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MOMENTOS



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Con el alma en un hilo


Sábado 14 de Julio de 2018 9:03 am


DOCE niños y su entrenador, atrapados en la más extensa y laberíntica cueva de Tailandia. La noticia, como un imán, atrajo la atención del mundo entero; en mi caso, la viví con el corazón encogido. Cada día buscaba, después de las 12 de la noche, las novedades sobre el avance del rescate. El deseo de que esos chicos salieran con vida ha sido, sin temor a equivocarme, general. Y tanta energía positiva congregó a profesionales en rescate de varios países, incluyendo al multimillonario fundador de Tesla y SpaceX, Elon Musk, quien pensó en un plan de salvamento construyendo un minisubmarino fabricado con piezas de cohetes. La cápsula submarina incluso fue llevada a Tailandia, sin embargo, el gobierno de ese país declinó amablemente la oferta y optó por seguir adelante con su plan original de utilizar buzos. 

Ha habido desastres que involucran víctimas de todo tipo, pero que recuerde, este reciente del grupo de niños nos ha involucrado como si de familia se tratase.

He reflexionado sobre esto y creo que hay ciertos factores claves que nos han tenido con el alma en un hilo: el que el grupo haya estado integrado por niños y adolescentes y su joven guía, de apenas 25 años. El temor y la casi certidumbre de que quizá no lograran salir con vida, ya que se hablaba de semanas o meses para poder extraerlos, debido a las condiciones del clima y lo accidentado de la caverna inundada. Y el más notable, el enterarse que todo ese grupo había sido encontrado con vida, salud y una presencia de ánimo increíble, después de haber pasado 9 días en completa oscuridad, en un ambiente húmedo y frío, y sin saber que el mundo se había unido para buscarlos.

Los medios no han dejado de informar los avances y detalles de esta odisea. ¡Maravillosa humanidad que ha respondido como una sola alma! Pero me gustaría apuntar los reflectores sobre aquello que sostuvo, tanto física como emocionalmente al grupo durante más de 2 semanas antes que lograran ver, literalmente, la luz. En principio, los primeros días antes de ser localizados, tuvieron el apoyo de su entrenador, Ekapol Chanthawong, quien llevó a los niños a la cueva, pero luego fue clave para salvarlos.

La primera reacción del mundo fue adversa para él; yo misma pensé: ¿Por qué los llevó ahí si era tan peligroso? Pero en cuanto los primeros buzos encontraron a los niños, la percepción sobre el técnico cambió. Los videos en los que se apreciaba a los muchachos de entre 11 y 17 años en buen estado de salud y con presencia de ánimo, hizo a muchos preguntarse cómo habían podido sobrevivir y cuál fue el papel de su entrenador.

Ekapol, conocido como Ake, antes de dedicarse al futbol había sido ordenado monje budista novicio y llegó a completar el más alto nivel de estudios Pali (sobre textos religiosos del hinduismo y de la doctrina budista denominada Theravada). De hecho, les había enseñado meditación a los chicos para ayudarlos a manejar el estrés. Uno de los jefes de la operación de rescate, el almirante Yuukongkaew, dijo que el entrenador usó estas técnicas de meditación para calmar a los niños, pero también para asegurarse de que consumieran la menor cantidad de aire posible en la cueva. Como pudimos saber, a medida que pasaban los días, los niveles de oxígeno caían aproximadamente un 15 por ciento en la zona donde estaba el equipo. Era vital que conservaran la salud mental, y la meditación fue clave para controlar la respiración y reducir el estrés y la ansiedad.  

El equipo fue a la cueva para celebrar el cumpleaños de uno de los chicos. Los otros niños se juntaron para comprar refrigerios, y se cree que fue este alimento, más el agua que goteaba de las paredes, lo que les ayudó a mantenerse con vida. Se reportó que el entrenador rechazó recibir esta comida, para que hubiera más para los niños. El joven era el más débil, cuando los buzos los encontraron el 2 de julio. El corazón, pues, se nos agrandó de orgullo y agradecimiento por aquellos que pusieron de manera incondicional todo lo que estuvo de su parte para que el reciente martes finalizara con el mayor éxito el extraordinario salvamento del valiente equipo, atinadamente nombrado Los Jabalíes Salvajes.

Sólo lamento, junto al resto del mundo, que el ex buzo de la marina tailandesa, Saman Gunan, murió mientras ayudaba a trasladar tanques de oxígeno para los niños. ¡Honor a quien honor merece!  


bigotesdegato@hotmail.com