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Alianzas para la autonomía del Estado



RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO


Jueves 13 de Septiembre de 2018 8:05 am


MUCHO se ha dicho sobre las alianzas de Morena o López Obrador. Más allá de lo electoral, lo legislativo o lo meramente oportunista, las alianzas nos muestran el sentido que el gobierno entrante piensa darle al ejercicio del poder. Algunos de estos acuerdos nos permiten profundizar en cuestiones ideológicas y programáticas tanto del partido como del Presidente. Se trata de un asunto fundamental, pues los resultados de las pasadas elecciones han comenzado a reconfigurar el panorama político en general, y partidista en particular, tanto en el ámbito nacional como en lo local.

Desde la campaña y el proceso de transición, AMLO ha comenzado a establecer alianzas por todos lados. Trataré únicamente dos casos representativos de dos temas fundamentales: la relación Estado-empresarios y los problemas entre el poder central y los Poderes locales. Durante las últimas 3 décadas, la relación entre Estados y empresarios ha sido poco transparente. La privatización de las empresas del Estado benefició a unos cuantos empresarios cercanos al poder. Por un lado, desde la perspectiva del proyecto neoliberal, era necesario que el Estado jugara un papel menos importante en la economía. Por otro lado, el gobierno se hacía de un poderoso aliado.

El acercamiento de AMLO a los grandes empresarios tiene otro sentido, tanto estratégico como ideológico. Tomemos como ejemplo la reunión de AMLO con los empresarios petroleros nacionales. De acuerdo con el periodista Mario Maldonado, AMLO, Rocío Nahle y Octavio Romero invitaron a los empresarios petroleros nacionales a una reunión en Tabasco, en la que les presentaron el proyecto para revitalizar a Pemex. De acuerdo con Maldonado, sólo fueron invitados empresarios nacionales, entre los que estaban los Slim, los Lobo, pero no los Baillères y Larrea. ¿Cómo podemos interpretar esta reunión? En primer lugar, parece que el gobierno entrante busca generar un poderoso grupo de empresarios nacionales en un sector estratégico como el petrolero, un poderoso grupo cercano al gobierno que sirva como contrapeso a las inversiones extranjeras ya licitadas. La creación de un empresariado nacional (o nacionalista) nos recuerda a los pactos de Ávila Camacho y Alemán en los años 40. Ideológicamente, se trata de una jugada para dotar al Estado de un margen de autonomía y maniobra más amplio frente a los poderes económicos y financieros internacionales. Hasta aquí: autonomía relativa frente al capital.

En los Congresos nacional y locales, estos últimos días fueron muy movidos: Morena negó primero, y aprobó después, la licencia de Manuel Velasco; presentó un plan de austeridad; y exhortó a los gobiernos locales a no aplicar las evaluaciones al magisterio. Por su parte, los dos o tres priistas que quedaron en el Congreso de Hidalgo, reventaron la sesión para hacerse de la Junta de Gobierno, cuando únicamente tienen un diputado de mayoría. Para el caso de Velasco, Morena evidenció que sí hay línea a seguir y que tomarán pocos riesgos a la hora de buscar respaldo legislativo a sus reformas. En los otros dos casos, se evidencia la gran diferencia entre la política nacional y la local. A pesar de la clara alianza entre el PRI de Peña y Morena, el PRI de Hidalgo mostró que no está dispuesto a soltar el poder tan fácilmente. Con todo y mayorías en el Congreso federal y en varios Congresos locales, Morena y AMLO tendrán que empezar a lidiar con Poderes locales que han estado ahí mucho tiempo antes de la victoria de julio pasado. Del éxito de estas batallas y negociaciones depende el margen de autonomía que el Ejecutivo federal tenga frente a los Poderes locales. Habrá que esperar a la instalación y operación de los delegados federales en los estados.