La palabra del domingo
ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ
Jesús ama y sirve al pueblo
Domingo 22 de Julio de 2018 8:32 am
EL Evangelio nos dice hoy que los
apóstoles, enviados por Jesús a predicar la buena nueva, regresaron contentos y
le contaron lo que habían hecho y enseñado. Jesús les dijo: “Vengan conmigo a
un lugar solitario para que descansen un poco”. Se embarcaron rumbo a un lugar
apartado y seguro. La gente los vio irse, y todos los poblados corrieron a
aquel sitio y se adelantaron. Jesús vio aquella numerosa multitud, se
compadeció de ellos porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a
enseñarles muchas cosas. Ante esta multitud doliente y ansiosa
de su palabra, Jesús se conmueve profundamente porque Jesús ama al pueblo con
todo su corazón. Se entrega totalmente al pueblo con esa capacidad de
comprender y sufrir los problemas de los demás como si fueran propios. Y les
enseña, les cura las enfermedades y sacia su hambre del cuerpo y del espíritu. El pueblo en cualquier parte del
mundo, es una comunidad viviente. Es generoso y está lleno de esperanza. El
pueblo es capaz de hacer las grandes transfiguraciones sociales y es
protagonista de cambios profundos. Pero también es víctima de las mentiras y la
explotación de los ambiciosos, los injustos, los violentos, los delincuentes
que promueven los vicios y sangran al pueblo. Otros muchos ignoran a Cristo o lo
abandonan, movidos por las bajas pasiones o incitados por los falsos líderes.
Sin embargo, en lo mas hondo del corazón humano, brota la gratitud y el amor al
contemplar a Cristo clavado en la cruz, derramando su sangre inocente para
redimirnos del pecado y elevarnos a la dignidad de los hijos de Dios. El amor de Cristo es fundamental.
Cristo nos enseña el verdadero espíritu de la transformación social y de la
fraternidad universal, cuando nos dice: “Este es mi Mandamiento: que se amen
los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene un amor más grande a
sus amigos que el que da la vida por ellos”. Iglesia, heredera de la misión
salvífica de Cristo sigue firme a pesar de sus fallos humanos y sus
limitaciones, trabajando por el bien material y espiritual del pueblo,
especialmente por los pobres. Las encíclicas sociales de la Iglesia se proponen
alimentar y hacer más efectiva la conciencia de los deberes sociales. Se
preocupa de la cooperación científica, técnica y económica entre todas las
comunidades humanas, ante todo por las más necesitadas. En toda actividad
humanitaria no se debe prescindir de Dios. En Él y con Él se halla la
iluminación y la solución para los problemas físicos, económicos y morales que
están agobiando al mundo.
Amigo(a): No hay que desanimarnos. La
fe, la esperanza y el amor mueven montañas. Jesús Eucaristía va con nosotros y
nos llevan a trabajar para que los pueblos tengan en Dios, una nueva vida de
progreso, de fraternidad y de paz.