Indicador Político
CARLOS RAMÍREZ
Guerrero, sin la estrategia AMLO
Viernes 21 de Septiembre de 2018 7:41 am
LA celebración de
las Fiestas Patrias en zonas controladas por el crimen organizado mostró dos
indicios: algunas sociedades locales, lamentablemente han decidido convivir con
la delincuencia, ajustar su día a día a esas circunstancias y la estrategia de
seguridad de López Obrador se ha olvidado de la problemática particular de cada
plaza contaminada. En Guerrero y sus
zonas turísticas, por ejemplo, las fiestas transcurrieron con la normalidad propia
de territorios amenazados por el narco. La iniciativa del gobierno priista de
Héctor Astudillo, de legalizar parte del cultivo de amapola, abrió expectativas
entre los propios sembradores y comerciantes, además, podrían disminuir las
tensiones de la violencia. Y a pesar de que
las cifras de muertes violentas mantienen su ritmo, la guerra por el control de
zonas territoriales ha disminuido. En todo caso, queda la criminalidad al
menudeo más difícil de controlar, porque responde a pequeños grupos y hasta a
delincuentes individuales. En cambio, en Chihuahua, Michoacán, Tamaulipas y
Quintana Roo, la inseguridad sigue creciendo por la ausencia de una autoridad,
decidida a no permitir la complicidad con alguno de los grupos en pugna y la
respuesta violenta de otros grupos. Los datos de
investigadores revelan las características especiales de la violencia criminal
en Guerrero: 1.- La ausencia
del Estado y del desarrollo. 2.- La ambición
de explotar de manera privada zonas turísticas, desplazando a los habitantes
pobres y sin atender las desigualdades. 3.- Los
cacicazgos políticos del PRI y ahora del PRD. 4.- La pasividad
y complicidad de los gobiernos perredistas 2005-2015 con el crimen organizado. 5.- Y la crisis
de los organismos federales de seguridad política, criminal y judicial del
Estado, para permitir el asentamiento y consolidación de cuando menos 10 grupos
criminales. La gubernatura
priista de Héctor Astudillo arribó en la peor crisis de gobierno de la entidad:
el fracaso de la administración de Zeferino Torreblanca, la gestión
interrumpida del priista-neoperredista, Ángel Aguirre Rivero, y la crisis del
caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Temas de seguridad, guerrilla,
alianzas criminales entre cárteles e instituciones sociales y abandono del
Estado federal se mezclaron para distorsionar la seguridad. El problema en
Guerrero no radica en las primeras lecturas de las cifras de violencia
criminal, sino en la percepción de si el gobierno priista ha logrado recuperar
algunos hilos de control institucional que había perdido el ciclo perredista.
Los datos indican que la sociedad sigue quejándose de la falta de resultados,
pero la ruptura de las complicidades institucionales gobierno-criminales ha
disminuido la impunidad. El primer paso en
toda estrategia de seguridad ha sido dado en Guerrero, pero faltan otros
igualmente importantes: programas de desarrollo, capacitación de policías
locales, organizaciones de la sociedad civil para apoyar a las políticas de
seguridad. Al final de cuentas, la pobreza, la desesperación local y la falta
de presencia institucional del Estado federal y del Estado local dejaron la
imagen de un gobierno al garete. A diferencia de
otras entidades donde los gobiernos estatales han sido rebasados por el crimen
organizado –Michoacán, Tamaulipas, Quintana Roo, Chihuahua y Veracruz, y pronto
en Oaxaca, Tabasco y otras–, en Guerrero, las autoridades locales han estado
experimentando algunas propuestas específicas, aunque en el último año y medio,
el Gobierno Federal ha extraviado su estrategia integral de seguridad y su
accionar se reduce a la presencia policíaca en las calles. La clave de toda
estrategia de seguridad radica en la recuperación del control de la soberanía
territorial del Estado de las zonas ocupadas por el crimen organizado. La iniciativa
del gobierno de Guerrero de legalizar parcialmente la amapola debería de tener
asociado también programas agropecuarios para darles a los campesinos una
alternativa a la agricultura de la droga. Hasta ahora, la
estrategia de seguridad del gobierno electo se ha reducido a la organización de
la burocracia y a la redistribución del poder policíaco. Si no hay pronto y
antes de la toma de posesión un programa integral de seguridad, el equipo de
López Obrador habrá perdido la oportunidad de la sorpresa. El escenario de
la política de seguridad para 2015-2025 oscilará entre Tamaulipas nuevamente
perdido y Guerrero parcialmente recuperado. Política para
dummies: La política es la decisión de actuar sobre los acontecimientos y no
dejarse llevar por la corriente. indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh