Filosofía marismeña
RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI
Hablando claro
Viernes 20 de Julio de 2018 8:20 am
EN la vida se nos
presentan oportunidades que a veces nos toman por sorpresa, que las comenzamos
a ignorar, las arrojamos al vértigo de nuestros miedos y confusiones, en un
tobogán en el que la velocidad que adquiere nos permite pensar en cerrar los
ojos y saltar hacia ello o retroceder. Ante cualquier decisión, siempre
terminaremos volviendo la vista hacia atrás, para reír o arrepentirnos de
nuestras acciones, reflexiones y comportamientos. En el mismo
momento en que no estamos mirando, la vida seguirá su curso, así que está de
más preguntarnos si aprenderemos alguna vez a disfrutar todo ese tiempo, a
agradecer todo lo bueno sin menospreciar o creer que las cosas buenas llegan a
nosotros sólo por casualidad o mera suerte, por lo que seguiremos calculando
qué es lo mejor. Como si pudiéramos saberlo alguna vez. La comunicación
de calidad descansa con la verdad, si se percibe engaño al difundirla, se crea
confusión y rechazo. Por ejemplo, en la familia, cuando uno de los padres
decide hablar con sus hijos, podrá discutir lo más pertinente, pero siempre
apegado a la verdad; las mentiras son lo que más dañan a los hijos porque están
en una etapa de crecimiento y madurez, por lo tanto, sus padres siempre serán
la base perfecta hacia su formación y educación. Además, si se discute el
aconsejar a sus hijos sobre qué es lo mejor y qué no, es por el hecho del
compromiso y don que como a todo padre le corresponde. Hay padres que se
equivocan al desatender la oportunidad de charlar con sus hijos, saber qué es
lo que les sucede, incomoda o daña, puesto que piensan que no es su problema.
Pero hay algo de lo que no se dan cuenta, y es que construir el diálogo es
parte fundamental de la comunicación para que sea sana, verdadera y sincera. Ningún padre es
perfecto, algunos intentan manipular la relación que llevan con sus hijos, pero
hay hijos que tampoco se dejan engañar. Todo esto pasa por el acercamiento
entre ambos, creyendo uno en el otro al ser sinceros. Cuando uno ha pasado la
tercera parte de su vida, termina por preguntarse qué hacer después, cómo puede
ayudar a sus hijos, nietos, y al resto de su familia para estar la mayor parte
de su tiempo en armonía. Es cuando nos damos cuenta de que la familia nos
brinda ese apoyo para la lucha diaria, comprensión y amor verdadero. Debemos ser
honestos para que en los malos momentos la familia logre una estabilidad. Nadie
es perfecto, pero se lucha para lograr ser importante con tus hijos y familia.
Pasan los años y vamos haciendo equipaje, sin imaginar cuándo volarán nuestros
hijos, mientras nos quedamos ahí, mirando hacia la puerta, en espera verlos de
visita. Cuando son
jóvenes, se argumenta que no halla qué hacer con ellos, y al final extrañan su
ausencia al no saber si regresarán. Cada cosa a su tiempo. Por eso es
importante hablar, quitar el miedo a enfrentarse aunque se sufra, que la sangre
no corra por las preocupaciones porque la vida de uno va ligada a la de ellos,
esa es la unión, la fuerza, su futuro. Quizás no exista capacidad para
explicar, pero tomar la mano en lo íntimo es explicación que se agradece, es unión,
vida, es el momento en que los hijos descubren el principio del amor fraterno y
lo mantienen hasta el final de sus vidas. Entonces, ¿qué ha
ocurrido? Es urgente hablar en los conflictos para una mejor calidad de vida.
Hay intereses dispersos sin aclarar. No es claro el interés de uno y de otro,
por eso se enmascara el conflicto, por ello se protesta, se crea la rebeldía al
defender el poco margen que se le deja, lo cual significa que se hace necesario
defenderlo a costa del cariño. Hay padres e hijos que no tienen en claro que el
conflicto se da porque ambos defienden diferentes intereses y la naturaleza de
ellos. Los hijos tienen una naturaleza clara, definida, buscando reivindicarla.
El padre se
trasforma por la ansiedad, y para contar con el poder grita, surgiendo su parte
primitiva. Hay discusión y se ve que intentan o niegan abiertamente para no
exponerse a las consecuencias. Lo sorprendente es que ambos aprovechan la
debilidad del otro en beneficio de sí mismo. Usan su inteligencia, adecuan el
lenguaje de ataque, recurren a sus actos intimidatorios y de alguna manera el
padre defiende su pasado. Fuerte confusión causa el cambio de personalidad del
padre que abraza y protege, da cariño, es parte de su vida, entorno. El amor y
respeto son unos valores que no podemos dejar escapar, los que tenemos que
potenciar, que conformarán la herencia más bonita que podemos dejarle a
nuestros hijos. ¿Qué es la vida? Es sencillez, pero también está llena de
contrastes entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Al final, es nuestra
decisión complicarnos la vida o no.