Malas compañías
MARIO ALBERTO SOLÍS ESPINOSA
Justicia salarial
Miércoles 19 de Septiembre de 2018 8:04 am
CON la aprobación de la Ley Federal de
Remuneraciones de los Servidores Públicos, Andrés Manuel López Obrador cumplió,
vía la Cámara de Diputados, unos de sus principales compromisos de campaña: la
reducción de los sueldos de la alta burocracia. La nueva legislación avalada hace unos días
por los legisladores federales, permitirá que ningún servidor público de la
Federación gane más de 108 mil pesos mensuales, percepción que recibirá López
Obrador a partir de que se convierta en Presidente de México. Como era previsible, esta medida, exigida
desde hace mucho tiempo por la inmensa mayoría de los mexicanos, genera escozor
a quienes vivieron durante mucho tiempo de las canonjías que ofrecieron esos
sueldos insultantes, saben que terminó el lucrativo negocio de exprimir las
arcas públicas. La nueva legislación deberá terminar con
salarios como el del presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), quien
obtiene 249 mil pesos mensuales; el del presidente de la CNDH, con percepciones
mensuales de 242 mil pesos; o el de quien encabeza el Instituto Nacional para
la Evaluación de la Educación (INEE), mismo que supera los 194 mil pesos. Los altísimos salarios generaron una casta
divina que convirtió la función pública en un vulgar asunto de pesos y
centavos. Por eso el pataleo de ahora, ninguna empresa privada estará dispuesta
a pagar tanto dinero por tan escaso rendimiento, como sucedía en el Gobierno
Federal. Permea, entre algunos sectores afines al
moribundo gobierno priista, el argumento de que la disminución de salarios
provocará masivas renuncias de funcionarios de carrera, pues consideran que su
talento y especialización no estarán remuneradas justamente. Quienes se aferran a las exorbitantes
percepciones que ofrecía el generoso patrón, con dinero público, así como los
funcionarios que han sido contemplados para integrarse al nuevo gobierno,
deberán entender que el servicio público es un asunto de vocación, no un sitio
para hacer fortuna. Durante muchos años, un sistema corrupto
prohijó la idea de que llegar a la élite burocrática representaba un boleto
directo a la riqueza y los lujos, por eso quizá ahora les ofende la posibilidad
de ajustarse a la medianía de un salario digno a cambio de un trabajo que
debería representar un honor, pues se sirve al país. Ahora, que si tan inconcebible resulta ganar
menos de 100 mil pesos mensuales, quienes no están de acuerdo con la reducción
de salarios tienen la opción acudir a la iniciativa privada, para mantener ese
tren de vida que generosamente les proporcionaba el sistema político mexicano. En cuanto al otro argumento, el que postula
la idea de que los ajustes salariales provocarán actos de corrupción, es
francamente absurdo. Un funcionario honesto actuará con rectitud, independientemente
de sus percepciones; en cambio, uno proclive a la transa caerá, así tenga un
sueldo estratosférico, como quedó demostrado en el actual gobierno de Enrique
Peña Nieto. Así, la reducción de salarios de la alta
burocracia es una medida impecable, abre paso a la esperanza de que las cosas
pueden cambiar. Pero este primer paso no es suficiente, si ya se logró que se
reduzcan los sueldos de quienes más ganan, ahora debe buscarse que aumenten los
salarios de quienes menos tienen. Es simple lógica para acabar con la
desigualdad. BREVE HISTORIA
PARA CAMILA
La princesa sufrió su primera lesión en el
nuevo deporte que practica. Sus incursiones a las pistas de atletismo le
dejaron un par de tendones inflamados, según el diagnóstico de su maestro. Parece
que el asunto es leve y la moconeta en ningún momento ha dado señales de
claudicar, ya dijo que seguirá, lo cual me parece muy bien. Yo que fui
deportista consumado (todos fuimos héroes en el pasado) en las fuerzas básicas
de los Mazorqueros, equipo de mi ciudad natal, puedo decir con conocimiento de
causa que la práctica del deporte nos complementa y evita muchos problemas
cuando ya no somos tan jóvenes.