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SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ
Una catedral bajo tierra
Martes 18 de Septiembre de 2018 8:54 am
“La primera catedral de México, una historia
constructiva, de Luis Gerardo Huitrón Flores, es uno de los pocos trabajos
realizados en México que tiene como objetivo determinar las fases edilicias de
un monumento actualmente perdido bajo el atrio de la hoy catedral y de la
avenida que circunda la plaza más importante de la República Mexicana”. Así es como la doctora Alejandra González
Leyva inicia el prólogo del libro Una catedral bajo tierra, que acaba de
publicar la editorial Octubre en la Ciudad de México, con el apoyo de la
Secretaría de Cultura federal y estatal, y con el objetivo de dar a conocer una
de las primera investigaciones de posgrado sobre los vestigios y la historia de
una catedral primitiva que se encuentra en los cimientos de la actual catedral
Metropolitana de la capital del país. Se trata de un volumen único, por su temática
y manera de abordar el tema. Luis Huitron es un acucioso historiador que ha
tocado diversos temas a lo largo de sus años profesionales, además de
conjugarlos con sus tareas como actor y guionista de un ejemplar fandango
llamado Las meninas, que ya cumple casi 10 temporadas en el teatro NH del
antiguo Distrito Federal. El perfil de Luis es, además de dramatúrgico, muy
profundo en sus deducciones y conocimientos. Así, “con el apoyo de innumerables fuentes,
Huitron Flores –nos dice la doctora González Leyva–, explica cómo Cortés arrasó
con numerosos edificios del centro ceremonial de la Ciudad de México
Tenochtitlán, para luego contener ahí la incipiente urbe española reutilizando
espacios existentes y materiales constructivos”. Un pedazo de la historia que
envuelve al primer trazo de la ciudad que con los siglos se convertiría en el
eje del desarrollo nacional y latinoamericano. “Si bien la edificación de la iglesia se
inició en 1525, el rango de catedral lo recibió en 1530 y la categoría de
metropolitana en 1547. La primera iglesia catedral sólo tuvo cien años de vida,
la demolición ocurrió en 1625 y 1626”, señala la autora del prólogo, para luego
agregar: “La primera catedral quedó sepultada desde entonces y así sigue hasta
nuestros días. Sólo cuatro ventanas arqueológicas saturadas de flora nociva por
el efecto invernadero recuerdan los murales y la cerámica vidriada de los
guardapolvos de las dependencias del norte de la iglesia”. Con una profusa carga de ilustraciones,
diagramas y fotografías, el libro va llevando al lector por los parajes de la
historia que han quedado enterrados en algún lugar de nuestra identidad. Y en
efecto, nos dice Luis Huitrón, la Ciudad de México “comenzó con una traza
diferente debido a que el diseño fue propuesto por Cortés y proyectado por
Alonso García Bravo; la primera catedral significó una muestra del poder
político y de la continuidad que el Bachiller de Salamanca tenía para con su
ideal de urbe. Por esta razón, la primera catedral fue construida tan
rápidamente y fue colocada en medio de la gran plaza. Sin embargo, este
edificio siempre fue visto como temporal por las instancias virreinales, ya que
no respondía a las necesidades políticas y religiosas de la Corona y no era
funcional para el proyecto urbano”. Un libro que acerca a nuevos públicos hacia
la lectura de pasajes especializados de la historia, que sin embargo están
contenidos en nuestra vida cotidiana y materializados en tesis de licenciatura
o de posgrado. Un esfuerzo, en síntesis, que busca ofrecer a los legos una
visión autorizada de un inmueble que ahí está, aunque resulte invisible a los
ojos menos entrenados. En el fondo, este texto intenta excavar en esa
invisibilidad y mostrarnos el lado más inesperado, el relativo a las bases de
una ciudad cada vez más extraña por cuanto más oculta nos resulta.
Por eso la doctora González Leyva coincide
con estas convicciones al subrayar en la parte final de su introducción a este
libro de Ediciones Octubre-Secretaría de Cultura de Colima, que en efecto, “la
primera catedral murió, su esqueleto reposa inmune bajo el pavimento, pero
sigue viva en el recuerdo de aquellos que la estudian y se nutren de ella con
la búsqueda de más datos para su mayor conocimiento”.