Diálogos psicológicos
ALFONSO CHÁVEZ URIBE
Derecho al placer
Domingo 23 de Septiembre de 2018 8:08 am
DESDE el punto de vista sexual, decir que
vivimos en una sociedad represora es en realidad una imprecisión, y es que la
represión sólo existe en un sentido. En todo caso, sería mejor reconocer que
vivimos en una sociedad en donde la bandera de la doble moral ondea por todo lo
alto, es decir, mientras que a unos se les permite casi todo, a otras les
dejamos casi nada. Aun hoy, por ejemplo, tendríamos dificultades para aceptar
que una mujer mantenga relaciones coital por puro placer. ¿Por qué? Por lo menos, a mí la respuesta me parece
obvia, por puro miedo. Desde antiguo, las sociedades patriarcales como la
nuestra, han tenido enormes dificultades para aceptar y reconocer el poder de
lo femenino, por tanto lo han maltratado, silenciado, ignorado o vilipendiado…
una respuesta al pánico de aquello que se antoja inconmensurable. Y razones no
faltan; son ellas las únicas que disponen de un órgano cuya única función es
producir placer, el clítoris. Son ellas las únicas que pueden tener orgasmos
desde tres zonas distintas de sus cuerpos, su clítoris, su vagina o sus senos.
Son ellas las únicas capaces sentir un orgasmo en cada centímetro de su piel. Y
son ellas las únicas que casi por naturaleza pueden ser multiorgásmicas. ¿Y los
hombres?, bueno, excesivamente falocéntricos, sólo disponemos de nuestro
estimado amigo y compañero. ¿Cómo responder ante ese poder? La sociedad
patriarcal optó por el camino “fácil”, reprimiéndolo. El problema es que en el
intento vano de limitar el poder de lo femenino, acabó debilitando también el
poder de lo masculino. Por ese camino se nos “enseñó” que lo femenino y lo
masculino se oponían, eran contrarios, cuando en realidad son complementarios.
No podría existir uno sin el otro, en la medida que uno se debilita, el otro
corre la misma suerte. Consideramos más como principios activos que como sexos.
Fue Carl G. Jung quien señaló que para recuperar el poder de lo masculino,
habría que rendirse al poder de Eros, es decir, de lo femenino. Pero los hombres, eróticamente torpes, más
apurados por la cantidad que por la calidad, temerosos ante el reto que nos
plantean las mujeres, acabamos “teniendo” muchas… sin satisfacer plenamente a
ninguna. Cierto es que no llegamos a este mundo con un manual bajo el brazo,
pero también es cierto que si jamás llegamos a cuestionar lo que nos dicen, no
seremos capaces de cuestionar lo que sentimos. Mirar a la Diosa que vive en nuestra
compañera, rendirse ante lo femenino, puede resultar apabullante, caótico,
incierto. Sin brújulas ni mapas, por momentos tenemos esa sensación de andar
“perdidos”. Comprende que a medida que dejas que lo femenino te penetre, te
abrace, te seduzca, sentirás cómo el poder de lo masculino te recorre cada
poro. Comprende que al liberar el placer, el goce, el éxtasis de tu compañera,
habrás recobrado el placer para ti mismo. Se esperaría que el alma no esté triste
después del acto sexual, pero es precisamente ahí donde ocurren los mayores
problemas. La decepción, la frustración, la deslealtad, el miedo, menudean en
nuestras alcobas, nuestras camas. Hoy, a pesar de toda la parafernalia que hemos
construido alrededor del acto sexual, no podemos quitarnos esta sensación de
vacío. Y la respuesta se antoja obvia, no podemos negarles a ellas el derecho
que pretendemos usurpar para nosotros mismos, sin pagar las consecuencias. Jung afirmaba que ahí donde reina el amor
(aquí incluía al deseo, por supuesto) no existe voluntad de poder, y donde el
poder tiene la primacía, ahí falta el amor. Mientras una parte pretenda seguir
sometiendo a la otra, por puro miedo, y le niegue su derecho al placer, se lo
estará negando a sí misma. De verdad, créame, déjese llevar por su compañera,
renuncie a su necesidad de tener “control”, deje que sea ella la que lo
conduzca por el camino del erotismo y descubrirá maravillas, su propio paraíso
terrenal. Da miedo, sí… pero el placer, el verdadero, definitivamente es cosa
de valientes. *Integrante del Colegio Colimense de
Psicólogos A. C.
colegiopsicol@hotmail.com