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Asunto quisquilloso



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 04 de Septiembre de 2018 9:36 am


DICE el viejo cuento que cuando el niño empezó a robar, jamás la madre le llamó la atención, y con el paso de los años, ya joven, tenía cada vez más fuertes necesidades. Delinquía con seguridad en todos los aspectos, hasta que una persona no soportó tanto robo del malandro y exigió justicia a la autoridad, misma que consistía en separarle la cabeza del cuerpo. Cuando el ladrón se dio cuenta de que lo iban a decapitar, su última voluntad fue agredir a su propia madre, culpándola de lo que le iba a suceder, porque nunca lo corrigió de pequeño.

Todos sabemos de los remolinos que se suscitan por razones políticas, que impactan de una u otra forma a una sociedad entera. La economía y la política son temas esencialmente codependientes, y muchas de las veces no sabemos distinguir una cosa de la otra, pero parecen como dos ciegos que han atropellado a una inmensa mayoría de mexicanos.

AEs intenso el golpeteo contra Andrés Manuel López Obrador por parte de ciudadanos, grupos políticos y empresarios que se sienten agraviados porque por primera vez estará en el poder una persona distinta a sus afinidades e intereses; y la furia a veces parece desbordarse, porque incitan al Presidente electo, para que atropelle la Constitución de nuestro país, al no respetar al actual Presidente.

Por ahí hay un popular refrán que reza que la rana más aplastada es la que pega los gritos más fuertes. Todo es cuestión de esperar, hasta que AMLO entre en funciones. Quienes actuaban con prepotencia y desprecio, tanta gente inculta y de otros niveles, se les ve inseguros y temerosos, porque saben que los hechos negativos de su partido son imposibles de evadirlos.

Es indudable que muchas personas del PRI no estaban de acuerdo de la manera en que delinquían a diestra y siniestra, además, si no actuaban bajo esa regla de la poderosa corrupción, eran enemigos declarados del partido. Parafraseando una vieja canción, podemos decir que el PRI podrá cambiar de patria, de nombre y de todo, pero la profunda huella de la corrupción lo marcará, aun desaparecido. La prepotencia y ferocidad, inclusive se aplicaban a los propios partidarios al interior de este instituto.

Era tal la fantasía de la corrupción, que fue verdaderamente grave, como cuando asesinaron a Luis Donaldo Colosio, nada más faltó que la dirigencia nacional de ese partido hubiera dicho que era un suicidio, y como especie de verdad histórica, parecida y relacionada con los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, que desaparecieron hace 4 años. Aún en estos momentos, existe un hermetismo para que no se conozca la verdad de los desaparecidos.

Es indudable que el gobierno que entrará en funciones el 1 de diciembre tiene el compromiso de aclarar ese y otros hechos macabros; que diga cuáles son las autoridades y del nivel que sean, que actuaron en complicidad con el crimen organizado o son parte del mismo. Este es uno de los miles de agravios y entuertos que tiene que aclarar un gobierno que todos queremos y añoramos, que sea transparente por la salud del país; no existe ninguna otra alternativa para un cambio que se antoja totalmente distinto a los gobiernos que hemos padecido.

No podemos dejar pasar desapercibido un hecho que llamó poderosamente la atención, cuando la SEP en ningún momento fijó una postura digna ante el problema que lastimó hondamente a la comunidad estudiantil de nuestro país; lo único que podemos argumentar es que, con el silencio, aprobaron el ataque que sufrieron los jóvenes de esa escuela rural. No es posible que una institución que representa la cultura y la sabiduría permanezca callada, ante una canallada cometida contra estudiantes, cuando la SEP tiene la obligación de que se respete su integridad.