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Letras y Números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

Estimado rey Felipe VI


Lunes 20 de Agosto de 2018 7:29 am


ANTES que nada, majestad, permítame hacer de su conocimiento que el día de mañana, cuando aún esté usted durmiendo en compañía de su reina Letizia en ese espacio terrenal que es el Monte de El Pardo, impregnado de un exquisito aroma que desde el bosque asciende hasta el Palacio de La Zarzuela, una pequeña familia de mexicanos estaremos arribando a esa ciudad madrileña que tanto enamora a quienes beben sus suelos, su historia y sus encantos.

Si considera un desatino esta misiva que parte de un desconocido, le ofrezco una disculpa; pero, créame, la misma no tiene ningún otro propósito que rendir a usted los honores de un visitante a su reino. Ahora bien, no sé si el próximo sábado usted y su familia tienen algún plan ya previsto, si no, pues nos daría mucho gusto que nos acompañase a degustar algún tequilita o un buen tinto por ahí, en un lugarcito que le describiré –si usted me confirma que asisten–, situado en los alrededores de la milenaria Villa de Aínsa, la misma donde Emilio, Maru y mil moradores más dejan transcurrir la vida bordando historias, sueños y añoranzas.

Si usted y la reina Letizia deciden no asistir debido a otros compromisos o a la insalvable situación de su matrimonio (espero no ser indiscreto, pero eso dicen las revistas del corazón, esas a las que ustedes son tan afectos), lo entenderé perfectamente; sin embargo, de ser así, por favor, hágale extensiva esta invitación a su señor padre, don Juan Carlos, y a su señora madre, doña Sofía, pues según nos han contado, son personas encantadoras –a pesar de su alta alcurnia–, que gustan de convivir con gente sencilla, amistosa y sincera, como son los habitantes de esta región de la Provincia de Huesca.

Como estoy seguro que no le han enviado una invitación que le permita saber de qué se trata este agasajo al que lo estoy convidando, le hago saber que es la boda de Silvia Lanau Cosculluela, oriunda del meritito pueblo de Aínsa, quien será llevada al altar de la iglesia parroquial de Santa María, consagrada en el año 1181, por mi hijo José Ángel Brambila Ríos, originario de una pequeña ciudad de México, que es ni más ni menos que nuestra amada ciudad de Colima, cuna de ilustres poetas y pintores como Balbino Dávalos, Griselda Álvarez Ponce de León, Alejandro Rangel Hidalgo, Alfonso Michel y Gregorio Torres Quintero, prestigioso maestro que revolucionó los sistemas de enseñanza, así como de grandes amigos, como mis admirados Felipe Michel, Jorge Assam y la experimentada mesa de cafeteros en El Globo.

Perdone la confianza, real majestad (ah, jijos, ¿estará bien dicho?), pero me atrevo a requerirle que si al fin decide acompañarnos, por favor, no lleve con usted ningún obsequio, porque podría pensarse que lo estamos invitando por puro interés; sin embargo, si a pesar de ello desea hacer feliz (aunque sea por unas horas) a ese pueblo fundado hace ya casi mil 300 años, pues llévese a Joaquín Sabina y a Joan Manuel Serrat para que nos deleiten con algunas de sus mágicas composiciones, como por ejemplo 19 días y 500 noches y Barquito de papel, sólo para abrir boca, y ya de ahí nos seguimos con otras tonadillas.

Bueno, admirado rey, como decimos acá en México, ya con esta me despido, no sin antes reiterarle mis más sinceros deseos de que su familia permanezca unida. ¿Sabe, rey?, no sé si en España, pero en México cada vez es más complicado darles una buena educación a los hijos que sólo viven con el padre o con la madre. Entonces, aunque usted sea rey o su esposa una reina, mucha falta le hará la otra figura a sus princesas Leonor y Sofía. Pero bueno, qué les puede decir este humilde mexicano. Ustedes ya están grandecitos, ¿vale? Un abrazo, estimado rey.

 

AUSENCIA

 

Con su permiso y el mi Directora Editorial, Glenda Libier, las letras y los números de esta columna se ausentarán por las próximas 3 semanas. Nos vemos a mi regreso, si mi Dios me lo permite.

PD. ¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas.

 

jbrambilaleal@yahoo.com.mx