¿Refundar al PRI?
RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO
Jueves 19 de Julio de 2018 8:11 am
SIN duda, las
elecciones pasadas fueron las peores en toda la historia del Partido
Revolucionario Institucional. Más allá de la derrota del candidato José Antonio
Meade, que se perfilaba desde meses atrás, la sorpresa se presentó en la
política estatal y local. El partido se queda solo con unos cuantos estados en
los que tendrá que enfrentar a los Congresos que quedaron en manos de Morena,
incluido el Estado de México, bastión histórico del PRI y del actual Presidente
de la República. Lo acontecido aquí no es poca cosa: el hartazgo generalizado
logró vencer ampliamente a una estructura territorial, corporativa y clientelar
como ninguna otra. La derrota del
PRI en el año 2000 fue muy diferente. Conservaron su fuerza en las gubernaturas
de varios estados, consiguieron bancadas amplias, poderosas e influyentes en
los Congresos federal y estatales, además de conservar casi intacta su red
corporativa y clientelar. Desde esta estructura fue posible el regreso de “el
nuevo PRI” a Los Pinos en 2012. En aquellos años de principios del milenio, muchos
se apresuraron a dar por muerto al partido más importante de la historia de
México. Claramente se equivocaron. Con esto en
mente, seamos prudentes a la hora de emitir cualquier predicción al respecto.
El PRI no ha muerto todavía, aunque está severamente golpeado. Casi
inmediatamente después de la evidente derrota, la corriente Democracia Interna,
encabezada por el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, hizo pública una carta
en la que responsabilizaba a Peña de la debacle electoral y llamaba a la refundación
del partido sobre el principio de volver a las bases. También el ahora ex
presidente del Partido, René Juárez Cisneros, al presentar su renuncia, llamó a
la refundación y a la autocrítica. La pregunta es,
dada la naturaleza política del PRI como organización, ¿refundar sobre qué
principios o qué bases? En 1929, el PNR fue creado por Plutarco Elías Calles
para canalizar los conflictos entre los diversos líderes locales y evitar más
violencia a la hora de transmitir el poder. Lo logró. Por su parte, en 1938,
Cárdenas reorganizó el partido para organizar el apoyo popular que las masas le
brindaron. El partido (y una parte del Estado) se organizó de manera
corporativa: un sector obrero, un sector militar, otro para las clases medias y
otro para los campesinos. Funcionó. El partido y el régimen lograron que las
masas se integraran a la política, aunque controladas por la estructura
partidista. En 1946, Ávila
Camacho transformó el PRM en PRI y disolvió el sector militar tras la
modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas mexicanas como
resultado, entre otras cosas, de la Segunda Guerra Mundial. Por fin, el partido
garantizó el dominio civil sobre el militar. El partido, sin embargo, se volvió
profundamente autoritario. En los años 60, Carlos A. Madrazo hizo el último
intento significativo por democratizar el partido, pero se lo impidieron.
Teniendo en mente las diversas transformaciones del PRI por razones históricas,
¿cuál es la razón que llevaría al partido a refundarse? ¿Qué misión es la que tiene
que cumplir dentro del nuevo sistema de partidos?
A partir de los
años 90, principalmente, el PRI abandonó la ideología que tanta cohesión
interna le había dado: el nacionalismo revolucionario. El ala neoliberal del
partido se volvió la más poderosa, pero nunca pudo deshacerse de los viejos
priistas nacionalistas que optaron por quedarse en el partido tras la escisión
de finales de los 80. La naturaleza del PRI dejó de ser ideológica y pasó a
convertirse en una extensa red de méritos, beneficios y recompensas. Para
muchos no había otra opción más rentable de movilidad social. Ahora que el
partido ha perdido casi todo a nivel nacional y local, ¿qué beneficios y
recompensas tiene para ofrecer a sus militantes? Sin ideología y sin poder
político, ¿qué mantendrá cohesionado al partido? ¿Cuál es la razón de ser del
PRI ahora?