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MOMENTOS



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Cita con el tiempo


Sábado 21 de Julio de 2018 8:57 am


EL 28 de junio de 2009 a las 12 de la noche, Stephen Hawking se instaló frente a la puerta de entrada de un elegante salón de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y esperó. El lugar había sido decorado con globos y la mesa central estaba servida con aperitivos y, por supuesto, champán, la bebida predilecta del famoso físico británico. Hawking, quien falleció en marzo del presente año, a los 76 años, permaneció allí, esperando, sin quitar su mirada de la puerta. Pero nadie entró. “¡Qué lástima!”, exclamó el científico. Y es que aquella fiesta no era como cualquier otra: era un evento para los viajeros del tiempo. “Me gustan los experimentos simples y… el champán. Así que combiné dos de mis cosas favoritas para ver si los viajes en el tiempo del futuro al pasado son posibles”, explicó Hawking.

Para probar esta idea, el físico no le contó a nadie de la fiesta hasta que ésta terminó. Sólo entonces envió la invitación, que incluía las coordenadas exactas en tiempo y espacio de la gala, organizada en la tradicional escuela Gonvile y Caius de Cambridge. “Usted está cordialmente invitado al evento para viajeros del tiempo organizada por el profesor Stephen Hawking”, decía el texto, que también incluía la irónica aclaración de que no era necesario confirmar asistencia. “Espero que copias de esta invitación sobrevivan por varios miles de años en un formato u otro”, explicó el también divulgador científico –cuyo libro Una breve historia del tiempo, de 1988, vendió más de 10 millones de copias en el mundo–. “Quizás, algún día, alguien viviendo en el futuro va a encontrar la información y usará una máquina del tiempo para venir a mi fiesta, probando que, un día, los viajes en el tiempo serán posibles”, agregó.

Años después, en un simposio, el físico explicó que “la teoría de la relatividad general de Albert Einstein parece ofrecer la posibilidad de que podemos deformar el espacio tiempo, tanto que podríamos viajar al pasado”. Esta anécdota viene al caso porque hace unos días, más de un millar de personas, familias reunidas con hijos y nietos, nos congregamos en un lugar y fecha convenidos 20 años atrás. Tuvimos un viaje en el tiempo, cumpliendo una cita con el pasado. En mayo de 1998, tanto padres como hijos y maestros del colegio Campoverde, hicimos esta cita. Escribimos cartas para destinatarios del futuro. Cartas que se guardaron celosamente en una cápsula del tiempo.

El día convenido nos fuimos encontrando en el colegio. Un día que, estoy segura, algunos pensaron que probablemente no llegarían a ver. Aquí también se celebró una fiesta, y a las 12:00 del día, en la puerta de entrada, el director José Manuel Costa y su esposa Maye, junto con sus hijos y nietos nos recibieron con una gran sonrisa y los brazos abiertos. Una recepción que esperó 20 años y que nos encontró rodeados de hijos ya adultos y nietos que, de todas edades, viajaron con nosotros hasta esta fecha. El día estaba soleado y caluroso, no hubo como en la fiesta de Hawking, champaña, pero sí refrescos y cervezas bien heladas y una euforia que sólo se puede experimentar después de haber concluido con éxito un viaje a través del tiempo. En este caso, del pasado hacia el futuro, ya convertido en presente. Miles de mensajes del pasado, en forma de cartas fueron entregados a sus destinatarios mientras la algarabía mezclada con sorpresa inundaba el ambiente.

Mensajes de hijas e hijos niños, adolescentes y jovencitos; ahora adultos ya con hijos, fueron recibidos por padres que ya pasamos la medianía de edad. Mi hijo, ahora en sus 30, llegó a nosotros del pasado todavía de 7 años. Algunos padres, ya en otra dimensión, también llegaron a decirles a sus hijos palabras que resonarán a través del tiempo. Y los más conmovedores fueron los de aquellos hijos –afortunadamente los menos– que también, ya ausentes, vinieron en la máquina del tiempo para estar con sus seres queridos desde aquella infancia en la que plasmaron sus mejores y más auténticos sentimientos, para que llegaran intactos a quienes los llevan en su corazón. Amores de juventud, también vinieron de la mano de un sinfín de emociones; amigos de entonces y de siempre se hicieron presentes. Y para no perder la línea del tiempo por venir, volveremos a escribir, ahora junto a los nietos, otros mensajes para viajar hacia 2038, cuando nos encontraremos en otra maravillosa cita con el tiempo. ¡Gracias, José Manuel y Maye, gracias Campoverde!


bigotesdegato@hotmail.com