Tras la puerta
SABINA DE LA LUZ URZÚA
El silencio en la vía republicana
Miércoles 18 de Julio de 2018 8:06 am
NO aplica callar
para poder cambiar los comportamientos de los empleados públicos en funciones y
con facultades para aplicar las leyes, normas, criterios institucionales.
Tenemos que señalar en forma valiente –sin faltar al respeto, no palabras
altisonantes ni majaderas–, directamente las anomalías que se producen en el
momento. No en el pasado. No se trata de hablar por hablar, ni de imputar por
imputar, sino de señalar contando con pruebas documentales, testimoniales y
otras los hechos o conductas de un mal funcionario. Hacer caso a los
mensajes que circulan en las redes sociales no es sano para nuestra población
que ha sufrido por casi un siglo el maltrato institucional cada vez mayor, que
por más de 5 décadas calló, soportó e incluso se contaminó con prácticas de
corrupción, mucho tráfico de influencias que en ocasiones gozó por la impunidad
y en otras padeció por la impunidad que éstas producen. De esta forma, cuando por
las redes sociales te invitan a compartir mensajes dañosos, habría que
asegurarse, siquiera por respeto al prójimo, la veracidad de la información,
puesto que muchos contienen notas falsas. Una imputación
tendría que venir con el nombre y datos de la persona que lo origina para que
ésta asumiera la responsabilidad de la nota. Mas en las redes lo que impera es
el anonimato, la mayoría opta por no confirmar y ni siquiera se detiene a
reflexionar, sólo cliquea sin pensar en el daño que hace. Tendemos a no analizar.
Hay una costumbre popular por difundir chismes y tirar lodo proclive a la
injuria. No hemos sido enseñados en el respeto que todos nos merecen como seres
humanos. Este tema de que
el silencio no es la senda para República que se pretende instaurar a partir de
2019 con el nuevo gobierno Ejecutivo y Legislativo federal requiere que no
callemos las injusticias, ni las corruptelas que tantas veces y por más de 50
años se han padecido a lo largo de toda la Nación, mas también nos obliga a no
difamar civilmente. Mas cualquier señalamiento público, insisto, tendrá que ser
hecho con valor y entereza, nombre y apellidos y pruebas. Colocándose en la
equidad y el respeto. No se necesita denostar –despreciar– al mal funcionario. Sólo se requiere
hacer el señalamiento y contar con pruebas objetivas como documentos,
testimoniales y todos aquellos datos que permitan sostener el señalamiento,
callar no es lo debido. No vayamos a crear una torre de Babel, donde la paz no
sea posible por la ausencia de comunicación respetuosa y valiente. Las mujeres
callamos por siglos y cuando se nos dio el derecho de hablar por nuestros
derechos, muchas han optado por la postura vengativa y muy enojada, no la
madura ni justa. Otras gritan sus
derechos y luego caen de nuevo en el círculo del maltrato, retornan a los
mismos hábitos sea con la misma pareja o con una nueva; no aprenden a asumir el
control de su propios actos y las consecuencias que éstos traen. Muchas mujeres
golpeadas, maltratadas tienen miedo de enfrentarse cara a cara con todas las
tareas y retos que trae el ser responsable de sus propios actos. Por ejemplo,
hoy recibí un mensaje trillado, que evidencia la mentira; en él se afirma que
las personas exitosas tienen dos cosas en los labios, la sonrisa y silencio, es
largo y continua machacando que tu ambición sea vivir una vida tranquila
ocupándose de sus propios asuntos. Y me dije, “serán diplomáticos”. El contenido es
aparentemente inofensivo, sin embargo, trae palabras que etiquetan a los demás
de “cerdo”, “perros” y otros conceptos que denigran a los que no piensan o
actúan como uno. Esto es violencia soterrada. Si vamos a contribuir con la
transformación de la Nación e iniciar el camino republicano, tendremos que
aprender que no es el silencio ni el griterío lo que permite que una situación
cambie. La diplomacia está muy bien entre los gobiernos para evitar
confrontaciones profundas o entre instituciones privadas y públicas. Mas en las
relaciones humanas, lo sano es hablar y delimitar en forma clara y precisa, sin
gritos ni sombrerazos los límites de los demás y también aceptar que éstos nos
comuniquen lo que a nosotros corresponde. Ante tanta mentira que circula en las
redes sociales, bien aplica esta enseñanza de un hombre llamado Siddharta
Gautama, que hoy conocemos con la etiqueta de Buda –que significa iluminado–. Esta persona, que
nunca se dijo era Dios, ni habló siquiera de un concepto ontológico de la
divinidad deja como primera luz esta enseñanza que puedes aplicar: “No creas en
nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera porque muchas
generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante
muchos siglos. No creas en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o
finjan que lo creen. No creas en nada porque así lo hayan creído los sabios de
otras épocas o de ésta. No creas en lo que tu propia imaginación o ilusión te
propone, cayendo en la trampa de pensar que Dios te lo inspira. No creas en lo
que dicen las Sagradas Escrituras, sólo porque ellas lo digan. No creas a los
líderes ni a ningún otro ser humano aunque sea un gran hombre.
“Cree únicamente
en lo que tú mismo hayas experimentado, verificado y aceptado después de
someterlo al dictamen del discernimiento y a la voz de la conciencia, sólo
cuando tú veas que es para bien, créelo”. Y también una forma de discernir
sobre lo que nos llega por las redes sociales es que recordar que “Estamos en
este mundo para convivir con armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí”.
Construyamos y reconstruyamos con la mira en el bien común. Como siempre, hasta
siempre “la respuesta mi amigo, está en el viento”, Bob Dylan.