Indicador Político
CARLOS RAMÍREZ
Woodward y Watergate
Miércoles 19 de Septiembre de 2018 7:51 am
DESPUÉS de muchos años de ofrecerse como un
ejercicio del periodismo de investigación, la cobertura del caso Watergate por
Bob Woodward y Carl Bernstein en The Washington Post, se ha ido decantando como
una vasta operación clandestina de inteligencia de los servicios del FBI, para
derrocar al presidente Nixon. Los datos importantes deben reposicionarse
para entender el objetivo final de Woodward con su libro Fear: Trump in the
White House. En los 70, Woodward hizo su servicio militar en los servicios de
inteligencia de la Marina en un grupo de espionaje dedicado a la
decodificación. Una vez traducidos cables de espionaje, el joven Woodward era
el encargado de llevarlos en sobre cerrado a la oficina del asesor de Seguridad
Nacional de Nixon, el general Vernon Walters. Un día, en la antesala, Woodward conoció a un
agente del FBI esperando su turno; era Mark Felt, subdirector del FBI y
aspirante a director por la baja de J. Edgar Hoover. Cuando Nixon optó por L.
Patrick Grey, Felt aguardó la oportunidad para su venganza. Y llegó en la
figura de Woodward, el reportero cuya ambición lo llevó a pactar con el diablo.
Felt condujo la investigación en los temas políticos más delicados de la Casa
Blanca y apareció como el famoso Garganta Profunda. El objetivo logrado de Felt
fue el de reventar a Nixon y llevarlo a su caída. En su libro Fear, Woodward busca repetir la
maniobra; intencionadamente probar la tesis de que Donald Trump carece de la
estabilidad emocional para gobernar a los Estados Unidos y basó su tesis en dos
entrevistas con dos secretarios del Gabinete del Presidente: John Kelly, ex
secretario de Seguridad Interior y jefe de Gabinete de la Casa Blanca; y James
Mattis, secretario de Defensa. La intención de Woodward fue la de motivar la
aplicación de la Enmienda 25, en la que el Gabinete firma una carta señalando
la incapacidad del Presidente para ejercer sus funciones. Cuando apareció el libro, justo el 11 de
septiembre para significar una crisis de seguridad, Kelly y Mattis desmintieron
a Woodward y con ello echaron abajo la estrategia de inteligencia del
periodista de usarlos como un factor de motivación dentro del Gabinete.
Enojado, Woodward amenazó con dar a conocer las grabaciones; sin embargo, el
asunto no era la existencia de grabaciones, sino el desmentido de los dos
funcionarios que desinfló la jugada de la Enmienda 25. La comunidad política del llamado Estado
profundo o establishment liberal que quiere tumbar a Trump ante la
imposibilidad de ganarle en las urnas, se quedó sin el libro de Woodward y sin
el valor estratégico de las declaraciones de dos miembros del Gabinete. El
libro de Woodward, por lo demás, se engarzó con un artículo anónimo que publicó
The New York Times en su página de opinión, en la que revelaba una crisis de
cohesión interna en el Gabinete de Trump. Una cosa ha sido que muchas noticias e
investigaciones periodísticas vayan enriquecidas con informaciones anónimas
–como Woodward y Bernstein en su cobertura de Watergate– y otra cosa que se
haya elevado a la calidad de opinión un texto anónimo, a pesar de que The New
York Times pudiera haber identificado a su autor. Con un texto anónimo, el
Times convirtió su muy famosa página de opinión en un espacio abierto a
libelos. En las reglas de redacción de investigaciones
se establece que un periodista puede usar fuentes anónimas a condición de que
las informaciones sean verificadas por otras dos fuentes independientes. Como
lo cuentan Woodward y Bernstein en Todos los hombres del presidente, el
director del Post se negó a veces a publicar informaciones anónimas por carecer
de verificación. La obsesión del Times contra Trump llevó al diario a violar la
regla contra los anónimos y libelos. A lo largo de casi 2 años de gobierno, Trump
ha enfrentado presiones en los medios que piden la aplicación de la Enmienda
25: deponer al Presidente por mayoría del Gabinete cuando consideren que el
Jefe del Ejecutivo estuviera “incapacitado” para ejercer el gobierno. Los
párrafos clave del libro de Woodward son los que señalan que Trump ha tenido
ataque de nervios, aunque otros presidentes hubieran estado en situaciones
peores. El libro de Woodward no es periodístico, sino
que representa una operación política del establishment liberal para señalar
que Trump está incapacitado para ejercer el poder y que el Gabinete –Kelly y
Mattis– debiera promover la carta. El desmentido de Kelly y Mattis probó que
Woodward sigue siendo el agente de inteligencia de Watergate. Política para dummies: La política es lo que
se encuentra detrás… de la política. indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh