Innovemos algo ¡ya!
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA
Zapato de geisha
Domingo 02 de Septiembre de 2018 8:32 am
TODOS tenemos una fuente inagotable de
reflexión, lo descubrí creo que siendo incluso una prepuber, y desde esos días
me agrada cuestionar los dogmas y disfrutar de las convicciones. Y así,
tratando de darle un orden más allá de mi mente, es que nace el concepto de
Innovemos algo ¡ya!, un hacer que quiere compartirse; es un anhelo, una
invitación, es cuestionarnos, es adquirir un punto de vista nuevo que se suma a
lo ya aprendido. ¿De o referente a qué?, hay tantos temas
dogmáticos que el espacio de oportunidad para hacerlo distinto es enorme, y
aunque no todo está errado, sí es posible elevar el nivel de conciencia, acorde
a la edad y la experiencia de cualquier tema. Por ejemplo, los zapatos que usé
a los 3 años, por más lindos no me van más, a menos que por no perderlos,
quisiera usarlos siempre, deformando y obstruyendo el crecimiento y desarrollo
de mis pies, pagando con dolor la distorsión de mi ser, así como le sucede en
los pies de las geishas. Con el método de la edad del “¿y por qué?”
–quienes han tratado con infantes, saben que me refiero a esa etapa del
desarrollo en donde de todo queremos saber por qué–, me doy cuenta de que haber
usado dicha etapa como fija, me ha encaminado a la felicidad, al darle vueltas
a las situaciones; hoy te puedo afirmar que la costumbre de cuestionar y
reflexionar es una bendición, y realmente quiero que sea igual para ti. Mira,
como un ejemplo, te invito a reflexionar que el soplo divino que da Dios al
hombre de barro, no es otra cosa sino la capacidad reflexiva y la escucha de la
sabiduría propia, o mejor dicho, de esa parte en nosotros que nos hace uno con
el todo, que es el único uno. Quizás ya lo has notado, quizás como
pensamiento en la quietud has tenido esta sensación de que una vez que somos
conscientes de cualquiera que sea el tema o situación, el regreso a la
ignorancia es imposible; por eso es que creo que nuestra capacidad de
reflexionar es en sí nuestro canal de comunicación con el Creador, con Dios,
con el amor y con cualquiera que fuese el principio del orden exacto, preciso e
inamovible que hoy nos tiene aquí a ti y a mí. Sé que tratar este tema es
camino minado, pues las creencias añejas nos harán querer detener la
introspección, pero si nos damos el permiso de mirar una idea, quizás lleguemos
a alguna convicción que nos conduzca hacia una vida serena, plena y colmada de
bendición, sin cargas y sin afrentas. Ante la pregunta “¿En dónde está Dios?”, sé
que es muy probable que conteste que está en la Tierra, en el cielo y en todo
lugar, ya que es la respuesta aprendida en el catecismo infantil, en mi caso
fue a los 5 ó 6 años, si no es que antes. Pero aquí la cuestión es si has o no
desmenuzado la semilla que de niño recibiste, si hoy como adulto has hecho que
germine, crezca y de fruto, o si simplemente sigues diciendo lo mismo sin haber
definido qué es o dónde es todo lugar, ¿has pensado que todo, te incluye a ti?
En la contienda por tener la razón, el ego y los dogmas nos distraen del nódulo
vital, nos cegamos ante la matrix y somos sordos, de tal suerte que le hemos
dejado de escuchar. Dios es el orden perfecto, no está sentado
con largas barbas humanas, esperando castigarte y lastimarte; de todo hacer hay
consecuencias. La vida siempre sucede, vivir no se trata de sufrir, y sí de
tener contentamiento aun en las tormentas. Porque estamos aquí para expandir nuestro
particular potencial amoroso, para conectarnos con el Nous, para expresar el
contentamiento de poder servir para servir a los demás; en una creación
conjunta del amar, como cuando elegimos ser conscientes. Créemelo, Dios no es
quien provoca el dolor de la geisha; lo provoca la tradición, el zapato de
madera, quien lo puso y quien se lo deja puesto. *Terapeuta
innovemosalgoya@gmail.com