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GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO

El occiso


Viernes 17 de Agosto de 2018 8:17 am


YA fuera del organigrama del Gobierno Federal, el ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, literalmente se hace el occiso y, toro pasado, empieza a repartir culpas, como si otros fueran los responsables de los errores y las omisiones que él cometió en ese cargo, desde el cual no supo cómo sortear los problemas de violencia e inseguridad que en vez de disminuir, crecieron en su gestión al frente de la segunda dependencia más importante del país.

Como si de veras hubiese hecho un gran papel en Gobernación, acusa a gobernadores, alcaldes y legisladores de no haber permitido que se concretaran proyectos para abatir los niveles de violencia e inseguridad. ¿Qué no le tocaba a él poner la muestra de cómo trabajar bien y coordinadamente en ese sentido?

Quien fuera el segundo político más importante e influyente de México, quien tuvo a disposición dinero público, recursos materiales y humanos, y manga ancha para hacer y deshacer en el ámbito de su competencia, hoy pretende lavarse las manos, cuando para su caso, como en el de muchos otros, no hay suficiente agua y jabón. Lo que sí desborda es cinismo.

La delincuencia organizada y todos los delitos que de la misma se derivan, son competencia federal. Desde el sexenio del panista Felipe Calderón hasta el actual de Enrique Peña Nieto, se dijo, se repitió y casi se juró, que el narcotráfico sería controlado con las Fuerzas Armadas, y por eso sacaron marinos y soldados a las calles, a combatir delincuentes.

Los resultados todos los conocemos: más sangre, más asesinatos, más desapariciones forzadas, más secuestros, más extorsiones, más robos, más miedo, más incertidumbre. Mucha desesperanza. 

Lo que no consideraron Gobernación ni la Procuraduría General de la República, es que a la par de la acción militar, ambas dependencias tenían que trabajar unidas para que las persecuciones entre elementos policíacos y militares estuvieran acompañadas por órdenes de cateo y de aprehensión, para que la fuerza bruta no quedara en sólo enfrentamientos, muchas veces sangrientos, sino que se trasladara al inicio de procesos penales contra narcotraficantes que en esos operativos resultaran presos.

Tampoco tomaron en cuenta que a esa actividad delictiva la mueve el dinero, y en eso, en el dinero, tenían que atacarla. ¿Por qué no lo hicieron?

El combate a la delincuencia organizada no se planea en las entidades federativas, mucho menos en los gobiernos municipales. Gobernación y la PGR son las principales controladoras de cada investigación, de cada acción y de cada orden de aprehensión que tenga que ver con ese delito, máxime si se trata de capos importantes de determinado cártel.

Muchas de las fallas en la estrategia de seguridad pública del sexenio por concluir se originaron en la oficina de Osorio Chong como secretario de Gobernación. Si ahora dice que gobernadores y alcaldes se negaron a participar, ¿por qué no los denunció públicamente, con nombre incluido, en su momento? ¿Por qué no hizo uso de la facultad legal del Gobierno de la República para intervenir en el combate a la delincuencia organizada en cualquier entidad del país, independientemente de que el Gobernador o el Alcalde quisieran que se actuara?

Cuánta falsedad la de Osorio Chong. Ahora resulta que otros son los responsables de la desgracia nacional motivada por la violencia y la inseguridad. Él no. Y tal vez tenga un poco de razón, porque él ni siquiera se ocupó del tema. Osorio andaba ocupado en asuntos más sociales y políticos, pues quería, pero no lo consiguió, ser candidato del PRI a la Presidencia de la República.

Al fin de cuentas, nada mal le fue a Osorio. El tricolor le pagó su disciplina partidaria con una senaduría pluri y la coordinación de la mini bancada senatorial conformada con sólo 13 legisladores (él incluido), la más pequeña de la historia del tricolor, bastante menor a los 55 escaños que tiene actualmente.

Ya se verá si Osorio Chong puede, por fin, hacer algo bueno por el país como flamante coordinador de 12 senadores priistas, ya que no pudo trabajar conjuntamente con 32 gobernadores.