Diario de una CAE local
ELSA I. GONZÁLEZ CÁRDENAS
Viernes 13 de Julio de 2018 7:59 am
II/II EL tiempo transcurrió sin que Lupita
se diera cuenta. Tres casillas avanzaban a buen ritmo. La única que atrasaba el
proceso era donde el representante de partido político firmaba cada boleta y a
la vez tachaba en su Lista Nominal los nombres de las personas que iban
votando. Antes de las 4 de la tarde, su
compañera CAE federal la cubrió para que pudiera ir hasta su sección distrital
a votar. Fue de prisa. Cargó la mochila negra que el IEE le prestó. Ahí llevaba
comida dentro de un recipiente plástico. Comió en el camino mientras se
transportaba. Sintió la adrenalina. Recordó aquellos tiempos que ingería
alimentos en 15 minutos, para luego retornar a laborar. Regresó feliz con el
dedo pulgar marcado. Nadie notó la ausencia. Los funcionarios de casilla estaban
atentos al reloj: “Ya casi son las 6 de la tarde”, decía alguno; en cambio, un
tercer escrutador argumentaba con voz afable: “Pásenle, pásenle que todavía hay.
Vénganse a votar por el candidato de su preferencia”. ¡La ayuda de los funcionarios fue
extraordinaria! A ellos no se les pagó el día de trabajo, sólo se les dio una
dieta de 450 pesos. Fueron ciudadanos voluntarios, elegidos por el INE para ser
parte del proceso hasta concluir la jornada electoral. Cada uno de ellos fue
capacitado por los CAE’s federales en el tiempo que los primeros definieron. En los simulacros de la jornada
electoral, todos estuvieron dispuestos y participativos. Siempre se les hizo
hincapié que si surgieran incidentes como el robo de las boletas, actas o
urnas, no se entrometieran, porque ante todo estaba su integridad y seguridad. Un minuto antes de las 6 de la tarde,
Lupita caminó hacia el cancel de la escuela para cerrarlo. En ese instante, un
elector arribó con andar relajado y rostro decidido. “¡Usted es el último,
apenas alcanzó a llegar!”, argumentó la chica. Afuera del inmueble, los
representantes de partidos políticos aguardaban inquietos, esperanzados a que
los candidatos de su color ganaran. En las elecciones federales, para
elegir al Presidente de la República, era evidente el triunfo de Andrés Manuel
López Obrador, al menos así lo determinaban las encuestas. Las incógnitas
estaban en saber quiénes serían los próximos senadores, diputados federales y
locales, y Alcalde de Manzanillo Cuando ya no hubo votantes dentro de
las casillas, se sintió un respiro, luego de casi 11 horas de labor continua.
Se acercaba lo interesante de la jornada: el conteo de los votos. Los secretarios y escrutadores
asignados, en dos mesas contiguas clasificaron los votos sobre un mantel
proporcionado por el INE. Todo frente a los ojos de los demás funcionarios,
representantes de los partidos políticos, CAE federal y local. El resultado fue un gran margen de
ganancia de votos del partido Movimiento Regeneración Nacional, en coalición
con Partido Encuentro Social y Partido del Trabajo, comparado con el resto. Mujeres y hombres de los
representantes de los partidos políticos permanecían callados, incrédulos a lo
que estaban viviendo, sus rostros de resignación aún guardaban la fe para
triunfar en otras secciones. Cerca de las nueve de la noche, Lupita
se enteró a través de un amigo, por mensaje telefónico, sobre las declaraciones
públicas que dieron los dos contrincantes de AMLO, Ricardo Anaya Cortés y José
Antonio Meade Kuribreña: la aceptación de la derrota. Luego de concluir el conteo de votos.
Los secretarios procedieron a llenar las actas, luego a guardarlas entre el
equipo de funcionarios en las bolsas plásticas correspondientes. Al final, toda
documentación se guardó en la caja del paquete electoral. A las 2 con 15 minutos, su compañera
CAE federal y ella salieron de la escuela junto con toda la gente de las
casillas. Sólo el segundo secretario la acompañó al vehículo que los
transportaría a ambos al IEE para entregar los paquetes electorales. En la calle, dos policías custodiaban
el inmueble. Se acercaron a las mujeres para cuestionar sus nombres y anotar en
una libreta de notas, las placas de los carros de cada CAE.
A las 2:32 de la mañana entregaron los
paquetes. Después, Lupita retornó al funcionario a su domicilio. A las 3 de la
mañana, la mujer ya estaba en casa con los pies cansados y poco sueño. La
emoción de haber participado en unas elecciones históricas la mantuvo en
vigilia por un largo rato.