Cargando



La ciudad de las parotas



ALEJANDRO MORALES

La revolución de las chimbombas


Sábado 15 de Septiembre de 2018 9:34 am


LA rebelión civil en Nicaragua ha cobrado un nuevo rostro: los globos. Durante este mes de la patria, que también, como en México, es septiembre, esta nueva cara se ha multiplicado por centenas y por miles en las calles, las esquinas, los balcones, los pasos a desnivel y hasta enredado en el cableado eléctrico.

Pero el motivo no es festivo (o a lo mejor sí), sino otro: la protesta. A casi 5 meses de manifestaciones civiles y represión gubernamental y paramilitar, a la toma de las calles por cientos y miles de nicaragüenses, ahora se suma la toma del espacio público por este nuevo elemento. Globos que en aquel país son conocidos como chimbombas, y a los cuales, al parecer, el gobierno les ha declarado la guerra, pues se ha dedicado a pincharlos.

Cada vez que aparecen globos azul y blancos (los colores de la bandera nicaragüense), cuadrillas de simpatizantes gobiernistas (identificados con los colores rojinegros sandinistas) se abalanzan a reventarlos a pie, en motos o camionetas.

Muchas de las chimbombas rebeldes tienen inscritos los nombres de los presos políticos que el gobierno tiene retenidos, la mayoría estudiantes. Otras tienen escritas consignas contra el régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo: “Que se rinda tu madre”, “Patria libre para vivir”, “Viva Nicaragua libre”.

Pero la fobia oficialista por las chimbombas no reside sólo en sus inscripciones. Sobre todo, aunque suene paradójico, son los colores los que no soportan.

El azul y blanco de la bandera nicaragüense se ha convertido en símbolo de los protestantes contra el régimen de origen sandinista del presidente (desde hace 11 años) Daniel Ortega. El gobierno, como siempre que el miedo y la paranoia dominan al poder, en lugar de ver en estos colores un símbolo de unidad, sólo ven confrontación. Y a golpe de verlo así, el azul y blanco, incluso en las chimbombas, se han convertido para el gobierno en los colores enemigos en esta guerra (el gobierno ha llamado vándalos y terroristas a los que protestan).

Todavía no cumplían un mes las manifestaciones, cuando a principios de mayo uno de los principales conflictos en un pueblo del departamento nicaragüense de Masaya fue definir de qué color debía tener la base en la que está erigida un estatua del coronel Sandino, si el azul y blanco nacionales, o el rojinegro sandinista. Hasta el sacerdote del lugar tuvo que intervenir, sin éxito, para tratar de zanjar la discución.

Sobre este tema de las chimbombas reprimidas por las hordas oficialistas, el periodista nicaragüense Filadelfo Alemán escribió las siguientes palabras, que tomo prestadas, bajo el título de “La guerra de las chimbombas”:

“La obsesión represora del gobierno contra sus opositores ya se tornó enfermiza. Ven signos de oposición en los árboles, las paredes, en el agua, en los insectos y hasta en las nubes.

“Ahora les ha dado por declararle la guerra a las chimbombas. Las aniquilan en motocicletas, en Hilux, a pie. Lo hacen los antimotines que las aplastan con sus botas. Pronto comenzarán a dispararles porque muchos globos tienen los nombres de muchachos caídos.

“Es su juego de matar dos veces. Rematar. Lo hacen con saña esquizofrénica. Como si fuera cierto que están matando. Se desesperan y se frustran porque es imposible matar ideas que están en los aires y en el maldito cerebro. Otras chimbombas les resultan odiosas porque piden ¡libertad!

“Han iniciado una nueva guerra: la guerra de las chimbombas. Su frustración no tiene límites. Han caído del extremo de la represión al extremo de lo ridículo”.

Sonreír es resistir, reza una de las más recientes consignas en aquel país, sobre el que, por cierto, no se ha pronunciado el Presidente electo mexicano. ¿Cerrará los ojos a la tragedia que se vive en ese lugar?

Allá en Nicaragua, hoy también darán su grito. Cedo otra vez la palabra a Filadelfo: “¡Vivan las chimbombas!”.