Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
PAN: Refundación o despedida
Viernes 10 de Agosto de 2018 8:00 am
ESTE fin de semana, el PAN definirá
buena parte de su destino político e incluso el del futuro sistema de partidos
del país. El Consejo Nacional establecerá con quiénes, cómo y de qué manera procesará
Acción Nacional la elección de una nueva dirigencia nacional, luego del
estruendoso fracaso de la estrategia seguida en la pasada campaña electoral. El
PAN tuvo los peores resultados electorales desde los años 80, pero además
concluyó la campaña dividido, con rupturas profundas, con muchos de sus
principales personajes fuera del partido, y desdibujado política e
ideológicamente. Lo que mejor demuestra el nivel de la
crisis interna en la que lo ha sumido su actual dirigencia, es que ha tenido
que pasar un mes y medio desde los comicios para que se convoque una reunión,
ya no hablemos del Consejo Nacional, siquiera de sus principales cuadros y
gobernantes (el PRI, en 15 días ya había modificado dirigencia, designado sus
coordinadores y establecido, aunque sea en grandes trazos, la línea a seguir);
el candidato presidencial, Ricardo Anaya, no ha aparecido públicamente, se
espera que rinda cuentas ante el Consejo. Los gobernadores, la mayoría de los
cuales mantuvieron durante toda la campaña la distancia con Anaya y el Frente
(porque sencillamente no fueron tomados en cuenta para las decisiones
partidarias y las candidaturas), quieren, con toda razón, tener un papel
protagónico en las decisiones futuras, pero la dirigencia sigue ignorándolos. Símbolo de todo ello es que el próximo
diputado federal, Marko Cortés, cercanísimo a Anaya y uno de los impulsores del
Frente, ahora salga a decir que en realidad él nunca estuvo de acuerdo con esa
coalición electoral, como una forma bastante burda de querer reciclarse para
buscar competir por la dirigencia. Gatopardismo puro. De lo poco que han escrito los
panistas sobre la elección y su futuro, creo que lo mejor es el texto que
publicó esta semana Roberto Gil Zuarth en El Financiero, “Diez tesis para el
PAN”. Me parece, de lo que he conocido hasta ahora, el mejor esquema para
reconocer los orígenes de la crisis y para tratar de salir de ella. Hay varias propuestas de Roberto que
me parecen centrales: la primera es ir a las urnas, la dirigencia debe ser
votada por los militantes. Pero en ese esquema debe haber requisitos
insalvables. El principal es redefinir el padrón de militantes con derecho a voto.
Hoy, como dice Gil Zuarth, el padrón está capturado por la dirigencia, que ha
concentrado la militancia en apenas seis estados. Quien controla el padrón
controla la dirigencia, la que a su vez controla las candidaturas y a través de
ella controla los recursos y los privilegios. Esos son los pasos que se dieron
para detonar la crisis interna, para excluir a buena parte de los panistas no
sólo de la vida interna, sino del propio partido. Los principales personajes
del partido fueron marginados, en el caso del Senado se llegó a la ruptura y la
expulsión (¡un día antes de la elección!) de Ernesto Cordero y Jorge Luis
Lavalle. La principal figura, en términos
electorales del partido, Margarita Zavala, que hasta octubre pasado estaba en
franca competencia con López Obrador, fue orillada a la renuncia sin ningún
tipo de concesión. Todo eso se hizo controlando los organismos de dirección vía
un padrón a modo. El nuevo padrón, dice Gil, debe estar supervisado por el INE. Dados esos pasos, debe quedar claro
que el dirigente nacional no puede ser candidato a nada, ni tampoco los
plurinominales pueden saltar de una posición a la otra. El PAN,
simultáneamente, debe recuperar programas y estrategias políticas coherentes.
En la pasada campaña, el Frente con PRD y MC, para lo único que sirvió fue para
distribuir entre los líderes las candidaturas (todas salvo Jalisco, donde
además MC decidió ir solo, sin los otros partidos del Frente, fallidas), pero
desdibujó completamente al panismo, que no defendió sus principios, sus gobiernos,
que se quedó sin programa. No fue de centro derecha, no fue social cristiano,
no fue liberal, no fue ninguna de las principales corrientes históricas de ese
partido. No se preocupó por lo acuerdos de políticas públicas establecidos y
apostó al miedo y a la revancha (la cárcel para sus adversarios), sin
comprender que la gente quería cambio, no venganza.
Quién sabe qué saldrá de la reunión
del Consejo panista, porque es una instancia en la cual la actual dirigencia
tiene mayoría y en el pasado inmediato ha excluido a toda oposición. Pero si se
quiere salir adelante, si queremos que exista una oposición a Morena desde
posiciones liberales o relativamente conservadoras en política y economía, el
PAN debe, en los hechos, refundarse, volver a buscar a los suyos, recuperar
principios y sentido político. Y hacer una profunda autocrítica, cuyas
coordenadas pasen por comprender cómo la ambición de poder devoró al partido.
En esa lógica, sólo en esa lógica, el punto final que propone Roberto Gil en su
texto, el de una suerte de amnistía interna, tendrá sentido y funcionalidad.