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Diálogos psicológicos



ALFONSO CHÁVEZ URIBE

Amor real


Domingo 02 de Septiembre de 2018 8:35 am


QUIERO pedirle un favor: observe detenidamente a su pareja. Si usted es capaz de mirarla a mansalva y sin contemplaciones, ¿qué encuentra?, ¿le gusta eso que halló?, ¿habrá cierta sensación de decepción, frustración, enojo? Decimos que el amor es ciego, pero no, el amor es sabio. Lo que nos ciega son nuestras ilusiones, aquello que hemos venido buscando desde que éramos adolescentes, puede que desde la niñez.

Julia Kristeva señala que la experiencia amorosa une de manera indisoluble lo simbólico, lo imaginario y lo real. Lo simbólico incluye todo aquello que esperamos del amor y no tiene nada que ver con una persona en particular, aquí se incluyen las historias, las leyendas, Romeo y Julieta, Cleopatra y Marco Antonio, además de la famosa frase con la que terminan los cuentos de hadas: “Y vivieron felices por siempre”. Lo imaginario, contiene el deseo y puede que se refiera a una persona en particular, desde aquí es imposible no saltar al futuro y fantasear en cómo serán las próximas 3 horas o los próximos 25 años, es el terreno llano de las ilusiones y de la angustia ante lo incierto.

¿Y lo real? Bueno, esa es otra historia. Lo real habla de la persona de carne y hueso de la que creo estar enamorado. Incluye sus posibles virtudes, pero también sus miedos, sus oscuridades. Cuando afirmamos que el amor es ciego, en realidad hablamos más de nosotros que del sentimiento, somos nosotros los que no vemos. Estimulados por aquello que esperamos del amor (lo simbólico) y lo que deseamos (lo imaginario), cerramos nuestros ojos a lo obvio… lo real.

Llegados a este punto, una pregunta que te invito a formular es: ¿Qué espero en una relación de pareja?, o mejor, ¿de la pareja? Tal vez, llevados por los cálidos brazos de nuestros deseos y carencias, acabemos buscando y esperando algo, de alguien, que jamás podrá llenarnos, lo que por supuesto trae consigo la decepción y el dolor.

De acuerdo con algunas definiciones, la decepción es un sentimiento de insatisfacción que ocurre cuando no se cumplen las expectativas que se tenían sobre un deseo o una persona; tal sentimiento, si perdura, es un desencadenante para la frustración, y más adelante, para la depresión. Y seamos claros, las expectativas provienen de nosotros, surgen de nosotros, por tanto, señalar a alguien con nuestro dedo flamígero y decir “me decepcionas”, pudiera no ser muy preciso. Jorge Bucay, por ejemplo, señala que la pregunta no tendría que ser “¿qué te pasa a ti?”, sino, “¿qué me pasa a mí?”.

¿Y qué pasa?, que en algún sentido le estamos pidiendo peras a un olmo. Ya se señaló anteriormente que podemos estar esperando algo que nunca recibiremos, por la sencilla razón de que en nuestras ilusiones no nos hemos emparejado con otro ser humano, sino con un “príncipe” o una “princesa”, y por supuesto que aquello que le pedimos está totalmente fuera de su alcance. Es muy común que sobrecargamos nuestras relaciones y a nuestras parejas con deseos irrealizables y dejemos de lado, o incluso no aceptamos lo que es.

Pero hay algo más, nuestros intentos vanos por cambiar aquello que no puede ser cambiado. Los cuentos que hemos leído nos han “enseñado” que los sapos y las bestias se pueden convertir en príncipes, que las bellas durmientes o las brujas pueden tener la misma suerte. Que el único sortilegio que se necesita es el amor. Esto está muy lejos de la realidad, algunas bestias seguirán siendo bestias, no importa cuánto amor les entregamos o cuánto tiempo les dediquemos. De verdad que es innecesario permanecer en una relación que sólo causa dolor, frustración, simplemente atados a la ilusión de que algún día ocurra el cambio, el milagro.

Entonces, en esta búsqueda del amor real, ¿tendré que renunciar a lo simbólico y a lo imaginario? Sí. Tendré que poner los pies en la tierra, mirarme y mirar a los demás como lo que somos y no desde lo que fantaseo o deseo. Reprogramarme desde mis huesos y mi sangre, para dejar de ser niño(a) y empezar a amar como adulto, con los ojos y el corazón bien abiertos.

 

*Integrante del Colegio Colimense de Psicólogos A. C.

 

colegiopsicol@hotmail.com