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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Seguro


Viernes 13 de Julio de 2018 8:11 am


LA seguridad personal de un Presidente es responsabilidad del Estado, de ninguna manera un gusto ni un lujo. En México, se asignó un Estado Mayor Presidencial a los mandatarios para resguardo y servicios generales. Está formado por militares y bajo el mando, casi siempre, de un general.

Impedir un eventual atentado contra el Presidente o su familia se vuelve labor de suma importancia, no porque se considere al jefe de la Nación un ente superior o privilegiado, sino en razón de que de consumarse una agresión alteraría al país, a la colectividad y debilitaría, así fuera pasajeramente, al Estado e irrumpiría en la economía al desatar la especulación bursátil. El costo económico sería muchísimo mayor que las erogaciones por el funcionamiento del EMP.

Al EMP se le han atribuido abusos, excesos, prepotencia y derroche. Han sido acusaciones fundadas, casi siempre. Si esa conducta es reprobable, me parece que hay una que lo es más: Que esos militares manejen en la práctica cotidiana la agenda del Presidente y ajustándola no a las necesidades del Mandatario de atender determinados asuntos o a la gente, sino al concepto burocrático de que las cosas deben ejecutarse como se planearon sin posibilidad de improvisar cambios sobre la marcha cuando sea necesario. Con frecuencia, un Presidente es requerido a dialogar por los gobernados, que lo consideran la última esperanza de solución de sus problemas, que son los más relevantes para ellos, luego de pasar por el vía crucis de instituciones y trámites pachorrudos.

Un Presidente debe tener seguridad personal, a la vez que flexibilidad en la agenda, para mantener cercanía con los gobernados y escucharlos directamente cada vez que sea necesario. El EMP suele obstruir el contacto con el pretexto de la máxima seguridad.

¿En qué medida puede combinarse la seguridad presidencial con la eficiencia política a la hora de contactarse con la gente? Eso se tiene que acordar entre el mandatario y el EMP o quien se encargue de la protección.

Todo esto viene al caso porque AMLO se ha negado a que el EMP se encargue de su seguridad. Más allá de quién deba asumir esa tarea, alguien debe tomarla ya. La afirmación obradoriana de que “el pueblo me cuida” es una frase de campaña, por lo menos, y ya no está buscando votos. Hoy es pura retórica.

Ya no es un ciudadano común, sino el candidato ganador de la elección presidencial, uno entre 130 millones de mexicanos; pronto lo declararán Presidente electo y en 4 meses y medio deberá asumir la Presidencia de la República. Lo razonable es que tenga protección; que la otorguen civiles o militares es lo de menos.

El EMP o quien cuide al Presidente, se encarga de labores de vigilancia y prevención con mucha anticipación. El lugar donde estará el Mandatario, es visitado, revisado y certificado por elementos del EMP conforme a protocolos. Horas antes del arribo, permanecen en el sitio y durante la estancia del jefe de la Nación, están en alerta. Saben que un atentado puede ocurrir en cualquier momento.

Además, recaban información de esa que llaman “de inteligencia”, que ayuda a garantizar la seguridad presidencial.

López Obrador debe asumir que su seguridad ya no es más un asunto personal, sino razón de Estado. Tiene que ser suficientemente responsable para aceptar que lo cuiden. Que no lo obnubilen el entusiasmo y las emociones de la victoria, pues con el transcurso de los días y los meses se atemperarán para dar paso a posiciones más realistas. Y nadie quiere –incluso quienes no comulgan con su política– que el candidato ganador e inminente Presidente, sufra un atentado, una agresión o un emotivo tumulto lo lesione, pues eso dañaría al país. Aceptar la protección profesional, sea civil o militar, será gesto de humildad de López Obrador y, sobre todo, un acto de racionalidad política.

 

MAR DE FONDO

 

** De noche, muchas calles de la ciudad continúan a oscuras porque falla el mantenimiento del sistema de alumbrado público. Si no asume sus deberes en seguridad pública, al menos iluminar bien calles y avenidas debiera el alcalde Héctor Insúa antes de dejar la presidencia municipal.

 

** Los ganadores de la elección legislativa local pretenden que el Congreso del Estado en funciones, les deje elegir fiscal general, fiscal anticorrupción y magistrados. Deben entender que los diputados forman el Poder Legislativo constitucional y no tienen por qué cesar antes de tiempo ni renunciar a sus obligaciones, que se terminan el 30 de septiembre. Y que, conforme a la ley, el nombramiento de los fiscales corresponde, cuando es por primera vez, al Gobernador. La ley es la ley y se debe acatar.

 

** “Si junto a ti las horas se apresuran/ a quedarse en nosotros para siempre,/ hoy que tu dulce ausencia me encarcela,/ la dispersión del tiempo en mis talones/ y en mis oídos y en mis ojos siento./ Yo no sé caminar sino hacia ti,/ ni escuchar otra voz que aquella noble/ voz que del vaho borde de la dicha/ vuela para decirme las palabras/ que aguzaron el agua del poema./ ¡Decir tu nombre entre palabras vivas/ sin que nadie lo escuche!/ Y escucharlo yo solo desde el fino/ silencio del papel, en la penumbra/ que va dejando el lápiz, en las últimas/ presencias silenciosas del poema”. (Carlos Pellicer, mexicano, 1899-1977. Si junto a ti las horas se apresuran...)