bob Dylan.