Cargando



Despacho Político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Neoporrismo


Miércoles 12 de Septiembre de 2018 8:57 am


LA agresión a estudiantes del plantel de Azcapotzalco del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH, preparatoria de la UNAM), por parte de porros de esa misma escuela, ha vuelto a exhibir el fenómeno del porrismo.

Modalidad de delincuencia organizada, el porrismo tiene la función de intimidar y reprimir la disidencia en las universidades.

Aunque han sobrevivido soterrados, los porros de la UNAM fueron obligados a mantener eso que algunos llaman “perfil bajo”. Ya no son como fueron aquellos grupos porriles como el Muro, de la más retrógrada ultraderecha de la que, por cierto, fue parte un hoy famoso comentarista de la televisión deportiva. Se llamaba Movimiento Unificado de Renovadora Orientación: primero el acrónimo y luego forzaron las palabras en una sintaxis retorcida. Su guarida principal era la Facultad de Derecho y el financiamiento provenía de diversas fuentes, entre ellas el Palacio de Bucareli.

También hubo porros de izquierda, como los de los maoístas enclavados en las preparatorias populares, de miserable calidad académica, a pesar de la cual los egresados tenían pase automático a la licenciatura en la UNAM. Eran vándalos como pocos y dogmáticos al grado de odiar a otras corrientes de la izquierda. Algunos fueron peores, como quienes se apoderaron del auditorio Justo Sierra, renombrado por los estudiantes, auditorio Che Guevara, de la Facultad de Filosofía y Letras. 

Recinto de célebres encuentros y conferencias, donde lo mismo se presentaron poetas como Pablo Neruda, Octavio Paz, Mario Benedetti y Jaime Sabines, o pintores como Vlady que economistas de talla mundial como Ernest Mandel o filósofos como Luis Villoro y Adolfo Sánchez Vázquez; narradores como José Revueltas, Julio Cortázar y Susan Sontag y José Saramago; líderes como Charles de Gaulle y cantantes como Joan Manuel Serrat; dejó de serlo cuando en el año 2000 porros se apoderaron de él y lo convirtieron en refugio de narcovendedores, matarifes de segunda y advenedizos a quienes unía el consumo de mariguana y otras drogas, no la convicción política ni mucho menos la academia. 

También fue sede de la Orquesta Filarmónica de la Casa de Estudios. Ningún rector tuvo valor para sacar a los porros y recuperar el auditorio para la UNAM.

Hoy, parece haber un enorme interés por inducir a la universidad al paro permanente y a la crisis institucional. El movimiento original exigía seguridad en el CCH Azcapotzalco y se ha extendido a reclamarla para todas las escuelas y facultades. Algunos incluyeron la “demanda” de que el rector Enrique Graue renuncie. Bueno, eso de solicitar renuncias a medio mundo, con razón o sin ella, revela la gana de crear conflicto por ver qué sacan.

A diferencia del 68, del 71, del 75, hoy la UNAM está expuesta al narcotráfico. Pandillas de gamberros que se dedican al narcomenudeo venden droga en el campus de Ciudad Universitaria. La vigilancia, como siempre, voltea la mirada al cielo, como si la virgen le hablara. Lo hace por soborno o por miedo, pero lo hace. 

Esos vigilantes están desarmados porque los señores puristas de una izquierda gritona e irreflexiva, se ha opuesto a que porten armas de fuego. Sólo Bruce Lee ganaba batallas sin armamento; en película, claro. 

Erradicar el porrismo en todos los planteles de la UNAM y de cualquier universidad pública del país (en Hidalgo todavía sobrevive la mafia del poder universitario, la llamada Sosa Nostra, de los hermanos Sosa, que dejaron el PRI y se unieron a la campaña de López Obrador) es necesario. Sobre todo donde se mezcla con el narcotráfico. 

Es insuficiente la pura manifestación de intenciones. Es correcto que el presidente electo, Andrés López Obrador, y el rector Graue hayan coincidido en la necesidad de acabar el porrismo. Ninguno dijo cómo. Expulsarlos, como a los que agredieron a los preparatorianos de Azcapotzlaco, tampoco basta. Deben ir a la cárcel. Han cometido incluso asesinatos y siguen tan campantes al amparo del gobierno perredista de la capital del país.

El interés de alterar a la UNAM puede crear un conflicto nacional. El respeto a la autonomía académica y administrativa de la principal universidad del país y también del resto de universidades públicas es requisito para atajar conflictos que, de surgir y expandirse, pueden revolver al país. Y en México estamos hartos de conflictos de origen político y partidario, sobre todo por políticos, algunos de los cuales ni siquiera fueron estudiantes universitarios.


MAR DE FONDO


**  “Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas,/ yo sabía que al fin iba a quedarme/ desnudo en la ribera de la risa./ Aquí,/ hoy,/ digo:/ siempre recordaré tu desnudez entre mis manos,/ tu olor a disfrutada madera de sándalo/ clavada junto al sol de la mañana;/ tu risa de muchacha,/ o de arroyo,/ o de pájaro;/ tus manos largas y amantes/ como un lirio traidor a tus antiguos colores;/ tu voz,/ tus ojos,/ lo de abarcable en ti que entre mis pasos/ pensaba sostener con las palabras./ Pero ya no habrá tiempo de llorar./ Ha terminado/ la hora de la ceniza para mi corazón:/ Hace frío sin ti,/ pero se vive”. (Roque Dalton, salvadoreño, 1935-1975. Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas…)