LUNES POLÍTICO
LUNES POLÍTICO
Lunes 16 de Julio de 2018 8:04 am
Cuesta arriba CON el nombramiento de coordinadora
estatal en Colima del próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Indira
Vizcaíno Silva, ganadora de la elección de diputada federal por el segundo
distrito, parece dar un salto al vacío. De la posición de Legisladora federal,
a la que deberá solicitar licencia, pasará a manejar un ente burocrático que
todavía no se entiende, tiene muchos riesgos de funcionamiento y causará
problemas diversos. Estará completamente cuesta arriba, en pocas palabras. En apariencia, Vizcaíno Silva fue
premiada, pero en realidad la colocan ante una situación demasiada complicada:
hacer funcionar, sin delegados, subdelegados y otros directivos, un gigantesco
aparato burocrático que son las delegaciones de dependencias federales y
Secretarías del próximo gobierno. Esa maraña burocrática va desde la
Secretaría de Gobernación y sus funciones políticas, hasta la de Comunicaciones
y Transportes con sus aspectos técnicos, tan disímiles unas de otras, con
atribuciones y tareas asaz diversas, pasando por entidades oficiales como
Relaciones Exteriores, Turismo y un montón de dependencias más que hoy atiende
más de un medio centenar de representantes. En un afán de ahorro de sueldos y
cancelación de supuestos privilegios de los delegados y para agilizar las
acciones federales, se concentra la representación federal en una sola oficina
y en una sola persona, Indira Vizcaíno, en el caso de Colima. ¿Podrá la
Diputada federal electa asumir esas tareas con éxito y eficiencia? ¿Tendrá los
conocimientos de todas las materias que estarán bajo su mando? ¿Qué sucederá
con ella si el fardo del monstruo burocrático la arrastra en vez de que ella lo
suelte, como se pretende? ¿Y si en lugar de agilizar el trabajo se torna más
lento porque la toma de decisiones se retrase? ¿Le alcanzará el tiempo y la
energía a Indira para atender lo mismo asuntos de la API de Manzanillo que los
de Medio Ambiente, Turismo y de Seguridad Pública? ¿Conoce todas esas materias
lo suficiente para controlar el ente burocrático y cumplir exitosamente su
función? ¿O serán sus subordinados quienes tomen finalmente las decisiones y no
ella personalmente, lo que al final sólo entorpecería los procesos? Por lo
demás, no pueden prescindir legalmente de quienes están en el servicio civil de
carrera, pues la ley los protege. Pensando políticamente, hay quienes
creen que esta representación del Gobierno Federal le servirá para proyectarse
como candidata a Gobernadora en 2021. Pero no hay garantía de éxito, sino al
contrario, y menos cuando se trata de un experimento sin antecedentes y que
será no sólo complicado, sino conflictivo. Los resultados podrían ser muy
distintos a los buscados y de ello resultará afectada Indira, en lugar de
beneficiarse. En 2 años y medio, será imposible dar buenos resultados, y más
cuando las funciones de los 32 representantes de AMLO ni siquiera están
reguladas por una ley. Claro, pueden hacer una al vapor o reformar la actual,
pero será más por salir del paso que por conocimiento. Así que Vizcaíno Silva no salió
beneficiada, como creen sus seguidores políticos, ya que la representación
podría, por el contrario, afectarla en su condición de funcionaria, en la que
tiene experiencia previa en dos rubros menores al cargo por venir: alcaldesa de
Cuauhtémoc, para el cual fue electa, y secretaria de Desarrollo Social de
Colima, nombramiento otorgado por el gobernador José Ignacio Peralta Sánchez,
con quien se ha confrontado innecesariamente al declarar recientemente sobre
supuestos apoyos que recibió de dirigentes o liderazgos priistas: “… Nacho fue
mi compañero de trabajo, ni siquiera fue mi jefe”, además, “literalmente me
dijo que prefería que perdiera, porque como yo iba de plurinominal, prefería
tener dos diputados a uno”, rematando con un galimatías sobre Rogelio Rueda
Sánchez, presidente del CDE priista: “… de Rogelio tampoco, incluso he visto
que se la han pasado criticándolo de que llevó al PRI a la derrota, pero luego
