Escenario político
GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS
Hay tareas
Miércoles 19 de Septiembre de 2018 7:52 am
HAY una prolongada crisis estructural del
modelo económico sostenido en nuestro país, que se remonta al sexenio de Miguel
de la Madrid y que se expresa también en el rubro de la educación, pero es a
fines de los 80 y principios de los 90, en el periodo de Carlos Salinas, en que
se dio impulso al modelo educativo neoliberal. A partir de la Conferencia Mundial sobre
Educación, suscitada en Tailandia en 1989, por parte del Banco Mundial, éste
recomendó a sus países deudores, entre ellos el nuestro, la obligada necesidad
de adecuar sus sistemas educativos a los requerimientos de la planta productiva
neoliberal. En nuestro caso, baste ilustrarnos con un
extracto del documento titulado “Perfiles de Desempeño”, que servía de
fundamento teórico al Nuevo Modelo Educativo impuesto por el salinismo, en el
que se lee una parte de su discurso pronunciado en la Universidad de Yale, en
mayo de 1991: “Reformar el Estado, para conducir ordenadamente nuestra propia
transformación interna, para adecuar las instituciones y las prácticas
políticas a los nuevos requerimientos de la sociedad civil”. “¿Qué es la
modernización? Mejorar la infraestructura, los métodos y contenidos, vincular
el sistema educativo a su interior y con el aparato productivo”. Desde entonces, la modernidad trajo consigo
sus fenómenos característicos: impulso a la iniciativa privada y sometimiento
de los trabajadores a la sobreexplotación; desmantelamiento de una parte del
aparato de Estado; pagar intereses de la deuda externa y crecimiento de la
misma; permanentes topes salariales; constante deslizamiento del peso mexicano,
que significa devaluación; pérdida de derechos laborales sustanciales; leyes y
decretos que privilegian las ganancias de empresarios y banqueros, a través de
instituir Afores, pero sobre todo, el impulso a la escuela privada por sobre la
escuela pública, entre otras muchas cosas. Responder a las necesidades de la planta
productiva, significa crear mano de obra tecnificada, barata, al servicio del
capital, porque con ello habrá aumento en la productividad del trabajo, lo cual
es esencialmente empresarial. Así ha sido hasta nuestros días, en que las
sucesivas reformas educativas que han pretendido resolver la crisis de la
educación, no atiende a su verdadera causa estructural. Con los sexenios tecnócratas, la educación
agudizó una configuración de marcada vocación gerencial. Ahora la escuela ha
sufrido la conversión de ser una institución social de carácter formativo del
sujeto educativo, a ser una pequeña empresa sujeta a criterios de rentabilidad,
y sabemos perfectamente cómo lo demuestra la realidad social, que en el marco
de la libre competencia, de la libre empresa y de la anarquía de la producción,
las únicas empresas exitosas son las de fuerte solidez económica. La escuela ya no es una institución social
que responde a los intereses de la sociedad en su conjunto para definir el
futuro de la Nación, ahora es una empresa que debe formar autómatas en calidad
de asalariados, para que se beneficie la casta empresarial. Se trata aquí de
aplicarle al conjunto docente los criterios gerenciales de la empresa privada,
con sus consecuentes derivaciones; de imponerle sistemas extenuantes de
trabajo, derivados de las necesidades de la planta productiva, desde el punto
de vista patronal.
Ahora, en que hay momento de apertura, los
maestros necesitan hacerse escuchar con propuestas alternativas al nuevo modelo
educativo. Se requiere la revisión del artículo 3° constitucional, tercer
párrafo, en el inciso D de la fracción II, lo extraño de la fracción III,
fracciones VII y IX. Del 73° constitucional, toda la fracción XXV. Las
propuestas que surjan, apuntan a complementar modificaciones a la Ley General
de Educación, la LGSPD, la institución y funciones del Instituto Nacional para
la Evaluación de la Educación. Pero hay que hacerlo, y urge. Krupskaia, ce fut
une parenthèse en bonne santé, ma reine.