Despacho político
ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
Sin estrategia
Miércoles 15 de Agosto de 2018 8:24 am
CON el cuento de
que se convertían en blanco fácil de sicarios, los jefes de policía o
secretarios de Seguridad Pública cancelaron las casetas de vigilancia que hay
en salidas de la ciudad. Ahí están, abandonadas, pintarrajeadas, sin utilidad. Cuando las
construyeron, eran parte de una red de reacción inmediata para atajar la huida
de bandidos en ruta de escape. Mediante radios, se avisaba a los gendarmes de
las casetas y pronto la reacción daba buenos resultados, casi siempre. Esa fue
una buena idea del entonces procurador general de Justicia, Antonio Sam López. Infiero que
cuando se desató el narcotráfico en Colima, a los delincuentes no les convenían
las casetas y “convencieron” a las autoridades de ese tiempo de abandonarlas.
Las rutas de contención y reacción rápida trocaron en vías de escape de
malhechores. El argumento de
que los policías se convertían, puestos ahí, en blancos fáciles es tan estúpida
como decir que lo mismo sucede cuando van en operativos y se detienen ante la
luz roja del semáforo o cuando arriban a un lugar de acontecimientos delictivos
en desarrollo. No era esa la razón, sino la colusión entre autoridades y
bandidos. Se necesita
recuperarlas y colocar ahí gendarmes que puedan participar con ventaja en las
reacciones inmediatas, que hasta ahora dan escasos resultados porque las
patrullas tardan más en llegar al lugar donde se les necesita que el cometa
Haley en darle la vuelta al sistema solar. Cuando acuden las
patrullas, van en excesiva cantidad. Para un accidente vial, se concentra casi
media corporación, además de los agentes de la Policía Vial. ¿Para qué? Y ahí
permanecen. Cuando hay otros acontecimientos, a veces graves, se desperdicia
mucho personal que pierde el tiempo y deja de cubrir otras áreas que, entonces,
quedan sin vigilancia. ¿A qué acuden tantos? ¿Habrá policías particularmente
interesados en enterarse e informar de los hechos de sangre? ¿A quién le
informan? Algunos se presentan porque simplemente son chismosos. Debe ponerse
orden, disciplina y eficiencia. Los operativos
conjuntos entre fuerzas federales, estatales y municipales dan ciertos
resultados. Pero en las ciudades, en su vida cotidiana, inciden poco. Las
concentraciones urbanas quedan desprotegidas y a merced de malandrines de poca
monta que hacen mucho daño a la población y le generan sensación de
inseguridad, vulnerabilidad, frustración y enojo. De poca monta, sí, y conforme
experimentan la impunidad, se crecen y tornan más peligrosos, altaneros,
desafiantes. Lo mismo se trata de robos domiciliarios que de automóviles o los
cada vez más frecuentes asaltos a empresas, ante los cuales la Secretaría de
Seguridad Pública no reacciona adecuadamente. Ni en el nivel estatal ni en los
municipios. Con frecuencia se lee en el final de una noticia policíaca: “Los
asaltantes huyeron y no fueron detenidos a pesar del operativo implementado por
las corporaciones policíacas”. ¿Pensarán que los malandrines los esperarán a
ser detenidos? Sin estrategia
adecuada de seguridad, las corporaciones policíacas funcionan por inercia.
Creen cumplir haciendo rondines previsibles; los maleantes miden el tiempo del
rondín y saben de cuántos minutos disponen. Faltan más cerebro y disposición a
acabar con la plaga de rateros y asaltantes que han asolado a los colimenses en
casi todas las ciudades. Ignoro si
desconocen su oficio los jefes policíacos, desde el secretario hasta los
gendarmes de a pie. Los resultados de su trabajo, sin embargo, revelan que los
bandidos son más hábiles que los gendarmes y, sobre todo, que los jefes
policíacos. Eso sí, para grillar, intrigar y maldecirse entre ellos, unos
contra otros, se cuentan entre los mejores. Les importa más demeritar al otro
que cumplir el trabajo. Entre los mandos medios, hay una guerra sorda motivada
por intereses diversos, ilegítimos casi todos, que debieran ser investigados.
Gran parte del mal está ahí. No hay cerebros o de los que dispone el gobierno
son pura coliflor, pose, baladronada y negocio. Por eso, por la desorganización
policíaca, el crimen prospera. MAR DE FONDO ** Me escribe un
lector: “Refiriéndome a la Glorietita de cuándo empezará el director de
seguridad a ver los robos y demás. Un día, intenta hablar con él vía teléfono o
con cualquiera de sus segundos y siempre están en reuniones. Padecen de
reunionitis. Así como ganan muy bien, trabajan muy poco. En las patrullas doble
cabina van cuatro elementos, dos y dos. Si de verdad se vigilara, dos de ellos
deberían estar en la parte de atrás (la caja), atentos. Pareciera que van, como
dicen aquí en el rancho, ‘a dar la vuelta’”.
** “Dirá alguien
que un hombre/ no debe exponer su amor/ en la plaza pública./ Yo responderé que
un hombre/ no tiene nada mejor,/ más puro y más digno/ de ser perpetuado, que
su amor...”. (Louis Aragon, francés, 1897-1982. Del poeta a su ‘Estrella’.)