Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Porfirio, y cuando la historia se repite
Lunes 03 de Septiembre de 2018 8:04 am
UN 1 de septiembre de 1988 me tocó cubrir la
crónica de la sesión legislativa que daba inicio con el Sexto Informe de
Gobierno de Miguel de la Madrid. El Informe Presidencial en esa época era una
ceremonia casi religiosa, un largo recuento de acciones reales o supuestas,
realizadas en todos los ámbitos, marcada por los aplausos y las loas. Pero en 1988 acabábamos de pasar las
elecciones más disputadas de México desde los años 30, había por primera vez
una Cámara realmente plural, aunque conservaba una mayoría priista. Porfirio
Muñoz Ledo había ganado la senaduría de la Ciudad de México. Un par de años
atrás había roto con el PRI, formando junto con Cuauhtémoc Cárdenas la
corriente democrática y luego el Frente Democrático Nacional. La campaña de
Cárdenas fue magnífica, considerando el momento político, la cerrazón de la
mayoría de los medios y la enorme potencia de la maquinaria priista que apoyaba
la candidatura de Carlos Salinas de Gortari. La paradoja es que si en aquella elección, el
presidente De la Madrid, en lugar de inclinarse por Salinas se hubiera decidido
por Manuel Bartlett, nada de eso hubiera ocurrido: de origen, la corriente de
Cárdenas y Muñoz Ledo (y Rodolfo González Guevara, quien finalmente no rompió
con ellos) era para oponerse a la candidatura de Salinas y querían que el
candidato fuera Bartlett. Se oponían al dedazo, porque no les favorecía. La
corriente democrática se fue convirtiendo en otra cosa, en una dura fuerza
opositora con el paso del tiempo, la cerrazón oficialista de una campaña que
sorprendió a todos (incluyendo a los cardenistas) y de una crisis económica
recurrente heredada desde el gobierno de José López Portillo. Ni Cárdenas ni Muñoz Ledo sabían que, en esas
mismas fechas, quitaban de la presidencia del PRI en Tabasco a un tal Andrés
Manuel López Obrador, que incluso había compuesto el himno del tricolor
estatal. Pasaría toda la campaña antes de que ese joven se incorporara al
Frente Democrático Nacional que iniciado 1989 se convertiría en el PRD. Lo cierto es que aquel 1 de septiembre de
1988, cuando el presidente De la Madrid estaba a mitad de su Informe, desde una
curul se escuchó un grito, una, dos, tres veces: “Con su permiso, señor
Presidente”. Era Porfirio, que quería “interpelar” al Presidente de la
República. No pasó nada más, salvo la confusión inicial, De la Madrid dio por
terminado el Informe, y con él todo un periodo de la vida política del país.
Desde entonces, nada fue igual. Los Informes presidenciales se convirtieron en
eventos bochornosos, donde sin la gallardía de aquel Muñoz Ledo había de todo,
desde puertas cerradas con candados hasta cabezas de cerdo, griteríos, insultos
y golpes. Con sensatez, se dejó de pronunciar en la Cámara de Diputados. Este Muñoz Ledo, ahora presidente de la
Cámara de Diputados, quien recibió de manos de Alfonso Navarrete Prida el Sexto
Informe de Gobierno de Peña Nieto, es el mismo que interpeló a De la Madrid
hace 30 años. Y el mismo que hace 50 años hizo la defensa más contundente de
Gustavo Díaz Ordaz después de la masacre de Tlatelolco. Allí el más brillante
de sus jóvenes legisladores no interpeló al Presidente. Lo defendió. Dijo que
“fuerzas e intereses ajenos a la voluntad del pueblo pretendieron divorciarlo
de las instituciones de la República y los más antiguos trasfondos
reaccionarios vinieron a condensarse en la idea de que el deber más imperioso
para los mexicanos es disminuir la autoridad del Estado e inventar un nuevo
régimen constitucional... nuestro progreso se ha vuelto a la postre
irreversible, porque ha cerrado el camino a todo retroceso”. El movimiento del
68 era el movimiento de la reacción que quería, vaya barbaridad, “disminuir la
autoridad del Estado e inventar un nuevo régimen constitucional”. Entre aquel defensor de Díaz Ordaz y este
presidente de la Cámara que acaba de cumplir 85 años, ha pasado medio siglo:
aquel senador que interpeló a De la Madrid, que fundó el PRD y que rompió con
el partido cuando no lo dejaron ser candidato presidencial en el año 2000; el
que luego fue candidato del PARM, pero abandonó la campaña para apoyar a
Vicente Fox; que luego fue funcionario del foxismo 6 años en Bruselas; el que
regresó a México para trabajar en la televisión mexiquense, mientras el
Gobernador era un tal Peña Nieto, para tiempo después recalar en el equipo de
López Obrador, no sin antes ser el responsable de elaborar la nueva
Constitución de la Ciudad de México con Miguel Ángel Mancera, ese hombre es
Porfirio Muñoz Ledo, representante de todas las contradicciones, avances y
retrocesos, de todas las incongruencias y genialidades que ha tenido el sistema
político en nuestro país.
Le toca presidir una Cámara que de plural
tiene poco, como aquella de hace 50 ó 30 años, donde el Bronx parlamentario
impide hablar a los pocos representantes de la oposición y los cubre de
insultos, que declaran su independencia, como Porfirio hace medio siglo,
calificándolos de reaccionarios, mientras rinden loas al nuevo Presidente de la
República. Medio siglo de distancia. ¿Es el inicio de un nuevo régimen, como
dijo Porfirio el sábado?, ¿o es simplemente una historia que se repite de forma
circular, a veces como comedia, en otras como tragedia?