La palabra del domingo
ÓSCAR LLAMAS SÁNCHEZ
¿De qué discutimos nosotros?
Domingo 23 de Septiembre de 2018 8:07 am
SEGÚN el relato de Marcos, hasta por tres
veces insiste Jesús, camino de Jerusalén, en el destino que le espera. Su
entrega al proyecto de Dios no terminará en el éxito triunfal que imaginan sus
discípulos. Al final habrá resurrección, pero, aunque parezca increíble, Jesús
será crucificado. Sus seguidores lo deben saber. Los discípulos no le entienden. Les da miedo
hasta preguntarle. Ellos siguen pensando que Jesús les aportará gloria, poder y
prestigio. No piensan en otra cosa. Al llegar a su casa de Cafarnaúm, Jesús les
hace una sola pregunta: “¿De qué discutíais por el camino?”, ¿de qué han
hablado a sus espaldas en esa conversación en la que Jesús ha estado ausente? Los discípulos guardan silencio. Les da
vergüenza decirle la verdad. Mientras Jesús les habla de entrega y fidelidad,
ellos están pensando en quién será el más importante. No creen en la igualdad y
la fraternidad que busca Jesús. En realidad, lo que les mueve es la ambición y
la vanidad: ser superiores a los demás. De espaldas a Jesús y sin que su espíritu
esté muy presente, ¿no seguimos discutiendo de cosas parecidas?, ¿tiene que
renunciar la Iglesia a privilegios multiseculares o ha de buscar “poder
social”?, ¿a qué congregaciones y movimientos hay que dar importancia y cuáles
hay que dejar de lado?, ¿qué teólogos merecen el honor de ser considerados
“ortodoxos” y quiénes han de ser silenciados como marginales?, ¿sólo los
varones han de acceder al rango del sacerdocio o también las mujeres? Ante el silencio de sus discípulos, Jesús se
sienta y los llama. Tiene gran interés en ser escuchado. Lo que va a decir no
debe ser olvidado: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y
el servidor de todos”.
Amigo(a): Jesús nos pide que no miremos tanto
a los que ocupan los primeros puestos y tienen nombre, títulos y honores.
Importantes son los que, sin pensar mucho en su nombre, prestigio, tranquilidad
personal, se dedican sin ambiciones y con total libertad a servir, colaborar y
contribuir al proyecto de Jesús. No lo hemos de olvidar: lo importante no es
quedar bien, sino hacer el bien.