dicen que me ayudó, entonces, o es muy bueno o muy malo, porque si yo gané con
81 mil votos, y él me ayudó, entonces es un chingón, los comentarios se
contradicen”. Por lo demás, la anunciada
desconcentración de la estructura del Gobierno Federal conlleva también
demasiados riesgos. Al menos 8 mil empleados federales se quedarán sin empleo;
varias decenas de miles serán obligatoriamente desarraigados de la capital del
país para enviarlos a residir a entidades distantes. Los estados receptores de
oficinas federales, como las del ISSSTE, en el caso de Colima (serán al menos 3
mil y sus familias), resentirán efectos negativos: demanda intempestiva de
vivienda con su consecuente encarecimiento, aumento de servicios públicos,
complicación de vialidades, mayor demanda de educación, seguridad pública y, en
general, bienes y servicios que el incremento artificial de población traerá. ¿Cuánto tiempo tardará en
desconcentrarse y en mostrar presuntos efectos benéficos? ¿Cómo se resolverán
los problemas de traslados a trámites múltiples de dependencias que se
encuentren una en el sur del país y otra en el centro o el norte? En el caso de Colima, se ve más que
complicado y terminará perjudicando a Indira. Renovación del PRI LA derrota del Partido Revolucionario
Institucional en la contienda presidencial tiene un responsable y un culpable
directo, y no es otro que el presidente Enrique Peña Nieto, pues a la vez de
ser Jefe del Estado mexicano, es también el principal militante y cabeza del
abanderamiento que hace 6 años lo llevó al poder. De haber ganado, el mismo
Peña Nieto se llevaría el reconocimiento. Los resultados del Gobierno Federal
fueron determinantes para que el PRI perdiera la Presidencia de México. El
Mandatario federal desaprovechó la enorme oportunidad que tenía para demostrar
que el tricolor sabía hacer bien las cosas, sobre todo en su retorno a Los
Pinos luego de 12 años de ausencia. Fue él quien llevó la conducción del
proceso interno del PRI con miras a la elección presidencial. Primero, impuso
como presidente del Comité Ejecutivo Nacional a Enrique Ochoa Reza, inexperto
en el ámbito político y electoral. Enrique Peña decidió que el candidato
del PRI a la Presidencia fuera José Antonio Meade Kuribreña, un servidor
público con capacidad, preparación y honorabilidad, pero sin carrera política
ni partidista, sin militancia partidaria ni experiencia electoral. Y fue el Presidente quien nombró como
coordinador de campaña de Meade a un desconocedor de la materia, Aurelio Nuño
Mayer, quien aparte cargaba el desgaste como secretario de Educación del
Gobierno Federal y confrontado fuertemente con el magisterio en general. Es decir, Peña Nieto impuso en los
tres principales cargos de la campaña presidencial a tres desconocedores del
ramo político y electoral. La cúpula y la militancia dura del PRI se lo
permitió porque traen en su ADN la sumisión absoluta a quien esté al frente de
la Presidencia de la República. Ya iniciada la campaña formal, Ochoa
Reza fue removido para dejar en su lugar a René Juárez Cisneros, ex gobernador
de Guerrero, político con experiencia y trayectoria, quien, sin embargo, entró
tarde al relevo de la dirección partidaria y poco pudo operar al interior y al
exterior para culminar con éxito una contienda complicada para su partido. El Grupo Atlacomulco igual fue
arrastrado por Enrique Peña Nieto, quien no sólo fue el factor principal para
perder la Presidencia, sino también casi todos los cargos de elección en el
Estado de México, cuna de esa bastión priista hoy acabado. El próximo relevo presidencial del 1
de diciembre, marcará para el Revolucionario Institucional el inicio de una
amplia y exhaustiva reflexión, ya sin Peña Nieto en la Presidencia. Tendrá que
replantearse su renovación, pero en serio, con bases sólidas, sin cambiar de
nombre porque la marca PRI es conocida y podría resurgir con éxito, si cambia
de fondo y presenta propuestas viables de gobernanza y de organización interna. Desechar lo que no sirve es imperioso.
