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Dos a cero



ARNOLDO VIZCAÍNO RODRÍGUEZ


Martes 14 de Agosto de 2018 8:20 am


A finales del año anterior, concluyó el juicio promovido en mi contra por la Administración Portuaria Integral (API) y la Procuraduría General de la República (PGR), que me demandaron por la presunta comisión del delito de sabotaje, por haber protestado, junto con más de 300 gentes, en la puerta principal del puerto de Manzanillo.

La jueza fue contundente en su dictamen contra de la API y la PGR, donde me exonera de cualquier responsabilidad. La PGR, no contenta con la tunda recibida, apeló la sentencia ante la magistratura, pero la magistrada los remató con magistral exposición.

Nuevamente, el viernes que acaba de pasar, la PGR fue ridiculizada por el también juez federal que conoció y resolvió sobre el caso de Juan José Ávila, quien fue acusado por la concesionaria de la autopista Cuyutlán-Manzanillo y la PGR, del delito de ataque a las vías de comunicación, por haber participado en la liberación de la caseta. En efecto, el señor Ávila fue total y absolutamente exonerado, y la PGR fue puesta contra la pared, pues tanto el defensor del acusado como el propio juez, le hicieron ver que si quería perseguir delincuentes, actuara en contra de quienes interpusieron la demanda, pues ellos, en contubernio con las autoridades de la SCT, han venido saqueando impunemente al pueblo desde hace muchos años, cobrando un derecho de peaje que no debieran cobrar, si actuaran con apego a la justicia y el derecho.

En efecto, la primera concesión que se otorgó a la empresa, y que en estricto sentido es la única legal, le autorizaba cobrar peaje por 9 años y 3 meses, a partir del 9 de noviembre de 1990; esto es, la autopista debió liberarse a partir del 9 de febrero del año 2000. Pero ¡no!, 2 años después, el 17 de diciembre de 1992, el secretario de la SCT, Andrés Caso Lombardo, les autorizó que en lugar de que la concesión fuera por 9 años y 3 meses, mejor fuera de 14 años. No obstante, el 31 de mayo de 1994, todavía tiempo de Carlos Salinas, el secretario de la SCT, Emilio Gamboa Patrón, autorizó que en lugar de 14 fueran 24 años de dicha concesión.

Pero las cosas no pararon ahí, si así hubiera sido, desde noviembre de 2014 ya no pagaríamos por el uso de la autopista. La mata siguió dando, y en los tiempos de Fox, en febrero de 2016, Pedro Cerisola, secretario de la SCT, les autorizó que su concesión mejor fuera por 30 años, para que venciera en noviembre de 2020. No obstante, el 25 de febrero de 2011, a finales del calderonismo, siendo Dionisio Pérez Jácome secretario de la SCT, resolvieron, para que se acabara la tos, otorgarles otros 30 años, para que venza hasta a 2050, porque esa concesionaria tiene un tramo en Tlaxcala que opera presuntamente con pérdidas, porque los lugareños hábilmente evaden la caseta, y entonces los concesionarios y las autoridades resolvieron que la gente de Colima pague (copeteado) lo que los astutos de Tlaxcala evaden.

Por eso en sus alegatos, el brillante y honesto abogado Rafael Vanegas, dice: “Nos encontramos ante una gran farsa, la PGR pretende encarcelar a Juan José Ávila por protestar contra empresarios voraces que en contubernio con la SCT, se dedican a saquear al pueblo. Sí, nos encontramos ante la comisión de delitos graves, pero cometidos por empresarios corruptos, en contubernio con diversos secretarios de la SCT”.

¿De qué manera se atacó a las vías de comunicación y qué daños se le provocaron a la Nación liberando la caseta? Lo que debiera hacer la PGR, en cumplimiento con su obligación constitucional, es llevar a juicio, hasta encarcelar (y que resarza el daño) a todos estos empresarios y a sus cómplices de la SCT, como los ex secretarios Andrés Caso Lombardo, Emilio Gamboa Patrón, Pedro Cerisola y Weber, Juan Francisco Molinar Horcasitas y Dionisio Pérez Jácome (+), y claro, liberar para siempre la caseta de Cuyutlán. AMLO tiene en las autopistas una gran tarea.

 

*Presidente de Productores Unidos por Colima, A. C.