Ciencia nuestra de cada día
ALFREDO ARANDA FERNÁNDEZ*
Exabrupto
Domingo 02 de Septiembre de 2018 8:34 am
VARIAS veces he comentado en esta columna que
la ciencia es endeble en nuestro país, que prácticamente no se le ha apoyado y
que nunca se le ha tomado en cuenta seriamente dentro de los proyectos de
Nación. Otro tema recurrente y relacionado ha sido el de la exigencia de
impacto social y económico que se le pide a la comunidad científica por “todo”
el apoyo que (no) ha recibido, ya que como que no se nota que haya ningún
impacto. Según se dice, se nos ha apoyado de manera importante y no hemos hecho
nada, o casi nada, que no es lo mismo pero es igual. Tal pareciera que la comunidad
científica mexicana es percibida como un grupo de personas que se gastan
cantidades importantes de dinero en hacer nada, sólo locuras u ocurrencias
intrascendentes que no aportan a nada, mientras el país sufre con problemas
importantes que por alguna curiosa razón no quieren atacar. La comunidad científica es insensible,
despreocupada. Es más, no le importa la sociedad. No le interesa nada más que
estar cómoda. He plasmado aquí varias ideas que tratan de desmontar esas
percepciones, pero el problema es serio. Además, por si esto no fuera poco, se
empieza a manifestar de manera cada vez más directa la idea de que en el mundo
académico nacional, concretamente el científico, hay mucha simulación,
comodidad y fraude. En otras palabras, la comunidad científica mexicana no está
interesada en aportar a su país, es corrupta y necesita una lección. Yo sí conozco personas que simulan. Conozco
colegas que navegan en la comodidad que permite el sistema. He visto actitudes
poco éticas entre personas de la academia. Sí, eso existe, y más de lo que me
gustaría. Lo he descrito también en este espacio. Sin embargo, no puedo dejar
de expresar mi profunda inconformidad con las ideas expuestas arriba, sobre
todo cuando son emitidas por personas que deberían saber un poco más de cómo
funciona la ciencia y por qué la educación es el pilar más importante de una
sociedad saludable. Como ya he expresado antes, no es verdad que
en México se ha apoyado a la ciencia. ¿Qué es lo que quiero decir? Trataré de
explicar mi exabrupto de la siguiente manera. Para contextualizar, si el día de
mañana a cualquier universidad del país se le aprobara un proyecto en el área
de química por 10 millones de pesos, sería una noticia importante, habría
alegría y ayudaría mucho a quienes participaran en ese proyecto. Sería sin duda
la noticia del año para ese grupo. Sin embargo, esa misma cantidad es irrisoria
para el tipo de gasto corriente que utilizan laboratorios de mediana calidad en
la misma área pero en países con ciencia saludable, robusta. Laboratorios y
equipos de trabajo con los que además nuestro grupo tiene que competir. Es más,
nos gustaría, casi esperamos, que si les dieron los 10 millones, po’s que
compitan con los mejores, ¿no? Lo que quizá no es obvio para muchas personas es
que no funciona así. Lograrán algo, pequeño, interesante, importante, pero
difícilmente podrán competir. Y digo difícilmente, porque hay quienes a pesar
de todo lo logran. Conozco personas que en mi país logran hacer
cosas maravillosas, impresionantes. Personas y grupos que con prácticamente
nada, verdaderamente nada como ya vimos, son capaces de sobresalir en el
contexto internacional. Tengo colegas que se esfuerzan de manera impresionante
por contribuir al conocimiento y la sociedad a través de investigaciones que
requieren, además de un gran talento, una dedicación profunda, compitiendo al
tú por tú con los mejores grupos del mundo y haciéndolo en medio de ambientes
académico-burocráticos hostiles y sin el financiamiento requerido. ¡Imaginen
qué podrían lograr en condiciones mínimamente adecuadas! Desafortunadamente también conozco muchos
casos de jóvenes, que justo al empezar a desarrollar sus carreras científicas
dentro de nuestras universidades, se encuentran en un pantano de subdesarrollo
académico que fácilmente termina con sus posibilidades de construir una
verdadera trayectoria científica. Por no existir apoyo decidido y firme a la
educación y ciencia, nuestras universidades viven realidades complicadas que
hacen difícil la vida académico-científica y se ven envueltas en dinámicas y
programas que impiden el desarrollo profesional. Al no tener lo mínimo
necesario, se prioriza lo elemental, más no necesariamente lo básico, para
“sacar el día” y en el camino se sacrifica mucho. En fin, la cosa no es
trivial. Este exabrupto va por todas esas personas que
a pesar de todas las dificultades logran hacer ciencia y una vida universitaria
digna. Ustedes saben quiénes son, y también quiénes no. *Coordinador General de Investigación
Científica de la Universidad de Colima Blog #HablemosDeCiencia:
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Aranda