De ayer y de ahora
ROGELIO PORTILLO CEBALLOS
Familia y adicción en adolescentes
Domingo 16 de Septiembre de 2018 8:39 am
TANTO por mis estudios de pedagogía como de
terapia familiar, he abordado en pláticas y talleres el tema de las adicciones.
Algunos fundamentos para nuestro trabajo con jóvenes y familias de adictos, nos
señalan que el problema de abuso de drogas se origina en la adolescencia, en un
proceso normal aunque problemático de crecimiento, autoafirmación, autonomía e
independencia; cuando se acerca la selección de profesión y/o ocupación; hay
búsqueda de nuevas experiencias, de desarrollo de relaciones íntimas con gente
externa a la familia y está próxima ya la salida del hogar. Algunas familias describen un patrón
prototípico en adictos masculinos donde la madre está involucrada en una
reacción indulgente, apegada, sobreprotectora, abiertamente permisiva con el
adicto, que ocupa la posición de un hijo favorecido. En otras familias, indican que el padre de
los adictos varones es distante, desapegado, débil o ausente. Las relaciones
padre-hijo son descritas por el adicto como muy negativas, con una disciplina
ruda e incoherente. Se describen dos tipos de padres de adictos:
un “hombre de paja”, autoritario y violento pero controlado por la madre, y un
tipo distante que está después de la madre en el poder dentro de la familia. En muchas familias hay una alta incidencia de
privación parental, las que han experimentado la separación, el abandono o
muerte de un progenitor, más comúnmente el padre. Otros elementos que explican la adicción son
el miedo a la separación, la pseudoindividualización. Al parecer, los adictos
presentan problemas porque son demasiado dependientes y no están preparados
para asumir responsabilidades, como si necesitaran protección. Temen estar
aislados o separados. Los adictos están en un dilema: por un lado, tienen
presiones para estar ligados a la familia; y por otro, fuerzas biológicas y
socioculturales que los empujan a establecer relaciones íntimas externas. Existen diversos factores extrafamiliares que
también pueden amenazar el sistema familiar y desencadenar el ciclo adictivo
como la pérdida del empleo, una enfermedad grave, la salida del hogar de un
hermano, etcétera. También el predominio de drogas en la colonia o barrio, así
como las relaciones y “amistades” con y entre miembros que abusan de drogas,
reflejándose en la disponibilidad y costo de las mismas. (Stanton, Terapia
familiar del abuso y adicción a las drogas, 1999). En otros acercamientos a la explicación del
inicio del consumo de sustancias y posterior abuso y adicción, se abordan los
que se denominan factores de riesgo que son ciertas características que existen
en la comunidad, familia, escuela, centro laboral e individuo, previo al
consumo de las drogas y que aumentan la probabilidad de que este fenómeno
ocurra. Y que una vez que se da, estos factores lo mantienen. Estos son: Aislamiento de actividades sociales; altos
niveles de angustia; actitud permisiva hacia el consumo de tabaco y alcohol;
necesidad de experimentar emociones fuertes y sensaciones intensas en la
adolescencia; baja autoestima; percepción de que los padres, las madres y demás
familiares están alejados; timidez e inseguridad; desinterés en el desarrollo
escolar; depresión; alcoholismo, uso de drogas de los padres, hermanos mayores,
o del grupo de amigos.
También, por otro lado, la conducta
autoritaria y represiva de uno de los padres, coexistente con una conducta
permisiva del otro; la comunicación negativa con crítica y falta de respeto; la
escasa supervisión de los padres; las madres frías, poco responsables y poco
protectoras; los padres aislados; madres solteras o ausencia de uno o ambos
padres de familia; la violencia intrafamiliar; el maltrato físico y psicológico.
(Centros de Integración Juvenil, Cómo proteger a tus hijos contra las drogas,
1999). El problema, aunque difícil, tiene soluciones.