Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Presidente, así no lo haga
Viernes 20 de Julio de 2018 8:22 am
Para mi madre, Lidia, en sus 87 años. ANDRÉS Manuel López Obrador se ha
tomado, con todo derecho, unos días de descanso en su rancho. Son días de
relax, de estar con su familia luego de 2 semanas de torbellino en su
espectacular triunfo electoral. Son días, dijo, que le servirán para
reflexionar sobre muchas cosas. Viendo lo sucedido, la catarata de
anuncios que se han precipitado sobre el país desde el 1 de julio, creo que es
muy necesaria esa reflexión, sobre todo para comenzar a tomar la medida, a
darle la gradual idea y el tiempo que un programa de gobierno requiere. En
estos días se han anunciado cambios tan profundos en la administración, en la
política y hasta en el futuro de la vida cotidiana de la gente, que en algunos
casos han generado expectativas, esperanzas, pero en otros comienzan a provocar
temores fundados. De todo lo dicho, hay que quedarse con
los programas sociales y la certidumbre financiera. Es lo que puede marcar
realmente la diferencia en el corto plazo. Ante otros anuncios, como la
política de seguridad, habrá que esperar para diferenciar entre dichos y
propuestas concretas. Pero hay tres temas que sencillamente no creo que hayan
sido reflexionados en profundidad y que pueden ser tóxicos para una
administración a la que le faltan todavía 4 meses para asumir el poder. El primero, es la descentralización
del Gobierno Federal, esa idea de enviar a distintos rincones de la República
las Secretarías de Estado, con su personal, sus trabajadores, directa o
indirectamente con su infraestructura. No tiene sentido, es una idea que no ha
funcionado. En el plano local, fue desechado desde 1986, después de los sismos
del año anterior. En el internacional, la creación de Brasilia como nueva
capital, casi deja a Brasil en la quiebra y generó un descontento que décadas
después no se ha atenuado. Y estamos hablando de una ciudad que en su momento
se pensó como el gran proyecto urbanístico del futuro, que no lo fue nunca, y
aquí de movimientos de dependencias hacia ciudades que no tienen ni siquiera la
infraestructura mínima para alojar a sus nuevos ocupantes, que ya son fuente de
profunda preocupación para 3 millones de familias mexicanas. Otro tema. Que el Presidente se
reduzca su salario y que haga una muestra pública de austeridad es encomiable,
sobre todo después de los excesos que hemos vivido. Pero construir una
administración pública sin incentivos y donde no se podrá contar con personal
calificado de alto nivel porque, salvo casos muy particulares, no habrá interés
profesional en trabajar en ella, es un exceso en sentido contrario. En las áreas financieras, de
seguridad, de salud, de medio ambiente, militar, educativa, y en muchas otras,
hay personal muy calificado. En estos días, circuló mucho un tuit en el que
irónicamente se ofrecía un trabajo como director de operaciones financiera de
la SHCP, para un cargo que implicaba gestionar una deuda de 9 billones de
pesos, con un horario de 9 de la mañana a 7 de la tarde, de lunes a sábado, sin
prestaciones y con un salario de 40 mil pesos. Es más que una ironía: nadie realmente
calificado para realizar esa labor aceptaría, salvo que tenga una fortuna
personal considerable o que tenga otros intereses. Y tampoco es sano tener una
política de ingresos ocultos para compensarla. Simplemente hay tareas que
demandan pagar por ellas lo que las mismas exigen, es la base de una economía
de mercado de la que el gobierno no puede abstraerse. Obviamente eso se relaciona también
con la idea de despedir al 70 por ciento del personal de confianza. Mucho del
mismo por supuesto que puede ser reajustado, pero se debe pensar seriamente a
quién y cómo. Individualizar las decisiones. Ningún gobierno puede trabajar sin
secretarias en muchos niveles, como tampoco puede hacerlo con sólo cinco
asesores por cada Secretaría. Si estas son decisiones que si no son
revisadas terminarán afectando la vida de la gente y la eficiencia en el
funcionamiento del gobierno, hay otra que será contraproducente para el propio
presidente López Obrador. Todo lo relacionado con su seguridad personal y la
operatividad del gobierno no puede ser subestimado. El Presidente necesita el Estado Mayor
Presidencial, no hay un solo argumento válido de los que se han esgrimido hasta
ahora para justificar su desaparición. La más ridícula que he escuchado es la
que dice que se trata de un cuerpo “muy ostentoso”, me imagino que por el
despliegue que realiza. En realidad no se compara con el que realizan otras
corporaciones similares, comenzando por el Servicio Secreto estadounidense,
pero si ese es el problema simplemente es el Presidente entrante quien
designará a su responsable y quien le debe ordenar qué tipo de políticas
quiere, qué movimiento de personal, qué tipo de protección.
Está en las manos del futuro
Presidente decidir cómo operará esa institución, pero lo que no puede hacer es
no contar con ella. La historia tiene demasiados ejemplos de cómo esas malas
decisiones se pagan demasiado caras. Faltan 4 meses para el cambio de poder.
Hay tiempo de reflexionar, de ajustar, de no sufrir desgaste con tanta
anticipación. Y sobre todo, de aprender que las medidas generalizadas y
absolutas son dramáticas, pero casi nunca eficientes.