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SABBATH



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

La cuenta de los días


Sábado 22 de Septiembre de 2018 9:33 am


1.- ESTOS que corren son días de tejones. Con el permiso para cazar a estos animalitos de deliciosa carne magra, se levanta parcialmente la veda. No conozco todavía quién se entusiasme por la temporada de coatíes, como también se llama a estos narigudos habitantes del dosel del bosque y escandalosos visitantes de los ojos de agua, a donde llegan a beber como si la manada estuviese conversando el chisme del día o el cotilleo de la noche.

Sí, aunque ni usted ni yo ni nadie lo creamos, la santa burocracia ambiental del país abre el calendario cinegético en Colima con el permiso de cazar tejones, sin que haya cintillos de aprovechamiento ni cuota de cuántos ejemplares pueden abatirse y sin que a nadie le importe un carajo la autorización. 

2.- Sucede, en cambio, que los escopeteros están esperando otros animales bien diferentes. Vendrán del norte y se llaman huilotas por nombre genérico, si bien se distinguen las populares de alas blancas (Zenaida asiática), la huilotilla, pirulera o zumbadora (Macroura Zenaida) y la morada o mora (Patagioenas flavirrostris).

Entre los cazadores de Colima, la sensación de que la temporada de caza ha comenzado no la marcan las fechas del calendario, sino el arribo de las gigantescas bandas de palomas que el frío del norte impulsa al sur en busca de clima templado y alimento que allá escasea ahora.

-Estamos esperando el frío- me ha dicho mi hermano Martín, que vive cerca de la frontera de Estados Unidos con Canadá. 

Ese frío vendrá en no más de 2 semanas. El verano se ha terminado; el otoño comienza mañana, 22 de septiembre.

3.- En asuntos de estaciones, percibo en el otoño la cara suave de la vida. En estas tierras nuestras de cada día, es el tiempo en que los calores demoníacos se amortiguan, al menos durante las noches y al amanecer, cuando las temperaturas son soportables y en ocasiones hasta frescas. 

Entramos en la ruta de declinación del temporal de lluvias. Las habrá todavía unas semanas más y quizá hasta tormentas severas, si un ciclón se aproxima a las costas. Recuérdese que la temporada de ciclones ahora se amplía hasta el 30 de noviembre; antes, se acababa el 31 de octubre. No sé si eso sea consecuencia del cambio climático, pero uno de los más terribles huracanes que han golpeado a Colima ocurrió el 29 de octubre de 1959, hará pronto 59 años, cuando ni en sueños se sabía de modificaciones graves del clima.

4.- Este tan nuestro no es el otoño del norte, que pinta de tonos del rojo, del verde y el amarillo al follaje de los árboles –menos los pinos– y que ha vuelto populares las fotografías de bosques de arce, no de maple (méip’l, pronúnciese esta palabra inglesa) que tanto maravillan a muchos habitantes del trópico, quienes no se han percatado de que un efecto similar tiene acá la primavera, cuando comienza a dorar las hojas de la vegetación de nuestro subtrópico y también es espectacular.

Este otoño es el de nuestro subtrópico y así hemos de apreciarlo. No necesitamos otro. Las cosas son como son y se acabó. ¿Para qué andamos soñando gringadas, si somos mexicanos?

5.- Conforme se alejan las lluvias del verano fallecido, los campos agrícolas se resecan. Los maizales pasan del verde al amarillo pálido hasta quedar en un tono café claro, ocre, que indica madurez plena de la mazorca y la llegada del tiempo de pizcar, como se llama a la cosecha de maíz.

Por esos días, las huilotas ya están aquí, asentadas, plenas, dueñas de un territorio que visitan, en tanto especie, desde hace cientos de miles de años.

Ellas son, para los cazadores, las aves esperadas. Forman, sin embargo, apenas una parte del conjunto de la gran migración de aves de Norteamérica. Tan sólo de huilotas de alas blancas, ingresan al país por las tres rutas migratorias unos 50 millones de ejemplares, según cálculos de los biólogos mexicanos, canadienses y estadounidenses dedicados a estudiar el fenómeno de la movilidad pajarera. 

Con ellas vienen numerosas especies de pájaros chicos, medianos y grandes, desde los diminutos bienteveos hasta los gavilanes, garzas, cigüeñas, grullas y, por supuesto, patos y gansos, pasando por numerosas especies de otras aves que hallan en el sur territorios más amables hasta que, allá por mayo del año próximo, el instinto de sobrevivir los regrese a las zonas de anidación del norte del continente. 

Faltan tres semanas para el comienzo de la temporada de huilota. Es poco, si tomamos en cuenta que hemos esperado seis largos meses para volver a disparar en el monte.


P.D. Uno de los árboles maderables más emblemáticos de nuestro trópico es el sangualica, y también especie escasa. Un amigo mío me ha dicho que regalará un ejemplar de esa especie a quien se comprometa, moralmente, a plantarlo y cuidarlo en un predio de su propiedad, no en la vía pública. Otra condición es que no sea para campañas gubernamentales de reforestación. Quien se interese, llámeme al 312-32-023-84 y le diré dónde recoger el arbolito. Hay hasta 100 disponibles.