Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Educación, ¿ni una coma?
Jueves 13 de Septiembre de 2018 8:06 am
UNO de los principales problemas que está
enfrentando la próxima administración es el adelanto provocado por ellos mismos
de los tiempos políticos, con un Presidente electo y un equipo de colaboradores
que, en los hechos, están trabajando ya como si estuvieran en funciones. Pero
ese no es el único problema, ese equipo, integrado por personajes que vienen de
vidas políticas muy diferentes, no siempre tiene unidad de ideas, programas y,
como si fuera poco, sus propuestas de campaña se deben adecuar ahora a la nueva
realidad que implica no sólo ser gobierno, sino serlo, por primera vez en 3
décadas, con una mayoría absoluta que impedirá que puedan argumentar que están
atados de manos. En pocos ámbitos eso se percibe mejor que en
la Cámara de Diputados, donde la mayoría de Morena parece que todavía no asume
que ellos son gobierno, no una corriente opositora más. Ocurrió en la
instalación de la Cámara, donde las pancartas y gritos impidieron incluso el
discurso de los legisladores opositores. Ocurrió con los insultos de Gerardo
Fernández Noroña a Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres, sus compañeros de
partido y presidentes de la Cámara de Diputados y Senadores, respectivamente. La primera sesión de la Cámara de Senadores
estuvo marcada por el caso de Manuel Velasco, con la licencia primero rechazada
y luego aceptada, realizado todo con un desaseo político lamentable. El martes,
en la Cámara de Diputados, como tituló Excélsior, Morena puso en marcha la
aplanadora y votó un punto de acuerdo para frenar la evaluación magisterial,
exigiendo que desde ahora comience a desmontarse la reforma educativa. La SEP les respondió lo único que les podía
responder: aplicar la evaluación magisterial, lo mismo que todo el modelo
educativo, es una obligación constitucional. El Gobierno Federal, mientras la
norma constitucional esté vigente, debe aplicarla. Además, la evaluación está
establecida en las leyes generales del Servicio Profesional Docente y del
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). El coordinador de los diputados de Morena,
Mario Delgado, respondió que de la reforma educativa no va a quedar “ni una
coma”, agregando que “se va a cumplir el compromiso de campaña de echar abajo
la reforma educativa”. El compromiso, dijo, “es muy claro por parte del
Presidente electo, es la abrogación total y se está trabajando ya en unos foros
para escuchar a los maestros y a los padres de familia”. Efectivamente, López
Obrador dijo que se iba a abrogar la reforma educativa, pero los hechos
muestran que son demasiados los capítulos de la reforma que se tendrán que
mantener mientras no se modifique la Constitución y haya nuevas leyes del
servicio magisterial. El propio Esteban Moctezuma, futuro
secretario de Educación, ha dicho que hay puntos de la reforma que se quedarán
y otros que se modificarán, y eso es lo que indica hasta la lógica común. En
los foros que se están realizando, esa es también la opinión mayoritaria: el
consenso incluso no es que no haya evaluación, sino que ésta se siga
realizando, que se prepare mucho más a los maestros, pero que la evaluación no
esté ligada a la pérdida de la plaza, lo que ahora tampoco ocurre. Nadie ha
perdido su plaza por la evaluación, en todo caso, lo que se establece es que
ese maestro ya no esté, después de tres fracasos consecutivos, al frente de un
grupo de alumnos. Un punto más. Ninguna de las reformas que se
aprobaron en el actual sexenio ha tenido tanto apoyo entre la gente como la
reforma educativa. En una encuesta de Parametría publicada días antes de las
elecciones de julio, cuando ya era evidente el triunfo de López Obrador, el 75
por ciento de los encuestados consideró que la reforma educativa debe revisarse
para mejorarse, y sólo el 9 por ciento consideró que había que cancelarla,
mientras que un 12 por ciento opinó que lo mejor era dejarla tal como está. Los
encuestados estaban de acuerdo sobre todo en la evaluación de los maestros, en
la prohibición de la venta de alimentos chatarra y en la implementación de
escuelas de tiempo completo. La beligerancia de la bancada de Morena en el
tema se explica por el número de diputados provenientes de la CNTE,
proporcionalmente muy alto, por encima de su representación sindical y
política, por la lucha que esos grupos y otros quieren dar por el control del
sindicato, lo que aún están lejos de tener. Por supuesto que el próximo gobierno tiene
peso político como para hacer las reformas que desee, incluso para no dejar,
como dijo Mario, ni una coma de la reforma educativa. Pero primero debe estar
de acuerdo internamente sobre cómo va a hacer las cosas; elaborar y presentar
las iniciativas correspondientes; aprobarlas; en el caso de una reforma
constitucional, tener el voto calificado de las dos Cámaras y de 17 Congresos
estatales, y luego aprobar las leyes correspondientes, en línea con la nueva
norma constitucional.
Son procesos legales que toman su tiempo y
que exigen trabajo político, acuerdos y elaborar sobre la gama de grises, más
que en torno a blancos y negros. Y mientras eso sucede, las leyes vigentes se
tienen que cumplir. Desde la oposición se puede proclamar todo, desde el
gobierno no se pueden suprimir esos pasos ni ignorar las leyes.