El partido tricolor no tiene por qué mantener en sus filas a gobernantes, ex
gobernantes y funcionarios corruptos que tanto lo han afectado. Tiene que
rescatar a militantes honorables, capaces y comprometidos con los principios
partidarios, incluso ponerlos al frente de la conducción del instituto en el
nivel federal, en los estados y en los municipios. El jueves pasado, en reunión con
integrantes de la Alianza Generacional, René Juárez definió que el PRI necesita
un proceso “de reconstrucción”. Convocó al priismo a hacer una profunda
reflexión, a trabajar en unidad, cohesionados, con entendimiento, estableciendo
acuerdos al interior, para estar a la altura de los nuevos tiempos y de las
demandas de la sociedad. En el año 2000, cuando por primera vez
el tricolor perdió la Presidencia, se reflexionó y debatió en su interior para
fortalecerse y presentarse en posteriores contiendas como la opción de gobierno
que históricamente prefería la mayoría de votantes. Pero en los hechos no
cambió. Sin Presidente de la República, 20 gobernadores priistas formaron la
Comisión Nacional de Gobernadores, como contrapeso al Gobierno Federal de
oposición, los que a su vez asumieron la rectoría política en cada una de sus
entidades. Eso fue todo. Esta vez, el PRI no puede darse el
lujo de cometer el mismo error. Tiene que revivir el dinamismo en sus sectores
y organizaciones, otrora importantes y poderosas por el trabajo que realizaban
en tierra, con la gente. Deben darle la oportunidad a la nueva generación de
militantes que quieren trabajar para el partido, y hacer a un lado a miembros
desprestigiados, como Emilio Gamboa o Ulises Ruiz, que no entienden los tiempos
actuales y pretenden dirigir al partido. Con apenas 14 gobernadores surgidos de
sus filas, a los que se restarán dos en los próximos relevos de Jalisco y
Yucatán que perdió el 1 de julio, el PRI tiene que renovarse o morir de plano,
no hay alternativa. Si se niega a aprender de esta nueva experiencia, en 3 años
desaparece y no habrá PRI después de 2021. Partidos, su futuro LUEGO del drástico cambio en el mapa
geopolítico del país tras el abrumador triunfo de la coalición Juntos Haremos
Historia en la jornada electoral del domingo 1 de julio, los partidos políticos
tienen poco tiempo para hacer reajustes y encarar los comicios venideros. Con los cambios en materia electoral,
que buscan homologar las elecciones en el país, el próximo año habrá elecciones
locales en Aguascalientes, Durango y Baja California, en los dos primeros
elegirán alcaldes y diputados locales, en el tercero también Gobernador, que
durará poco más de 2 años, pues en 2021 habrá nuevos comicios para ese cargo. Para 2021, habrá cambio de gobiernos
estatales en 15 entidades, incluido Colima, así es que tanto ganadores como
perdedores de la elección de julio pasado tienen poco tiempo para empezar a
preparar lo que viene. En el caso del partido Morena, que con
la ola López Obrador obtuvo triunfos en todo el país, está más que obligado a
tener un buen arranque en los gobiernos que encabezará, empezando por la
Presidencia de la República. En 2021 habrá también elección de
diputados federales, así es que será una primera evaluación para Morena y
Andrés Manuel, ya como gobierno; además, para ese año también podría haber una
consulta sobre revocación de mandato. En los primeros 2 años y medio del
próximo gobierno, los adversarios políticos serán muy críticos y estarán al
pendiente de cualquier yerro o incumplimiento de compromisos para exponerlo a
la sociedad. De entrada, hay cargos donde no se ve
manera de que los ganadores puedan hacer un buen papel, como es el caso del
próximo gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, cuyo ascenso político
se basa en su popularidad como futbolista, pero no se le ve capacidad para
