¿Privilegiar la esfera política o el desarrollo humano?
SERGIO A. PORTILLO CEBALLOS
Viernes 13 de Julio de 2018 7:58 am
CON motivo de la Copa Mundial de
balompié, ante el desempeño de nuestra Selección Nacional, me asaltan dos
preguntas: ¿Qué objetivos pretende esta justa del balompié? ¿Cómo mejorar la
calidad de nuestro futbol? Son muy conocidos los propósitos de este evento
planetario: se trata de un multimillonario negocio para clubes, jugadores,
organizadores, empresas de publicidad, medios (en especial televisoras) y de
otros. Es un espacio de competencia para exhibir dominio del balompié y
habilidades de equipo. Una justa de naciones sometida a resultados de
victoria/derrota, donde participan los mejores jugadores que se podrían alzar
con inmodestia nacional como ganadores a escala planetaria. Una ocasión
utilísima de alcance global para promover, en lo económico y político, a la Nación,
sede del suceso. Sin embargo, estos instrumentos no son
su afán más digno. En consideración más elevada, pocos pondrían en duda que su
objetivo más valioso debería ser el humano: celebrar un encuentro entre jóvenes
del mundo en la felicidad del juego deportivo y la sana competencia, inspirados
por principios/conductas valiosas, convivencia y desarrollo integral. Si los mexicanos pusiéramos en debate
cómo mejorar nuestro futbol, dignificar y ganar la Copa del Mundo, ¿qué esferas
deberíamos privilegiar? En lo político, ¿deberíamos enfocar selección de
candidatos y modo de elegir a directivos de la federación de futbol? ¿De las
agencias, clubes, asociaciones y colegios del ramo? ¿Deberíamos priorizar la
revisión del reglamento para hacer reformas y adiciones pertinentes? ¿Sería lo
más importante contratar a un director técnico y jugadores efectivos? En lo
económico, ¿sería prioritario enfocarnos en eficientar sedes, presupuestos,
boletos e ingresos? ¿Lo importante sería la paga a jugadores, empleados y árbitros?
¿La transferencia de membresías y futbolistas? ¿La construcción de canchas e
infraestructura? Igual que en la Copa Mundial, aquí la
meta más importante sería quizá en la esfera humana. Planear la nueva selección
a partir de normas derivadas de una óptima funcionalidad de los jugadores. ¿No
tendríamos mejores resultados si ennobleciéramos la celebración del juego,
disfrute y encuentro, conductas valiosas y desarrollo integral? ¿Jugadores con
vocación, que no sólo sepan patear el balón, sino surfear en nube de energía,
congruencia con fortalezas-virtudes, despliegue del potencial, manejo
emocional, espíritu de equipo, mentalidad de triunfo y significado valioso? ¿No
sería mejor estrategia cumplir principios/objetivos del desarrollo, habilidades
integrales, felicidad/eficacia del equipo? En paralelo. Si para construir nuestra
Nación soñada debatiéramos cómo abolir la corrupción, ¿qué estrategia
privilegiar? En lo político, ¿bastaría con mejorar la democracia electoral,
enfocar calidad de candidatos y directivos de la Federación, estados y
municipios? ¿Depurar la Constitución política, leyes y reglamentos, suprimir
rendijas corruptibles, hacer reformas pertinentes? ¿Bastaría contratar a un
Presidente, funcionarios o representantes honestos y efectivos? En lo económico-social, ¿alcanzaría
con reformar leyes-reglamentos para estimular la inversión, crear empleos y
prosperidad; trabajadores eficientes y honestos; docentes capaces con
principios o medios al servicio del desarrollo? ¿Bastaría con una banca solidaria
y organismos defensores de usuarios; justicia tributaria, no cargar mano a
contribuyentes; gasolina-gas que beneficie y renta petrolera para bien social? Análogo a la gesta del futbol, si de
veras pretendemos abolir la corrupción y lograr la cuarta transformación, no
bastará aplicar utensilios político-económicos. La meta más importante sería en
la esfera humana: planear una sociedad más humanizada; adherir economía y
política al desarrollo humano. Si subordinamos principios valiosos a la
codicia, corremos riesgo de justificar la corrupción. Fundamos gobiernos y
empresas para realizar un proyecto de vida, pero acabamos codiciando poder y
dinero más que la vida. Elecciones, alternancia, pluralismo, contrapesos,
reformas, presupuesto, economía y salario son herramientas. La meta sustantiva
debería ser la felicidad del desarrollo humano. Debemos instituir una
constitución moral que ilumine principios/objetivos valiosos y habilidades
integrales. Necesitamos trabajar a fondo la
estructura motivacional interna de la gente y en especial de los líderes. Una
estrategia de prevención, reeducación y crecimiento personal. Un movimiento
nacional de humanización de largo aliento, un plan integral del desarrollo
humano transexenal y trans-institucional que contemple introducir a familia y
escuela, empresa e institución, a los diversos clubes, programas detonadores
del potencial humano, restauradores del tejido social, inspirados en
convicciones, objetivos y pedagogías firmes y probadas. Dedicar a este
propósito los mismos esfuerzos, inteligencia y recursos que se han asignado
para lograr el crecimiento económico.
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