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GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

Tentación


Viernes 13 de Julio de 2018 8:10 am


LA composición de las nuevas Legislaturas federal y local, con amplia mayoría de tribunos de la coalición Juntos Haremos Historia que comanda Morena, más que al triunfalismo, debe mover a la reflexión a las y los próximos legisladores, que por el hecho mismo de ser más y porque también en su mayoría ganó en las urnas por el arrastre de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, adquieren la gran responsabilidad de saber conducirse a la altura de las expectativas ciudadanas y de la promesa de cambio del sistema de gobierno que hizo el candidato presidencial triunfador.

En un sistema democrático de avanzada, las mayorías partidarias responsables en el Poder Legislativo responden a los intereses sociales, no a los particulares del gobernante en turno. En México, sin embargo, la práctica común es que las mayorías legislativas se comportan como oficinas de trámite del Mandatario federal o estatal, si es del mismo partido, dejando en último plano a la sociedad que, según la ley, representan.

Esta manera de conducción legislativa, que a su vez responde a las órdenes e intereses de las dirigencias partidarias, no le ha servido a la gente. La sumisión del Legislativo al Poder Ejecutivo es, desde hace tiempo, uno de los principales obstáculos que limita el avance del país, pues los acuerdos en las Cámaras para aprobar o desaprobar iniciativas gubernamentales se basan en decisiones cupulares de partidos o de bancadas, que piensan primero en sus propios intereses que en los del pueblo o del sector al que afectarán con su voto.

Lo que recién sucedió el 1 de julio con el PRI y con el PAN tiene mucho que ver con la forma en que ambos se han conducido como partidos políticos, pero también como Poder Legislativo frente al Poder Ejecutivo surgido de sus filas. Históricamente, el tricolor ha sido sumiso a las órdenes del Presidente de la República del mismo origen partidario, al grado de que el hecho se considera parte de su esencia, de su tradición, de su “deber ser”.

En el año 2000, cuando llegó el PAN al Ejecutivo Federal y empezó a tener bancadas numerosas en el Legislativo, hizo lo mismo que el PRI, supeditarse al Presidente, de tal forma que cayó en similares prácticas de complacencia absoluta hacia su máximo líder partidario, olvidando su esencia como partido y su representación popular en el Congreso, exhibiendo renuencia al cambio en el sistema político y de gobierno.

Los partidos políticos y los grupos parlamentarios por supuesto que deben respaldar al Presidente o Gobernador emanado de sus filas. Políticamente sería incorrecto no hacerlo. Pero hay límites que tienen que establecerse para no caer en contubernios, específicamente cuando el Ejecutivo no tiene la razón o cuando su propuesta atenta contra los intereses de la gente. El PRI, como partido político y como Poder Legislativo, se equivocó en asumir una actitud acrítica y de servilismo hacia su Presidente, y hoy paga las consecuencias.

La historia partidaria y legislativa en México advierte ese riesgo, y próximamente será el partido Morena, con apenas 4 años de existencia, el que puede caer en esa tentación. La gente le dio mucho electoralmente a Andrés Manuel López Obrador, pero eso no implica que necesariamente su partido y sus bancadas legislativas deban comportarse como simples comparsas de sus iniciativas o decisiones.

Lo que esté bien, que se respalde. Lo que no, que se debata con argumentos, anteponiendo siempre y en todo momento el interés superior del pueblo, al que el principal líder de Juntos Haremos Historia dijo que no le va a fallar.

 

POSDATA

 

Dada la buena relación del gobernador Ignacio Peralta Sánchez con Indira Vizcaíno Silva, recién nombrada coordinadora estatal del próximo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se espera trabajo y colaboración entre ambos, que ojalá se traduzca en buenos resultados para la gente de Colima. Lo que queda pendiente es saber cómo se llevará a cabo la fusión de las delegaciones federales en una sola coordinación general, labor que se antoja titánica y no exenta de problemas. Gran reto para el siguiente Gobierno Federal y para Indira en lo particular.