gobernar un estado complicado. Lo mismo ocurre en Colima, con quienes
llegarán al Congreso del Estado, la mayoría sin conocimiento legislativo ni
capacidad. Igual pasa con la ganadora de la elección municipal en Manzanillo,
Griselda Martínez, a quien se le conoce desde hace años por su ideología de
izquierda y por criticar a los gobiernos en turno, pero que no parece idónea al
colocarse al otro lado del mostrador y manejar un Ayuntamiento tan importante. En el caso del PAN, tendrá que entrar
en un proceso de renovación. Ciertamente tuvo resultados menos malos que el
PRI, al ganar tres gubernaturas (Guanajuato, Puebla y Yucatán), pero no lo
mucho que esperaba. Luego de que Ricardo Anaya Cortés se
quedó, a la mala, con la candidatura presidencial, tras pisotear los derechos
de algunos correligionarios, el partido quedó confrontado. Una buena noticia para el panismo es
que Anaya ha señalado que no regresará a la dirigencia nacional del partido, es
lo menos que podía hacer luego de ser el responsable de la debacle en el
proceso electoral. Movimiento Ciudadano obtuvo buenos
resultados, principalmente en Jalisco, donde ganó la gubernatura, pero
inexplicablemente, el gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, anunció hace
unos días su separación de ese instituto político del que desde antes de asumir
el cargo (en marzo de 2019) se deslinda. No era militante, por cierto. El PRD promete ser una oposición
responsable, pero la realidad es que está en proceso de extinción desde el
surgimiento de Morena. Lo más seguro es que los pocos que quedan, se sumarán en
los próximos meses al partido de López Obrador, si es que los reciben. El PVEM perdió Chiapas y de no
quitarse el control de sus eternos dirigentes, Jorge González Torres y su hijo
Jorge Emilio González Márquez, no avanzará. Es bueno que exista un partido
Verde en México, como ha funcionado en otras Naciones, pero que no sea una
franquicia propiedad de una familia. El Partido Nueva Alianza no duró mucho
en el espectro nacional. Fundado por Elba Esther Gordillo, hoy en prisión
domiciliaria, nunca se consolidó y quedó demostrado que los ciudadanos
prefieren a los maestros en las aulas que en política. El dirigente nacional,
Luis Castro, presumió que querían probarse solos y le salió el tiro por la
culata, ahí están los resultados. El PT se benefició de la ola
lopezobradorista, a quien ciertamente apoyaron en todas las elecciones
presidenciales. Es un partido satélite, creado por Raúl Salinas de Gortari y el
que AMLO lo arrope es una incongruencia. El religioso Partido Encuentro Social
también perdió su registro. Bendito sea Dios, pues nada aportó el PES a la vida
política de México. Efecto AMLO LA inmensa mayoría de los candidatos
que ganaron las elecciones del 1 de julio, tanto de Morena, como del PT y PES,
se treparon al tsunami Andrés Manuel López Obrador, de eso no hay duda. En el caso de Colima –y esto se
replica en todo el país– a la gran parte de los que triunfaron, ni siquiera los
conocen los electores. La ola López Obrador fue tan grande, que arrastró todos
esos cargos. Ahora sí que es una vergüenza para los que no ganaron ni con el
impulso que les dio el tabasqueño. Cuando las coaliciones federales
PRI-PVEM-Panal y PAN-PRD-MC vieron que sería muy difícil alcanzar a AMLO,
porque les llevaba más de 20 puntos de ventaja, empezaron a pedir el voto
diferenciado para Presidente, senadores, diputados federales, locales y
alcaldes. Ante ello, Andrés Manuel pidió el
“voto parejo” en todos sus mítines. “Nada de votar diferenciado, necesitamos el
voto parejo para todos nuestros candidatos”, sentenció. Argumentaba que necesitaban mayorías
en el Congreso de la Unión y en las Legislaturas locales, para poder gobernar.
