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Diálogos psicológicos



ALFONSO CHÁVEZ URIBE

Prometer no empobrece


Domingo 19 de Agosto de 2018 8:19 am


ME imagino que habrá escuchado este refrán, incluso puede que lo haya dicho más de una vez. Confieso que no me queda claro su significado; según entiendo, uno puede soltarse de la lengua, decir cuanta tarugada se nos ocurra con el propósito de conseguir algo, sin que al final haya consecuencias. ¿Pero será de verdad que no hay consecuencias? Debe quedar claro que cada vez que hago una promesa, lo que empeño es mi palabra, y que de no cumplir, la que empobrece es ella, su poder.

Por supuesto que prometer y no cumplir empobrece las relaciones. En nuestras intervenciones no es raro encontrar a niños que ya no creen en sus padres porque se la pasan prometiendo cosas que no se cumplen. Relaciones de pareja rotas, demasiado heridas por el puño de promesas sin cumplir y que a la larga sólo se convirtieron en excusas y justificaciones. Debe quedar claro que un amor fuerte e indestructible, sólo puede ser roto desde dentro, y uno de sus matones más comunes son las promesas incumplidas.

Por otro lado, hemos convertimos la promesa en un soborno, sobre todo cuando la misma lleva como propósito conseguir algo a cambio. En el caso de los padres, es casi obvio que la misma pretende lograr que el chamaco se porte bien, haga su tarea o le dé un beso a la tía. En el caso de las parejas, el asunto puede convertirse en algo más oscuro y la promesa, lejos de ser cumplida, se transforma en un acto de vil de manipulación. Te endulzo el oído con aquello que yo sé o presiento que quieres escuchar, con el intención de que hagas esto o lo otro.

¿Podemos aplicar la política de la “no promesa”? Difícil, porque algunas no necesitan ser verbalizadas, pero sí pueden ser sobre entendidas. Cuando se inicia o mantiene una relación sentimental, por ejemplo, se asumen cosas como la honestidad, la fidelidad, la compañía, la ternura, la comprensión, la aceptación, el deseo y, por supuesto, el amor; finalmente es lo que se busca en una relación de este nivel. En este caso, tal vez lo más sincero es señalar aquello que no podemos ofrecer y dejar que el otro sea quien decida continuar o no. Aquí vaya una mención al matrimonio, que en el fondo no es más que una promesa, recuerdan: “Prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, en las subidas y en las bajadas, en las verdes y la maduras”… ¿Cuántos habrá de verdad que estén dispuesto a cumplirla?

De verdad que quiero ser muy enfático en ello, cada vez que usted promete algo, lo que pone en juego es su palabra, el poder de su palabra. Es posible que no lo note, pero cada vez que incumple, que falta a una promesa, se diluye la confianza que han depositado en usted y al final será considerado un mentiroso, es decir, su palabra habrá perdido su poder. Piense, por favor, en todo ese puño de promesas incumplidas que ha soltado a diestra y siniestra, a veces sólo con la intención de quitarse la “presión” de encima, muchas de ellas, estará de acuerdo conmigo, incluso olvidadas, pues todas ahora son grietas en el corazón de alguien, en el ánimo de alguien, y por qué no, en el alma de alguien. Por tanto, habrá que estar muy consciente de lo que prometemos, que eso que decimos esté al alcance de nuestras posibilidades, de nuestro ánimo. Dejemos ya de prometer tanta tontera.

Ahora bien, usted puede estar en una situación bien diferente. Alguien le ha pedido que prometa algo, de pronto escucha aquello de: “prométeme que…”, y tiene esa sensación de estar entre la espada y la pared. Si lo medita por un momento, detrás de ello encontrará miedo, inseguridad, manipulación. Niéguese en redondo a este tipo de promesas forzadas, recuerde que una vez aceptada, lo que queda en entredicho es su palabra y al final estará haciendo cosas que no tenía la intención de hacer, con todo el malestar que ello puede significar.

En verdad que no podemos continuar viviendo bajo el argumento de que “prometer no empobrece”, mientras sigamos ignorando la segunda parte del famoso refrán. ¿Quiere leerlo conmigo? “Prometer no empobrece, no cumplir es lo que aniquila”.

 

*Integrante del Colegio Colimense de Psicólogos A. C.

 

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