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MOMENTOS



EVA ADRIANA SOTO FERNIZA

Estamos pudiendo


Sábado 15 de Septiembre de 2018 9:25 am


ALERTAS por todas partes nos dicen que si no nos damos prisa, la cuenta de regreso para salvar el planeta –o mejor dicho, para salvarnos nosotros– está corriendo. Y la verdad no es para “apanicarse”, dijera Fox, pero sí es bueno saber en dónde estamos parados. Un poco con esperanza y un mucho con la duda de lograrlo, he pasado los últimos años. De mediados del Siglo 20 al presente, el mundo se volvió loco. Todo se fue acelerando de tal manera, que cuando nos dimos cuenta estábamos con el futuro enfrente, y no ha sido un buen futuro para la naturaleza y la gran mayoría de las especies vivientes. Nos sumergimos ansiosamente en el torbellino de una tecnología que no para de asombrarnos. ¿Realmente somos ahora más felices que hace poco más de medio siglo?

No nos hemos convertido en máquinas, pero interactuamos a través de ellas; incluso nos ha invadido la manía de abreviar tanto lo que decimos en las redes como lo que hacemos en el devenir cotidiano. Me asombra, entre otras cosas, la escasez de palabras que está padeciendo nuestro lenguaje, sobre todo en los más jóvenes, ¿iremos a terminar cambiándolo por signos y emoticones?

Cierto que todo va a favor de la comodidad y el ahorrar tiempo, pero, ¿tiempo para qué?, ¿para extraviarse en las profundidades del inabarcable mar de la tecnología, donde se acaba perdiendo contacto con la realidad y, sobre todo, con los otros humanos? 

Lo interesante es que antes de perder totalmente el juicio con tantos juguetes nuevos, parece que el daño que hemos estado causando se ha vuelto tal, que por fin estamos levantando la cabeza. Cambio climático, islas de plásticos flotando en el océano, emisiones de carbono a Dios dar, escasez de agua, huracanes inusuales y pérdida de selvas y bosques es sólo una pequeñísima lista de lo que hemos provocado.

Pero ya hemos comenzado por ponerles nombres y buscar soluciones. Si prestamos atención, lo empezaremos a notar; en principio, están los chicos que realmente se toman en serio esto de salvar el planeta. Los planteles educativos están haciendo muy bien su labor de concientizar a niños y jóvenes. Pareciera que, de repente, está surgiendo un interés inusual en todo lo que tiene que ver con el medio ambiente y su buen manejo. En las tiendas –todavía no en todas– le preguntan a uno: “¿Va a querer bolsa de plástico?”. Focos cada vez más avanzados para consumir menos energía eléctrica y cosas que parecen pequeñas, como personalmente he comprobado al ir de compras, tales como una regaderita que se adapta a la boca de la llave del fregadero con un minúsculo rehilete integrado, que por su alta o baja velocidad, nos indica si estamos usando mucha o poco agua; o un detergente que anuncia ser óptimo para usar menos cantidad de este preciado líquido. Y ahora, dondequiera vemos las ya conocidas bolsas reciclables para la compra. Parecieran una insignificancia, pero en mi caso, el verlas me parece un anuncio luminoso que indica que ya no estamos dispuestos a permitir que avance el deterioro de nuestro entorno.

Asimismo, este cambio va a favor de la economía, ya que el asunto del reciclaje está favoreciendo actividades que producen, por ejemplo, desechables hechos con fibras vegetales que se integran al suelo, sin causar contaminación.

Y ahora sí que nuestra imaginación es el límite para producir, el remedio y el trapito, para la infinidad de daños ecológicos que hemos causado. Con seguridad que lo que viene en cuanto a oportunidades de trabajo y de negocios para las nuevas generaciones, que ahora están pasando las de Caín para establecerse después de terminar sus estudios, va a presentar un amplio abanico de oportunidades.

Un hecho que también es de notarse y que se acaba de dar en el ámbito internacional, ha sido la reciente renuncia, el 28 de agosto, de Nicolas Hulot, ministro de Ecología de Francia. Dijo que su decisión era “producto de una serie de decepciones por los pasos inadecuados del gobierno para afrontar las amenazas medioambientales, a pesar de la situación global, con un planeta que se está convirtiendo en un sauna y que nos exige modificar nuestra forma de pensar”. El gesto de Hulot, quien ha sido un defensor mediático de la naturaleza, tiene una lectura más positiva que otra cosa, ya que demuestra que en los altos niveles, también se está pudiendo.


bigotesdegato@hotmail.com