Asimismo, pedía respaldar a los postulantes para ganar las gubernaturas y
alcaldías que estaban en juego. Millones de electores atendieron ese llamado y
votaron parejo, sin importarles no conocer, en muchos casos, a los candidatos. Prueba de ello es que ganaron
aspirantes que contendieron para diputados federales y locales en distritos
donde no residen ni se les conoce. Otros candidatos a alcaldes, desarraigados
de sus municipios, también fueron beneficiados por el voto parejo. Hoy, algunos de esos aspirantes que
salieron triunfantes el 1 de julio quieren engañar con que llegaron a los
cargos por ellos mismos, por sus propuestas, por las simpatías que despertaron
en los electores. Es falso, la victoria se la deben a López Obrador. Hartos por los malos gobiernos del
PRI, PAN y PRD, la corrupción, la impunidad, los robos al erario, los moches,
etcétera, la mayoría de los mexicanos empujaron el cambio y masivamente votaron
a favor de López Obrador, pero también por los candidatos que él impulsó con la
coalición Juntos Haremos Historia. Sin embargo, la inmensa mayoría de los
abanderados que llegaron a los cargos de Gobernador, senadores, diputados
federales y locales, así como alcaldes,
son personas improvisadas, que no tienen carrera política, tampoco conocimiento
de la administración pública ni de la actividad legislativa. Se les debe dar el beneficio de la
duda, pero se ve difícil que hagan un buen papel, lo cual irá en detrimento del
país y del estado, pues en su gran mayoría llegarán a aprender, pero otros ni
siquiera alcanzarán a ilustrarse. El próximo 1 de octubre tomarán
posesión los 25 diputados locales de la nueva Legislatura, y el 15 de ese mismo
mes asumirán los 10 alcaldes y sus respectivos Cabildos. El miércoles de la semana pasada, López
Obrador se reunió con los candidatos de Morena-PT-PES que ganaron las
elecciones. Ahí les leyó la cartilla, donde principalmente les pidió acabar con
la corrupción, tratar con respeto a los ciudadanos y cumplirles las promesas
que les hicieron. Asimismo, los exhortó a encabezar
gobiernos austeros, “nada de politiquería, no hacer política en el viejo molde,
ese molde se rompió, se hizo pedazos el 1 de julio; la gente ya no quiere a los
políticos corruptos, prepotentes, falsos, fantoches, que no quieren al pueblo”. Andrés Manuel les pidió a los
postulantes que “no vayan a salir con tonterías, porque la gente se los va a
reprochar. No estén pensando que el pueblo es sumiso, callado, manipulado, como
antes. No se equivoquen, es un pueblo muy politizado, lo demostró el 1 de
julio”. Asimismo, les expresó: “Miren cómo
terminaron los otros partidos, se echaron a perder, se corrompieron y el pueblo
los castigó”. También, la semana pasada se reunió
con los gobernadores y acordaron trabajar unidos para lograr la “Cuarta
transformación” del país. El mandatario estatal, José Ignacio Peralta Sánchez,
calificó de positivo el encuentro porque, dijo, fortalece al Federalismo.
Los electores decidieron un cambio en
el país, pero eso no quiere decir que les hayan firmado un cheque en blanco a
los candidatos, incluido Andrés Manuel López Obrador. Estarán muy atentos para
ver que cumplan todo lo que prometieron, porque si hoy los premiaron, mañana
los pueden castigar, bueno, en el año 2021.