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Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Inseguros e inciertos


Martes 04 de Septiembre de 2018 9:38 am


EN tres elecciones presidenciales, la inseguridad pública ha sido factor de decisión de millones de votantes.

Vicente Fox se allegó una gran cantidad de sufragios con la promesa de que remediaría la inseguridad pública. Muchos votantes le creyeron y sufragaron por él. 

Millones de electores le compraron a Enrique Peña Nieto el cuento de que sabía cómo resolver el problema de la inseguridad por la convincente razón de que los priistas –decían– “sí sabemos gobernar”. Criticada por los tricolores, la estrategia de Felipe Calderón se convirtió en peldaño. Crecía la violencia.

Peña Nieto aplicó una estrategia que fue copia fiel de la calderonista. Los resultados fueron similares. 

Por eso, el discurso de López Obrador caló en el ánimo de los electores que clamaban seguridad. Cualquier cosa que se ofreciera, siendo distinta, era creíble. Harta de la sensación de inseguridad pública, de la violencia que ha formado parte de la información periodística cotidiana, y sobre todo de la impunidad, la gente decidió votar por una tercera opción ante la inoperancia de los gobiernos priistas y panistas en ese rubro.

La primera sorpresa fue encontrarse con que tampoco López Obrador ha diseñado una estrategia de seguridad que permita, en un determinado plazo, recuperar la paz perdida. En los foros para la pacificación –una consulta que conviene hacer, si se convierte en complemento de un diseño general elaborado por expertos, no en directriz–, muchas víctimas y familiares de víctimas expresaron inconformidad por la propuesta del perdón, que dejaba un resabio a impunidad, a borrón y cuenta nueva. Si hay miles de familias que se han movilizado durante años clamando al Estado por justicia, ¿a santo de qué van a perdonar a nadie, si en muchos casos ni siquiera conocen a los victimarios de sus parientes, a quienes debieran perdonar? ¿Qué madre, qué padre, va a perdonar al asesino de su hijo?

Vino entonces la primera corrección: el perdón es un asunto personal, dijeron desde el equipo de AMLO, para “la tranquilidad interior” de quien perdona. Eso es verdad, pero no corresponde al Estado ni al gobierno que es parte del Estado, entrar en esos asuntos de índole personal, íntimos. Al gobierno le toca administrar la justicia. Antes que el perdón, está la justicia. En la vida civil y en la gobernanza, no queda sino que se lleve a la justicia a los criminales y se les encarcele muchos años, incluso de por vida. De eso sí ha de ocuparse la administración lopezobradorista.

Hay demasiadas opiniones, algunas contradictorias entre sí, en el equipo de AMLO. Un día el perdón es estrategia y al siguiente viene la retracción; hoy el Presidente electo sostiene que se creará la Guardia Nacional (prevista, por cierto, en la Constitución y que sería una figura en que quizá esté la solución a la violencia del crimen organizado) y días después otro de su equipo dice que no y después que sí. Tesis de campaña, promesa de política pública, el retorno de los militares a los cuarteles se esfumó al menos por 3 años luego de que AMLO se reunió con los secretarios de Defensa y Marina. Habrá una capacitada Gendarmería Nacional de mando único y sólo después dejarán las calles las fuerzas castrenses. 

El problema no es que haya diversas opiniones, sino que tantas contradicciones dejan la impresión de que no hay una política delineada con claridad, que todavía el futuro gobierno desconoce qué hará y cómo en materia de seguridad, entre otros asuntos nacionales. La primera obligación política de un gobierno es dar certidumbre a los gobernados. Eventualmente, puede equivocarse o acertar, pero antes del yerro, el ciudadano tiene pleno derecho a conocer los planes de su gobierno, a saber con claridad y certeza qué pretende. Eso no está sucediendo. Queda la impresión de que hay muchos halando hilos en diferentes direcciones, a veces contrapuestas.

Es momento de pasar de las generalidades de campaña a las concreciones de los planes de gobierno, al diseño de las estrategias en los diversos órdenes de la gobernanza. A 3 meses de asumir el cargo, el equipo de AMLO todavía aparece desconcertado, dubitativo en exceso.

Es necesario que pronto tome rumbo, defina los objetivos y los medios para alcanzarlos. La campaña fue la hora de los qué hacer; ahora mismo es el tiempo de los cómo hacer. Y a partir del 1 de diciembre, fiestas aparte, será la hora de los quihúboles, el momento de tomar camino. Entonces, la certidumbre será indispensable, vital. ¿Podrán?


MAR DE FONDO


** Segundo desencuentro, ayer, afuera de Palacio Nacional entre el diputado Gerardo Fernández Noroña y el diputado Porfirio Muñoz Ledo. El primero quiso entrar al mal llamado Informe del presidente Enrique Peña Nieto. Lo impidieron soldados del Estado Mayor Presidencial. Forcejeos y empujones entre los militares y el legislador ocurrían cuando pasaron Muñoz Ledo y Martí Batres a un lado y no movieron un dedo para defender a su compañero también lopezobradorista. 


** Cuando Los Chuchos iban con el Presidente, eran condenables; ahora que van Muñoz Ledo y Batres, es institucionalidad, refiere Fernández Noroña, que advirtió que hoy le reclamará a Muñoz Ledo en la sesión de la Cámara de Diputados.


**  “Sabia virtud de conocer el tiempo;/ a tiempo amar y desatarse a tiempo;/ como dice el refrán: dar tiempo al tiempo.../ que de amor y dolor alivia el tiempo./ Aquel amor a quien amé a destiempo/ martirizome tanto y tanto tiempo/ que no sentí jamás correr el tiempo,/ tan acremente como en ese tiempo./ Amar queriendo como en otro tiempo/ -ignoraba yo aún que el tiempo es oro-/ cuánto tiempo perdí –ay– cuánto tiempo./ Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,/ amor de aquellos tiempos, cómo añoro/ la dicha inicua de perder el tiempo...”. (Renato Leduc, mexicano, 1897-1986. Aquí se habla del tiempo perdido que, como dice el dicho, los santos lo lloran.)