Toca regular
DENISE DRESSER
Lunes 23 de Julio de 2018 8:19 am
AQUÍ las razones para apoyar el
proceso de pacificación anunciado por el gobierno en puerta, que incluye la
despenalización de la marihuana: 1.- Porque la futilidad de la guerra
contra las drogas –librada como se hace hoy– es cada vez más obvia. Más
evidente. Más dolorosa. No ha contribuido a combatir la violencia, la ha
exacerbado. No ha desactivado al crimen organizado, más bien ha contribuido a
su enquistamiento y expansión. No ha resuelto los problemas históricos de
corrupción política y complicidad gubernamental; tan sólo ha ayudado a
profundizarlos. 2.- Con el nuevo gobierno, México
tiene la oportunidad de determinar su propio destino y tomar decisiones que
fortalezcan su seguridad nacional, al margen de lo que exige el gobierno
estadounidense. La estabilidad política y la cohesión social están en juego,
como lo han demostrado los últimos 10 años de hacer lo mismo, sólo con peores
resultados. 3.- Sería la manera de romper la
adicción de los antecesores de AMLO a una política de drogas fallida que ha
llevado a dedicar cada vez más recursos, más dinero, más armas y más tropas a
una guerra que jamás podrá ser ganada. 4.- Si no transitamos a un nuevo
paradigma, serán otros 6 años de militarización y muerte, pero con un Estado
cada vez más débil y más ineficaz. El deterioro de la situación de seguridad
seguirá siendo progresivo y letal. 5.- La despenalización de la mariguana
para uso recreacional y medicinal podría convertirse en instrumento –entre
otros– capaz de encarar un mercado demasiado poderoso como para ser vencido por
cualquier gobierno. Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón intentaron
desmantelarlo y fracasaron. La legalización, acompañada de una regulación
estatal robusta, podría romper la estructura económica que produce ganancias
descomunales para mafias incontenibles. Y ése sería un primer paso para
disminuir la violencia, contener la corrupción y pacificar a México. 6.- Ya hay ejemplos exitosos en
numerosos países y estados de la Unión Americana que pueden ser emulados, donde
la despenalización avanza y la regulación funciona. El cobro de impuestos a su
comercialización provee de recursos cuantiosos a gobiernos que los usan para
proveer bienes públicos. 7.- El lema de viraje debería ser como
el del estado de Colorado y otros que han despenalizado: “hagamos negocios, no
la guerra”. A partir de la regulación gubernamental del cannabis en 2012, los
impuestos sobre su comercialización han generado ingresos dedicados a la
construcción de escuelas y servicios públicos. Las ganancias no van al crimen
organizado sino a la sociedad, produciendo múltiples beneficios, incluyendo la
reducción de la población encarcelada por la posesión de una droga cuyo uso ya
no sería considerado un acto criminal. 8.- El reto mayúsculo, como lo ha
planteado Lourdes Cárdenas en el libro Marihuana; el viaje a la legalización,
sería crear instituciones fuertes y confiables que puedan soportar lo que implicaría
meter a la legalidad al cannabis, regular su producción hasta su venta, pasando
por el pago de impuestos, el otorgamiento y la vigilancia de cultivos privados,
el control del consumo entre menores de edad, la prevención de adicciones,
entre tantos temas más. Este escenario se vislumbra difícil por la debilidad
regulatoria y recaudatoria del Estado mexicano. Como muchos han advertido, el
proceso probablemente tendría que ser paulatino, sustentarse en información
científica, en la recolección objetiva de datos, en la decantación de opiniones
sociales y en la construcción de instituciones sólidas que conduzcan el
proceso. 9.- La despenalización y regulación de
la marihuana permitiría liberar a las Fuerzas Armadas de tareas que no les
tocan, mientras se fortalece y profesionaliza a policías abocados al crimen
cotidiano, el que no está vinculado al narcotráfico, el que más afecta a la
población.
10.- La coyuntura postelectoral ha
creado un espacio importante para la innovación y un mandato para el cambio.
Este es el momento para un replanteamiento fundacional. Adelante a las ideas
propuestas por expertos, académicos, analistas de distintas latitudes.
Bienvenido el giro prometido por Olga Sánchez Cordero al frente de una
Secretaría de Gobernación, cuya atención estaría centrada donde corresponde: en
rutas para asegurar la paz y no continuar con la guerra, en nuevas estrategias
y no en viejos errores. Toca regular.