Red Abierta
ARMANDO MARTÍNEZ OROZCO
Nunca amnistía
Viernes 07 de Septiembre de 2018 9:29 am
LAMENTO decirlo, pero en esta ocasión, el escritor y director del portal Sin embargo, Jorge Zepeda Patterson, está equivocado. Su propuesta –o más bien justificación de los disparates del equipo de Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad– es la de negociar con los capos del crimen organizado mexicano, por considerarla la mejor vía posible para acabar la violencia criminal en el país. Con el argumento de que la fuerza del Estado ha fracasado en la batalla contra los cárteles de las drogas, avala una supuesta negociación que pretendería el futuro secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, llegado el momento. Es por cierto en el periódico español El País, donde Zepeda Patterson publica su columna Pensándolo bien..., con el tema de “La necesidad de los capos”. Dice el periodista mexicano en el diario hispano: “Sí, es políticamente incorrecto, pero habría que aceptar que necesitamos a tres o cuatro Chapos con quienes negociar. Tras doce años de guerra frontal en contra de los capos y más de cien mil muertos, el récord de inseguridad que vive México deja en claro que hemos seguido la estrategia equivocada. El crimen organizado ha terminado por ganar esta guerra. Andrés Manuel López Obrador, el presidente electo, así lo entendió cuando aseguró que la violencia no puede combatirse con más violencia. La pregunta que aún no responde es exactamente con qué habrá de combatirla. La designación de Alfonso Durazo como ministro de Seguridad ofrece, sin embargo, indicios de los planes del presidente. Por vez primera no se trata de un militar o un supuesto experto en temas de inseguridad; Durazo tampoco es un juez o un jurista experimentado. El nuevo secretario de Seguridad es esencialmente un operador político, un negociador”. (https://elpais.com/internacional/2018/09/05/mexico/) En cambio, digo que acá, en México, las negociaciones con los capos sólo se hacen en términos de narcopolítica, exactamente el modelo a que recurrió la Presidencia de Felipe Calderón cuando, en un intento de pacificar a México, negoció con Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, un acuerdo nacional entre cárteles, que finalmente fracasó. Zepeda Patterson olvida que el crimen organizado necesita, en mayor o menor medida, de la violencia para hacerse valer. Los capos y muchos de sus trabajadores se enriquecen desde la ilegalidad y por ello necesitan de la extorsión, los golpes, las armas, entre otros primitivos métodos. El periodista mexicano habla de la necesidad de la existencia de capos, como si de una relación codependiente entre ciudadanos mexicanos y crimen organizado se tratara. No, señor, disculpe usted, pero esa no es la vía para acabar con este desesperante mal que se llama violencia. De la violencia necesitó Al Capone en Chicago y Nueva York para que el tráfico de alcohol le fuera redituable. Escobar utilizó el terror para hacerse de millonadas con la exportación de cocaína desde Colombia a Estados Unidos. El Chapo Guzmán se comportó de la misma manera y convirtió a los estados del norte de México en los territorios más violentos del país. Los únicos beneficiados de los oscuros acuerdos con el hampa son los grandes personajes de la real politik y sus empresarios lavadores: los muertos van por nuestra cuenta. Sí a la legalización y control estatal de las drogas. Sí al fomento al deporte desde la infancia. Sí a la posibilidad de educación y trabajos dignos. Sí al arte. Sí a la vida. En esta situación, ¿quién sería el que vendría a negociar? No merece paz ni perdón quien destruye familias enteras sólo por hacerse de unos millones más. Y digámoslo claro: Tampoco es el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, la única luz de las izquierdas. Sólo pregunto a manera de ejemplo: ¿Ofrecerán amnistía todas las madres y padres de las jovencitas michoacanas violadas por Los Caballeros Templarios? ¿Necesita un individuo como La Tuta el perdón en la próxima república del amor? ¡Carajo! ¿Tiene perdón quien ha creado barrios enteros de desventurados negros neoyorquinos por su adicción a la heroína? ¿Quién trafica y quién consume? ¿Es la misma responsabilidad? ¿Cuánta amnistía merece quien violentamente decide sobre nuestra existencia? Nunca amnistía. Ni perdón ni olvido.