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MOMENTOS



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Mares al límite


Sábado 18 de Agosto de 2018 8:23 am


¡CUÁN profundo es el océano, cuán inmenso viene a ser el mar! El mar inspira poesía e impulsa a compararlo con el amor verdadero; así de profundo, así de inabarcable. Prefiero el mar sobre otros lugares; sus aguas alivian todos los cansancios, curan, relajan y propician la sanación del espíritu. Ha sido el origen de la vida, pero también puede llegar a ser el fin de ella, o al menos de la que conocemos como tal.

La poderosa imagen de sus aguas en constante movimiento nos remite al sitio que siempre habría de permanecer intacto, al último refugio para el ser humano. A él íbamos a acudir cuando la vida en la Tierra fuera imposible. Construiríamos refugios submarinos y hasta cosecharíamos nuestro alimento bajo sus aguas saladas. ¿Habrá quién lo recuerde?, teníamos todas nuestras esperanzas cifradas en la mar océano, en nuestra cuna. ¿Qué nos impediría regresar a ella?

Una especie de alarma sonora, algo así como un campanillazo se hizo eco en mi cabeza hace unos días, cuando escuché el informe de un biólogo marino diciendo que ya no había marcha atrás en lo que se refiere al daño ecológico ocasionado a los océanos. El doctor Adolfo Gracia Gasca, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ecosistemas acuáticos continentales) de la UNAM, expresó: “Actualmente se ha llegado al límite de la explotación del océano, sin posibilidad de incrementar sus recursos”. Este fue el timbre de alarma que me sorprendió, a pesar de que como ya la mayoría de la gente sabe, los océanos están siendo contaminados desde hace más de un siglo. Todo indica que a la presión que tiene el ecosistema marino por la pesca desmedida, se une la contaminación por hidrocarburos, plaguicidas y basura, además de la pérdida de hábitats y acidificación por el cambio climático.

En abril de 2015, universitarios encabezados por Adolfo Gracia Gasca, hicieron un viaje experimental a bordo del buque universitario Justo Sierra; se detuvieron en una estación de muestreo en aguas profundas del Golfo de México y registraron lo inverosímil: sus redes de arrastre encontraron a más de medio kilómetro de profundidad un tenis del número 26 y medio. ¿Basura citadina en medio de aguas profundas?, sí, asintió el doctor Gracia Gasca y añadió: “Hemos encontrado percebes (crustáceos que se fijan a sustratos duros) a grandes profundidades sobre botellas de cerveza, porque se adhieren a cualquier superficie con el fin de sobrevivir”. La basura que se genera en las zonas terrestres va a parar a los océanos y ya impacta el mar profundo, lo que afecta a organismos que son muy susceptibles.

El gran y profundo mar azul que envuelve a la Tierra con un manto de agua generadora de vida, conforma el carácter de este planeta: gobierna el tiempo meteorológico y el clima, estabiliza la temperatura, da a la atmósfera la humedad que cae nuevamente; renueva el agua dulce de los ríos y los lagos. Los bosques tropicales y otros sistemas terrestres son importantes, desde luego, pero sin la vida oceánica no habría vida en la Tierra. La mayor parte del espacio que alberga vida es océano; alrededor de un 70 por ciento del agua de la Tierra es océano. 

Y el aviso, alerta, llamada de auxilio o como lo quieran ver, hace hincapié, además de la intensa contaminación del mar, sobre el hecho de que al haber agotado las especies de la plataforma continental, en muchos países ya se pesca a niveles más profundos. Además, con el paso del tiempo se ha diversificado el consumo y ahora ya se demandan erizos, pepinos de mar o medusas en la industria pesquera –que si bien no se ven muy atractivos, muchos de los invertebrados se comen y también se sobreexplotan–.

Antes se atrapaban peces como el bacalao, pero ahora la pesca se ha movido hacia niveles menores y actualmente se piensa en explotar organismos tan pequeños como el krill (crustáceo), y como van las cosas, tal vez en algunos años lleguemos a comer fitoplancton. En resumen, y según la opinión del mencionado investigador, la explotación de los océanos ha llegado a su límite, es vital buscar un balance entre la seguridad alimentaria y la capacidad productiva de los océanos, lo que implica un equilibrio entre la acuicultura y el manejo adecuado de la captura silvestre. ¿Seremos o no capaces?


bigotesdegato@hotmail.com